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~Oran White~
Mi socia no sabe contratar personal. Porque de ninguna forma yo habría contratado a alguien como Heaven.
—¿Por qué me tuve que asociar con alguien como tú? ¿En qué momento me pasó por la mente que sería buena idea? —le comento y ella me da una sonrisa señalando su entrepierna —. Tu habilidad para el sexo no te salvará de esta.
—Si que lo hará —murmura cerca.
Finjo tener autocontrol y camino hacia la puerta de mi oficina, pero Aaliyah sigue insistiendo. Ella se ha sentado a mi lado y comienza a subir su falda, pero la aparto, un poco brusco.
—¡Ya entendí! Bueno, quieres comportarte como adulto pues resolvamos esto como adultos —declara y se mueve de lugar hacia la silla enfrente de mi.
—Las personas que quiero para esta organización tienen que estar bien capacitadas y preparadas. ¡No puedes contratar a cualquier don nadie que se te cruce en el camino!
Yo me libero de su trampa.
—Una vez más que hagas eso y nuestra asociación se acabó.
Todos los problemas que tengo con mi papá tienen nombre y apellido: Aaliyah Turner.
—Lamento si sueno muy grosero, pero debes entender quien manda aquí, socia.
Mis ojos indagan su expresión seria.
Me quedó viéndola como si pudiera leer su mente cuando es obvio que no.
Por eso decidí hablar con ella a solas, porque nunca se sabe con qué va a salir esta vez, es tan compleja y eso me fascina, claro que en este momento no puedo decírselo porque está el estúpido de su novio y el otro pequeño detalle: me está ocultando algo, algo muy grave. Quiero ayudar a que ella pueda abrirse conmigo y que ella misma me diga que sucedió, pero no lo hace fácil si hace esas estupideces.
He estado tan absorto en mis pensamientos que no es hasta que Aaliyah ya va camino a la puerta cuando reacciono.
—Lo siento señorita, pero nosotros no hemos terminado nuestra conversación. No puedes irte aún —le informo.
—¿Realmente crees que tu tienes el control de esta conversación? ¡White, no tienes el control de nada!
—¿Entonces quién lo tiene? ¿La estúpida que cree que puede estafar a los ricos sin tener represalias?
¡Idiota, soy idiota!
Ella se muestra más enfadada.
—Lo siento no quise decir eso. ¿Te parece si volvemos a la oficina y hablamos como adultos, Aaliyah? Tal y como dijimos que lo haríamos —propongo intimidado.
Toma mi mano.
—Así que ya lo sabes. ¡Bien! Pero dime ¿que harás ahora? ¿Ir a contarle a tu papi? —ríe cómo si lo que dijo fuera el mejor chiste que escuchó. Yo pongo mi mejor cara para simular el dolor que ella causa por el fuerte apretón que tiene en mi mano.
