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Seojun llevaba días sin estar bien, y permanecería así un largo tiempo. Jamás pensó que amar a alguien sería tan doloroso, pero está bien, ¿no? Jugyeong era feliz aunque no estuviese con él.
De eso se trataba el amor. Ver a la persona que amas encontrando la felicidad, a eso se le llamaba no ser egoísta y tener un amor verdadero por alguien.
El punto fue que, era tremendamente difícil dejar de pensar en Jugyeong. Su sonrisa, su linda forma de ser. Jugy era su primer amor, ya que solo una vez se ha enamorado de verdad. ¿Cuánto tiempo podría pasar para superarla?
Se preguntaba una y otra vez lo mismo.
Iba al instituto y no podía haber un día sin que la viese. Alegraba su corazón aunque también lo dañaba verla al lado de Suho, de igual forma, le hacía feliz ver que uno de sus mejores amigos finalmente volvía a ser el mismo de antes.
Tras varias semanas, se debatía en si decirle a Jugyeong lo que sentía, no tenía algún caso pero no quería dejarlo así.
Y lo hizo, pidió hablar con ella en el aula de música, expresó lo que sentía por la castaña pero ésta —como ya se lo esperaba Seo— no correspondió y se disculpó.
Solo necesitaba eso para poder seguir adelante. Aunque no pensó que dolería demasiado. Se quedó sentado en aquel asiento y veía al suelo.
—Uh, ¿ya vas a llorar? —escuchó que alguien decía.
Despierta, escucha, huele el café.
Se sobresaltó y miró a todas partes. En la entrada había una chica recargada del umbral de la puerta, lo miraba con mucha atención.
Tenía el cabello corto con el flequillo algo largo, no sabría describirlo, también tenía mullet al igual que él. Su cabello era de un color algo naranjo, ni siquiera llevaba puesto el uniforme, ¿era una estudiante nueva?
