43- Kill.

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Pov Kylie

Eran, posiblemente, las cinco de la mañana cuando, mi Remmy, se queja del hambre que sentía, y no espera a mi respuesta cuando se levanta para correr en dirección a la cocina, llevándose el edredón, olvidándose de que estoy acostada en la cama, buscando algo de calor que quite la culpabilidad que sentía, mi estómago está de acuerdo con ese estado de culpa porque se negaba a comer con gusto como solía hacerlo.

Aun así, debo de levantarme para ir a trabajar o intentar hacer cosas para olvidar, por lo que, enciendo una lámpara de la mesa de noche de mi boxeadora hambrienta, y entro a su closet, estirando los músculos de mi cuerpo para tomar la túnica que usaba antes de la pelea, la misma que usó en Las Vegas cuando nos conocimos. Olía a ella, a Eau de New York de Bond N°9 con cítricos, jazmín, vetiver, tan femenino, y poderoso. Culpa. Acomodé el cinturón dorado alrededor de mi cintura, regocijándome en lo delicioso que se sentía mi piel al ser cubierta por la tela de mi poderosa luchadora.

Estoy consciente que me queda inmenso, casi llegando hasta por debajo de mis rodillas, y sonrío con dolor, porque me encanta llevar sus cosas, llevarla en mi piel, aun así, la dañé.

Bajo a la cocina, y vuelvo a sonreír. Su enorme espalda ancha, tatuada con tinta, y mis arañazos, me indica que está jugando con lo que yace en él, se gira, sin mirarme, y saca interior del horno, dos platos calientes de sopa de pollo, pan con corteza de queso parmesano, espinacas y ensalada de remolacha con una guarnición de papas rojas. Come demasiado.

-Baja, no te voy a comer –es juguetona-.

Cuando quiero tomar asiento, dudo en sentarme, la señora de servicio la despacha de la cocina, y veo a mi sexy chica de ojos verdes, holgazaneando en la mesa del comedor, luciendo más que imponente en la cabecera de la mesa. No dirige su mirada a donde esto, y come un poco del pan de cortea de queso parmesano, mojándolo en una extraña salsa verde, desafortunadamente, el suelo es quien recibe la salsa al haber dejado de comer cuando me ve.

Sus ojos se abren de par a par, y se inclina hacia atrás en su silla, cruzando sus musculosos brazos haciendo que los abultados músculos se aprieten aún más de lo que eran.

-Mira a la pequeña ladronzuela –ronronea con lujuria-.

Solo trato de sonreír cuando me siento en sus piernas, colocando cada una de las mías, a cada lado de su cadera.

-La dejaré donde estaba, RemRem –susurré para ambas-.

Negó, y me apretó contra su regazo.

-Puedes quedártela, es tuya –me miró fijamente-.

Asentí sin pronunciar ninguna palabra, mirando como la señora de servicio, colocaba la comida en la mesa. Tomé un plato para mí, y le di otro a ello. Amaba comer en su regazo.

-Parezco una muerta de hambre, de tanto que podría comer –gruñó, tomando una patata roja con los dedos-.

-Mi mama cocina muy bien, las patatas rojas –sonreí de lado-.

- ¿Extrañas a tu hija? ¿A tu casa? –ladeó levente la cabeza-.

Son cinco días que tenía ocultando todo esto. Cinco días en los que, Chelo, al enterarse de lo que tenía en mente, prometí ayudarme con mi hija para disfrutar de mi luchadora hasta que le contase lo que sucedía. Tengo miedo, mucho miedo. La veía mirarme con adoración, y con miedo, podía ver un destello lleno de extrañeza, podía ver que algo quería decir, pero no se atrevía, y mi corazón, herido, latiendo lento, decía que ella sabía lo que hice, sabia, y esperaba a que le dijese. No quiero perderla.

No quiero tener que vivir con el recuerdo de una relación que tanto quise pero que tanto me merecí perder por idiota, por permitir que él me tratase de esa forma, de humillarme, pero también amaba a mi hija, y me dolería perderla, me dolería mucho más.

Las quiero a las dos. Las amas a las dos. Quiero ser feliz con, Remmy, tener una familia, pero es mi hija de quien se está hablando. Y ella no es mujer de palabras, podía ver que ella intuía lo que sucedía, y que ese podía ser el miedo que ella sentía. En sus ojos lo veía claramente.

- ¿Qué harás hoy? –cambie de tema-.

¿Qué sucederá con ella cuando me termine? ¿Cómo quedará? ¿Cómo se sentirá? Soy una maldita desagradecida con la vida. Cuando ella me deje, cuando me diga que lo sabe todo desde un principio, cuando me confiese que siempre lo supo, y que por eso me va a terminar, que hará de cuentas que no existo para ella, voy a llorar, y una parte de mí, morirá.

-Solo extraño a mi hija, y no a mi casa porque cuando estoy contigo, no echo de menos mi casa, tu, contigo no extraño nada –susurré ante su mirada gélida-.

Sus hoyuelos aparecen brevemente, y me inclino para, brevemente, unir mis labios con los suyos, escuchando como gruñe suavemente a medida que acaricia su nariz contra la mía.

-Estaré más cerca, cada vez más cerca de ti para que no extrañes, y te prometo, Kylie Jenner, te prometo que sea lo que esté sucediendo en estos momentos, no será motivo para que mi cercanía de ti, de tu hija, se vea rota porque nadie podrá contra nuestro amor, nadie, nada –susurró en mis labios-.

Si sabe. Si sabe. Si sabe. No llores, no es momento.

-Por favor, promete que así será –rogué-.

Me acuna entre sus brazos, y nos reímos, procediendo a cortar ese tétrico ambiente, para que ella dejase su plato vacío a un lado, y así terminar comiendo del mismo plato, con el mismo tenedor, mismo vaso de agua, y mismo trozo de pan.

Ella lo sabía, su mirada, sus gestos, sus palabras…

Ella lo sabía, y por eso parecía disfrutar que le de atención como si espera que le deje sola por completo. Tan pronto terminamos de comer, subimos a su habitación para alistarnos e irnos de aquí. Nos encontrábamos en silencio, dedicándonos miradas que cada vez parecían más de despedida que de estancia. No quería que esto termine, no quería terminarle, no quería que nada de esto estuviese pasando, lo único que quería era volver a encerrarnos en mi habitación de maquillaje para discutir sobre que paleta de colores le quedaba mejor o riéndonos de los cuentos que le contaba a mi hija e incluso prefirió verla agarrarse a golpes con mis sobrinos, dejándose vencer por complacerlos.

Lo quería todo menos que ella me deje.
Por un segundo, sentí mi mundo moverse drásticamente, y mi estómago se hizo un manojo de nervios, ocasionando unas fuertes nauseas que me hicieron sentir asco. Me senté en la orilla de la casa, y esperé a que mis reflejos se esclarecieran. Debía de ser esa extraña liga de comida que obligue a mi estómago a consumir.

La vi arrodillarse frente a mí, con una botella de agua que acepté gustosamente. No me mires así, me siento tan culpable.

-Cuando digo que te prometo, Kylie Jenner, te prometo que sea lo que esté sucediendo en estos momentos, no será motivo para que mi cercanía de ti, de tu hija, se vea rota porque nadie podrá contra nuestro amor, nadie, nada, es porque así será ¿Esta bien? –sostuvo mis mejillas entre sus manos- No llores, por favor –rogó-.

No me di cuenta del momento en que había empezado a llorar, solo sabía que, me había roto entre sus brazos, oliendo el Eau de New York de Bond N°9 con cítricos, jazmín, vetiver. Odiaba a, Travis, por hacerme pasar por todo esto, odiaba que me odie sin ninguna razón, odiaba que me esté sometiendo a esto para negarme la posibilidad de ser feliz, solo porque él no podía serlo. Mi corazón esta tan roto, tan mal herido que no podía aguantar más. Tenía que decírselo.

-Yo… -me alejé un poco de ella- Tengo algo que contarte, amor, y quisiera que me prometas que no me vas a dejar –junté mis manos en mi pecho-.

Su mirada no era verde, lentamente se oscurecía, y eso me ocasionaba miedo. No por mí. No por ella sino por lo que pueda hacer.

-Travis, quiere quitarme a, Stormi, y… -solloce-.

Sus puños están apretados, con suma fuerza, a cada lado de su perfecta cintura, mirándome con firmeza, y molestia, pero no hacia mí, sino a lo que sus oídos nunca quisieron escuchar de mis labios.

-Él me citó a un restaurante, y te juro que no quería mentirte, que mi intención no es ni será hacerte daño, pero tenía que ir, escuchar lo que tenía que decir, pero no imaginé que estaría con la hija de Scorpión, y… -fui interrumpida-.

-Lo sé, lo es todo, y no me escuchaste cuando te dije que iba a protegerlas, no me escuchaste cuando te dije que saldríamos de todo esto, juntas –se irguió-.

¿Qué más se podía llorar?

Mi garganta, y mis pulmones competían por ver quién de los dos, ardían más. La posición de guerra de mi amor, se hacía cada vez más grande, y su respiración cada vez más inestable. Con temor a que me rechacé, la abracé con fuerza, manchando su camisa blanca con mi maquillaje corrido.

-No quise mentirte, no quise besar ese asqueroso tatuaje, lo prometo –lloré con fuerza-.

Ahora podía decir con propiedad que, mi mundo se encontraba con más grietas que un vitral en la Abadía de Westminster en Gran Bretaña, y más dolor que en los cementerios.

-Lo sé, Kylie, lo sé, pero no me escuchaste cuando te dije que iba a protegerlas, no me escuchaste cuando te dije que saldríamos de todo esto, juntas… -hizo una pausa- No lo hiciste –me pegó a su pecho-.

Definitivamente, no sabía cómo sentirme al respecto. No sabía si saltar de la alegría, y festejar que no me va a dejar, que no me odia o preocuparme porque se va a meter en problemas, todo por mi culpa, ahora si iba a destruir su carrera como lo predijo, Anthony, cuando me conoció.

-Ellos te hicieron daño, y los voy a matar a todos, amor, lo juro –gruñó entre dientes-.






















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Uy, Kylie se mareo🤔

LOVE ME HARDERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora