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La vida de Jooyeon daba mil vueltas, día a día, era tan cansado seguir trabajando y no poder parar porque, algo se lo impedía. O más bien alguien.
Desde pequeña creció en un ambiente nada común para un niño.
Armas, disparos, muertes. Así era todo.
Cabía aclarar que su padre prácticamente la hacía seguir con aquel negocio, básicamente, ¿cómo se le llamaría a su trabajo? Ah, sí. Mafia.
Y aunque deseara no seguir metida en ese lío, no tenía opción. Ninguna.
Además, no quería decepcionar a su padre, eso era lo más importante.
A todo eso, ¿sumar un romance prohibido con un chico universitario sería buena idea? Por supuesto que no.
Pero fue algo que no pudo evitar porque aquel día de verano mientras ella esperaba en una camioneta para poder reunirse con cierto director de una universidad prestigiosa que, claramente, era corrupto en muchísimos aspectos, ese torpe chico chocó accidentalmente contra la parte trasera del auto.
Abriendo la puerta con desconcierto, caminó hasta donde estaba el desconocido y miró tirado en el suelo al joven que se quejaba por el golpe que recibió al caer de su bicicleta.
—Mierda —farfulló.
—¿Estás bien? —indagó haciendo una mueca.
—Oh, sí, sí, yo... —se levantó mientras sacudía sus pantalones del polvo de la calle. —Perdí el control, los frenos de esta cosa dejaron de funcionar. —respondió viéndola directamente.
Mentirían si dijeran que no sintieron algo desde esa vez.
—Lamento haber chocado y, pagaré por si dañé el auto. —añadió con preocupación.
—No te preocupes, fue un accidente —le sonrió levemente.
Ahora, yendo al punto de vista del chico.
Hwang Inyeop no había visto una sonrisa tan más linda como la de Jooyeon. Y tal vez, tenía demasiada mala suerte como para terminar enamorado de alguien que estaba metida en la mafia.
Pero no pudieron parar.
Con excusas, ella volvía a estar cerca de la universidad para ver al chico si es que tenía la oportunidad. Quien dió el primer paso a relacionarse, fue Inyeop.
Comenzó a hablarle y así ambos tuvieron sus números, se escribían constantemente y terminaron por crear una muy buena amistad.
Hasta que confesaron sus sentimientos, de nueva cuenta, Inyeop fue quien se atrevió primero.
