Después de media hora intentándolo, me rindo. Wattpad no me deja subir el banner con el número de capítulo, así que usad vuestra imaginación para crear uno con la playa de fondo, unas olas rompiendo... ;)
Carter.
Me despierto con el sonido de las olas rompiendo en la lejanía y el olor a sal en las ráfagas de viento que llegan de forma intermitente. Mi cuerpo se hunde en la arena, rebozando mi espalda en ella. Al abrir los ojos, lo primero que observo es un cielo amarillo, infinito y despejado. Acaba de amanecer.
Aiden está tumbado unos centímetros a mi derecha. Anoche quedamos en dormir boca arriba para no tragarnos media playa por accidente, pero ha debido de moverse de madrugada y ahora está apoyado en su mejilla. Nunca he visto una expresión que transmita más paz que la suya. Tiene la boca entreabierta y una ceja cubierta de arena, y sus brazos están echados hacia adelante, abrazando una duna.
Me quedo inmóvil en mi sitio, a medio camino entre querer volver a dormirme y conformarme con verle desde aquí. Nuestras cosas están unos metros más abajo; confirmo rápidamente que nadie ha tocado el montón con nuestra ropa y pertenencias, entre las cuales están las llaves de la camioneta. Llegué a plantearme la posibilidad de que la marea subiera mientras dormíamos, pero conozco esta playa y sé que el mar nunca alcanza toda la extensión de arena. Tampoco teníamos que preocuparnos de que viniera alguien. Estamos solos.
Quizá aparezca un guardacostas en un par de horas. No creo que nos pongan ningún problema: Aiden y yo estamos vestidos —al menos de cintura para abajo— y no tienen manera de saber si hemos dormido aquí o no. Ni siquiera sé si es ilegal pasar la noche en este lugar, pero iré pensando en una excusa por si nos toca hablar con la guardia costera.
No es la primera vez que duermo en la playa, pero sí es algo que siempre me propongo hacer más a menudo y nunca acabo cumpliendo. Echarse sobre la arena y cerrar los ojos es una experiencia casi espiritual. El agua ruge de fondo, inclemente; el aire fresco de la noche te arropa; y, cuando cierras los ojos, sientes que el tiempo se detiene. Como si estuvieras en un espacio alejado de la civilización. Al dejarme llevar por el sueño, siento que sólo estamos la naturaleza y yo.
Hoy es distinto, claro, porque está Aiden conmigo —lo cual lo hace mil veces mejor. En la camioneta no lo propuse de forma consciente; no obstante, algo hizo clic en mi cerebro y supe que era una oportunidad que no podíamos desperdiciar. Él estaba menos seguro de que fuese una buena idea. Tuve que asegurarle que no vendría nadie a robarnos, que tampoco acabaríamos secuestrados, y que mucho menos iban a venir unos desconocidos a apropiarse de nuestras carteras para suplantar nuestra identidad y cometer delitos en nuestro nombre. Me parece que no le convencieron demasiado mis certezas, pero funcionó. Accedió a dormir aquí.
No me puedo creer que pasado mañana tenga que marcharme. Separarme de la playa nunca es fácil, pero al menos suelo tener la convicción de que todo seguirá aquí cuando vuelva al año siguiente. En esta ocasión no es así. No estará Aiden cuando regrese. Y eso hace que mi cabeza se resista a pensar en ello, porque no quiero estar triste los días que me quedan en San Diego. Pero, al mismo tiempo, no logro ignorarlo del todo. He almacenado ese pensamiento al fondo de mi cerebro, pero está enmarcado en luces de neón.
Daría lo que fuera por quedarme unas semanas más en esta playa. En esta misma postura. Tapados por unas rocas, con los ojos cerrados y oyendo la respiración de Aiden casi imperceptible por las rachas de viento. Le veo y no puedo evitar pensar en que no quiero despedirme de él. De sus bromas constantes que produce sin ningún tipo de esfuerzo su imaginación. De ese rostro simétrico y atractivo que mi mente evoca hasta cuando no lo tengo delante. De la manera que tiene de hacerme sentir bien, seguro de mí mismo, feliz.
Oliver nunca me hizo sentir así. Y que Aiden llegara a mi verano era algo necesario, un recordatorio de la vida de que lo que tenía antes no era lo máximo a lo que podía aspirar. Ahora sé qué es lo que quiero. Cómo se siente cuando estás con alguien que te trata bien, que pone interés, que te da tu espacio a pesar de que tampoco te importaría pasar todas las horas del día con él. Pero duele. Claro que duele.
Porque haber conseguido recomponer los pedazos de mi corazón sólo para habérselos ido dando a otra persona inconscientemente no es muy buen plan. De hecho, es de esas cosas que dejan secuelas emocionales. ¿Voy a poder ver a mi madre caminando con su vestido hacia el altar, radiante porque adora a Frank, y no pensar en las veces que yo he tenido esa misma sonrisa este mes? ¿Podré olvidarme de ello?
Aiden hace un ruidito mientras duerme y vuelve a captar mi atención. Cierra la mano en un puño y la relaja de nuevo.
No. No voy a poder olvidarme.
¡Hola a todos!
¿Qué tal el capítulo?
Es de los más cortos de la novela, pero me gusta por dos razones: 1. es introspectivo, y no tenemos muchos capítulos introspectivos en Off-shore; y 2. sirve como puente hacia los últimos diez capítulos de la novela.
Sí. Solo quedan diez capítulos después de este.
Preparaos.
¡Hasta pronto!
PD: Si os gusta 14 días, este fin de semana subí un extra nuevo <3
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Off-shore | ©
RomanceCarter Davis sólo tiene una cosa en mente: aprovechar las vacaciones de verano para olvidar a su ex. Ha alquilado una habitación individual en la residencia de la Universidad de San Diego y planea pasar las próximas semanas surfeando y llorando hast...