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Carter

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Carter.

A lo mejor me he pasado cuando he ofrecido a Kelsi seguirla al punto de encuentro con Logan por si había que realizar un interrogatorio exprés. O cuando he sugerido instalarnos una de esas apps para el móvil que te dicen dónde están tus amigos, por si la cosa se complicaba y tenía que ayudar a transportar un cadáver en mi camioneta al bosque más cercano.

De cualquier manera, rechaza sin pensárselo demasiado todas mis ofertas bienintencionadas y, en cuanto acaba la jornada, Aiden está esperándome en una farola frente a la clínica. Kelsi pronuncia un rápido «ve» y termina de dejar claro que puede enfrentarse al innombrable ella sola.

—¿Por qué da la impresión de que Kelsi te está echando del local? ¿Por fin te han despedido? —me saluda Aiden.

Frunzo el ceño.

—Te iba a dar un beso, pero después de lo que acabas de decir creo que se me han quitado las ganas. Espero que sea broma, porque soy muy bueno en mi trabajo.

—Pero eres un estudiante universitario.

—¿Y? He nacido con un don. Soy el mesías de la biología marina. Me han enviado a la Tierra para salvar a todos los animales del océano, no necesito títulos universitarios.

—Suena a una excusa para dejar la carrera. —Me coge de los hombros y me roba el beso que le he negado hace segundos—. Y sí, puedo imaginarme que eres bueno.

—Gracias.

Separa nuestros labios y vuelve a apoyarse en la farola.

—¿Entonces? —pregunta curioso.

—¿Qué pasa?

—Que qué ha pasado ahí con Kelsi.

—Ha reaparecido su ex en San Diego y no ha querido llevarme de guardaespaldas. Ha dicho que habías venido a recogerme a la salida y que te debía una cena.

Aiden asiente, conforme.

—Me gusta cómo piensa.

—¿O sea que no te importa sacrificar la vida de mi compañera de trabajo a manos de un potencial asesino con tal de que tú y yo podamos comernos unas pizzas?

—Pizza no, por favor, que hoy ya he comido italiano.

—Era un ejemplo ilustrativo. Lo importante era lo otro.

—¿Lo otro?

—Sí, lo de dejarla a manos de un sádico.

Se encoge de hombros.

—Es que tengo mucha hambre. Además, me has hablado muy bien de Kelsi y, por lo que me has contado, podrá cuidar de sí misma. Dudo que vaya al encuentro de un homicida.

Me lo pienso unos instantes, pero por fin cedo.

—Si así te quedas con la conciencia tranquila... ¿dónde quieres cenar? ¿Cogemos el coche y buscamos algo cerca de la universidad o quieres que nos quedemos por aquí?

Off-shore | ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora