Capítulo 45

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~Aaliyah Turner Green~

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~Aaliyah Turner Green~

Los gemelos comenzaron a correr a mi dirección al verme, los había ido a recoger pues Judith no podía almorzar conmigo porque tenía un examen final entonces mi esposo se había quedado trabajando.
Era mi turno de venir por ellos.

—¡Un niño le habló! ¡Un niño le habló! —gritaba mi hermanito haciendo burla, hasta que su gemela le dio un zape —. ¡Oye! Yo solo decía —se quedó callado mientras se frotaba el área lastimada, yo reí.

—Ok, dejemos de lado los golpes. Debemos irnos, tengo que ir a dejarlos con la niñera y regresar al trabajo —explique y ellos me tomaron una mano cada uno para caminar al auto.

—Un segundo... ¿Por qué viniste tú a recogernos?

Me puse a relatar la razón de mi llegada mientras el conductor nos llevaba a través del tráfico de Cambridge.

Fue allí cuando, de repente, caí en cuenta de algo: Valentina, la niñera, no me había llamado aún, ella solía hacerlo justo cuando yo salía a almorzar, para mantenerme al tanto de lo que pasaba con la bebé de la casa. Revise mi teléfono y no había llamada perdida.

A lo mejor se le había olvidado.

Beau deslizó un trozo de una hoja, mal recortada, a mi mano. Lo tomé y leí: “A Nerezza le gusta un niño”. Lo mire con curiosidad comprobando que la susodicha no nos estuviera viendo, y así era, seguía viendo por la ventana ensimismada por el recorrido. Mi hermanita tenía novio. Sonreí tanto que sentía que parecía el gato de Alicia en el país de las Maravillas. Mientras el conductor se parqueaba en el sótano del edificio. Le dí las gracias y les dije a los niños que bajaran del vehículo, cosa que solo Beau pareció escuchar.

Me siguió mientras salía del auto.

—¡Ey! ¿Piensas quedarte en al auto todo el día? —reí al ver la mala mirada que le dio a mi hermanito.

—¡Increíble! Ya te fueron con el chisme —no pude evitar soltar una carcajada ante ese comentario, pues apenas era una niña de diez años, pero se expresaba cual señora de cincuenta.

—Entonces sí tienes novio.

—¡Aaliyah! —replicó cuando empecé a mover mis dedos pinchando su costado.

Allí pude recordar lo feliz que me hacían mis hermanitos y cuánto los había extrañado estos años. No veía a ninguno de ellos, a excepción de Judith, desde que me había ido de casa, a los pocos meses del primer cumpleaños de Noor, había entendido que si no quería terminar como mamá: acabada y con tantos hijos por mantener que no podía estar allí para ellos, tenía que irme de esa casa cuanto antes.

—Recogenos más seguido, Ali. La hemos pasado bien —y mi hermano había acabado con toda la magia del momento al llamarme por el mote que tanto odiaba.

Chantaje #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora