Pov Kylie
Era inevitable no sentirme tan amada por la manera tan dulce, en la que sus orbes esmeraldas me adoraban.
Remmy, es el más hermosos de los seres, y que sea completamente mía, me hacía sentir afortunada, porque si, tenerla era una maravilla, la perfección en esos casi dos metros de altura, y musculatura que me incitaba a lanzarme encima.
Sus bíceps son mi parte favorita de su cuerpo. Son grandes. Abultados. Blancos. Tatuados. Dueños de una densidad perfecta para ser dura, suave, y rebotador. Dios. Tengo una exquisita fijación por esa parte en específico, y…
Estoy enamorada.
Su delicado ceño fruncido, al encontrarse con la idea de que el médico tratante sea hombre, me hizo pensar en aquello que por su mente se paseaba. Si bien es cierto, no es alguien que se tome las cosas a la ligera. Remmy, ama sus puños, ama golpear, ama destrozar a sus oponentes, y que se contuviese por mí, por su bebe, era tan increíble que me hacia sonreír con altives.
Tengo el honor de decir: “Dominé a, Riptide Jr.”
Un honor que solo, su madre, y yo, teníamos. ¿Algo mejor que eso? No lo creo.
-¿No planeas entrenar? –le pregunté al verla sentada en medio de mi cama-.
Negó con simpleza.
Solo han pasado, escasos dos días, desde mi dada de alta en el centro clínico, y ella se encontraba en la misma posición. No sabía cómo lo hacía, pero ahí se encontraba con su mirada verdosa en mí, en esos pijamas tan tapadas que se aferraban a sus músculos, abrazándolos como yo deseaba hacerlo desde lo más profundo de mi, y maldita sea, ella es la cura a todos mis males.
-Harás que tu equipo me odie –bromee acurrucándome-.
-Te aman, más ahora que antes –contó-.
Alcé ambas cejas.
Para nadie es un secreto que, Anthony, me tiene en su lista negra, y ¿Eso me importaba?, no, para nada, pero si apoyaba su ideal de que, Remmy, cuide ese precioso cuerpo que me había hecho delirar muchísimas veces.
-Dicen que tienen una sorpresa para él o ella –se acuesta cerca de mí- Yo quiero que sea un ella –sonrió de lado-.
Amaba a, Remmy, en modo Blue, y amaba a, Blue. Amo el negro. Amo el verde. Y amo más su sonrisa blanquicea, tan envidiable, simplemente perfecta como sus facciones tan femeninas. Mi chica de acero, es tan diferente a los demás, es tan única, la amo.
-¿Y si sale niño? –me acosté en su pecho-.
-Igual le pondré una camisa que diga, mi mamá golpea duro, al igual que a, Stormi –sostuvo mi mentón con sus largos dedos- ¿Has hablado con ella? –preguntó con suavidad-.
Stormi.
Aún no había tenido las agallas de sentarme con ella, y decirle que me encontraba en la dulce espera del hermanito que siempre quiso, cuya madre es, Remmy, una persona que ante sus ojos era solo mi amiga, como lo eran los tontos de mi grupo de amigos.
¿Cómo le explico que me gusta una mujer? ¿Cómo le explico que dicha mujer me embarazó? ¿Cómo le explico que posiblemente tengamos que vivir con ella?
Stormi, es poseedora de una inteligencia única, y superior al de un niño de su edad. Su cerebro es sorprendente e impactante, es tan capaz de aprenderse muchas cosas, e importante, de interpretarlas. Tengo miedo a su rechazo, miedo a que se enoje conmigo al romper mi promesa de ser solamente nosotras, y por más que ella quería un hermano menor o hermana menor, las circunstancias eran distintas.
El tema de, Travis, aun no quedaba saldado.
-Será a tu tiempo, gotita de nitrato –besó la punta de mi nariz-.
-Tengo miedo de su reacción –suspiré escondiéndome en su cuello-.
-No tengas miedo, estoy aquí –murmuró en mi oído-.
Remmy, en Las Vegas, ese día en que la conocí, era tan poderosa, primitiva, salvaje, cubierta de sangre de su oponente, jadeante por haberse divertido rompiéndole el rostro…
Simplemente pienso en cómo no supe la forma en la que acepté asistir a ese matadero, como solía decirle, no era fan de la violencia deportiva, ni de ver personas excitadas por tantas golpizas seguidas, y mucho menos era fan de los comentarios sexuales que se escuchaban en la multitud. Simplemente no pensé encontrarme con una boxeadora cuyo miembro es tan voluptuoso, y visiblemente pesado, por la cual todos se morían.Simplemente no pensé en enamorarme de aquella misteriosa chica que salió con un andar misterioso, aura vikinga, y mirada llena de orgullo.
Flashback…
-¿Cómo te llama? –dijo jadeante y sin sonreír- tu nombre ahora –gruñó-.
¿Sera asi de dominante y soltante de gruñidos en la cama? Baje mi mirada desde sus ojos hermoso pasando por sus gordos labios y su abdomen hasta durar cortos segundos en su duro miembro sexual.
-Kylie Jenner, asi se llama –dijo con malicia Stassie-.
-Kylie Jenner –susurró con lentitud y delicadeza- yo soy Remmy –dijo sombría-.
Fin del flashback…
Entonces, ahora no solo tenía a esa Remmy, poderosa, primitiva, salvaje, cubierta de sangre de su oponente, jadeante por haberse divertido rompiéndole el rostro; sino que también tenía a esa, Remmy, tierna, cariñosa, protectora, complaciente, y que increíblemente, luego de creer que no podía, será la mamá de mi bebe.
-¿Quieres que te consiga algún antojo? –sonrió de lado-.
-¿Quieres que inicien mis antojos? –sonreí con emoción-.
Pov Remmy
Decían que las esperanzas era lo último que se perdía, y en mi vocabulario, esa palabra dejó de existir desde el día en que, sentí como esta me daba la espalda, dejándome completamente a sola con un desgraciado ansioso de venganza. Decían que la fe movía montañas, y en mi vocabulario, dejó de existir cuando la última gota cayó de mi vaso, al abismo de la locura, creándome más problemas de los que ya tenía.
Los veía a todos, mi familia, ser felices, celebrar, disfrutar de la vida, y yo me preguntaba ¿Cómo mierdas podían sentirse tan bien? ¿Acaso no se sienten mal alguna vez?...
¿Por qué a mí?
¿Por qué yo no?
¿Por qué?
¿Por qué?
Hubo días en los que veía estrellas en el cielo de mi techo, por tantos sedantes que debían hacerme consumir a la fuerza. Hubo días en los que veía a mi madre llorar en los brazos de mi padre. Hubo días que, desde entonces, me apaga, y otra persona salía de mí, alguien más poderoso, mas altivo, una mejor versión de alguien que fue brutalmente violentado, y yo, yo simplemente dejé de creer.
Las burlas iban, y venían. El odio lo saboreaba constantemente. Los gritos eran mi música a diario. Y maldición.
Era una jodida bipolar en medio de un ring de boxeo, buscando una salida, dando su último aliento de vida, puño tras puño. Solo éramos, Blue, mis guantes, y yo, luchando por sobrevivir, por respirar, por sentir aquella sonrisa de la vida, pero como todo en mi vida, la miseria, no material, es un asunto que se prolongó.
Hay sucesos, que transcurren en mis episodios psicóticos, que no recordaba, sucesos que, por más tontos que fueran, deseaba recordar, y por más que lo pidiese a quien fuese que le ore, se habían quedado en lo más profundo, como la sonrisa que solo una persona pudo sacar con un simple gesto de fastidio por los chillones gritos de su grupo de amigos.
Ella es tan majestuosa, tan perfecta, y delicada como cada hoja de una plumeria recién cortada.
Ella es tan angelical, que me hacía sentir aquello que creí muerto.
Ella, en menos de lo que una aguja pasa a marcar la hora, se había quedado impregnada en mi mente, y Dios, solo pensaba en ella, en su piel, en sus labios, en sus grandes ojos cafés verdosos, en su sonrisa, en su caminar, en su orgullo, en su altivez, en su posesividad, hasta en la forma en la que me miró con cierto asco por primera vez, al verme con sangre ajena en mi ropa de combate.
Kylie, llegó para quedarse, y si debía de entregar todo lo que me pertenecía, con tal de no darle fin a esa tierna sonrisa, ni oscurecer esa mirada de los mil soles, lo cedería sin pensarlo dos veces. Eso hice. Eso haré.
No tenía palabras para describirlo, se escuchaba tan cliché que me ocasionaba asco, y es que, ella, esa pequeña gotita de nitrato de amonio, había explotado todo a mi alrededor, permitiéndome ver el sol que se exponían en sus grandes labios.
-No sería mala idea –sonreí-.
-Claro, como no eres tu quien va a vomitar –se carcajeó contra mi pecho-.
Se suponía que era estéril. Se suponía que mis espermatozoides estaban más muertos que vivos. Y ahora había un pedacito de cielo en su vientre. Joder. Voy a ser mamá, de un bebé que tenía mi sangre, tan mío como de ella.
-Esa sonrisa la reconozco –se sentó en mi abdomen- Te sientes orgullosa de haberme dejado embarazada –picoteó mis costillas con sus largas uñas puntiagudas-.
-También estoy orgullosa del cómo te embaracé, porque si sacamos cuenta, fue en el yate, cuando te follé tan duro que tu madre se burló por como caminabas –sonreí con orgullo-.
-¡No seas asquerosa! ¡Tate! –me manoteó-.
-¿Quieres ser mi novia? –aproveché-.
Me frustraba que, entre nosotras, no existiese algo más formal, aunque un hijo en camino es algo más que formal, sin embargo, ser su novia, y luego su prometida, pero terminar siendo su esposa, es un tema que de verdad me importaba.
-Debes pedírmelo de forma bonita, ordinaria –hizo pucheros-.
-Ya te embaracé, y tu hija me ama –dije obvia-.
También vendí mi carrera por tu felicidad, y la de Stormi, pensé.
-Eso no cuenta, debes ser romántica, y nada vulgar, con comida deliciosa, y ¡Se romántica! –exclamó con diversión en su mirar-.
-Te haré mi novia, porque ya eres mi mujer –asentí-.
-Debí ser tu novia antes que tu mujer –dijo pensativa-.
-Serás madre del bebé de alguien con ciertos problemitas… -señalé mi cabeza- Ya eso no es normal –reí-.
Su sonrisa boba, y su mirada en mis labios, logró sonrojarme, lo que provocó que, Kylie, se escondiese en mi cuello.
-Tus problemas son mis problemas –indicó con seriedad-.
-Y tú eres mía –apreté sus muslos-.
-Tuya –me guiñó un ojo-.
Mierda..
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He vuelto.
¿Qué creen que hizo, Remmy, por Kylie, y Stormi?
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LOVE ME HARDER
FanfictionDime algo que necesito saber Luego toma mi aliento y nunca lo dejes ir Si tan sólo me dejaras invadir tu espacio Tomaré el placer, lo tomaré con el dolor.