Pov Kylie
¿Cuántas horas habían pasado?
Sus puños golpeaban con suma fuerza el saco que colgaba en un costado del inmenso gimnasio rentado cerca de mi empresa. El constante sonido de sus duros golpes chocar contra el material de cuero, me estremecía.
Se estaba preparando.
Su piel lechosa se había sonrojado…
Su piel lechosa era tan roja que parecía sangrar en cualquier momento, que sus deliciosos músculos se romperían con cada choque de sus nudillos contra la superficie. No está entrenando con los guantes usuales, y eso me hizo recordar las palabas de, Andrea.
Había provocado, y desatado una guerra sangrienta en el underground, lo que significaba que, no había reglas. Sin reglas, no hay implementos de protección, y si, Lil Scorpion, lastimaba su piel, al punto de marcarle, la culpa me iba a carcomer al punto de desatar un infierno en mi vida, un tormento, y tortura que me haría subirme al ring para permitirme ser usada en desquite.
El silencio reinaba en el lugar, y las penumbras en las que se ejercitaba, daba un ambiente, lo suficientemente, macabro como para que el miedo se cuele por cada metro cubico de mi piel. La alegría de mi repentino, y milagroso periodo de gestación, se encontraba reservado a ser expuesto en la comodidad de mi hogar o de su casa. Una vez pisa la lona, ese monstruo sangriento, y sediento de sangre, hacia acto de presencia, sacudiendo con rudeza sus poderosos brazos, y batiendo sus puños al aire para prepararse ante la verdadera lucha.
Me traía recuerdos.
Ahora sí sé que hago aquí.
Soy su mujer.
Soy madre de su primogénito.
Soy su pequeña gota de nitrato de amonio.
Soy la culpable de que pueda perderlo todo, y comienzo a odiarme.
Aun recuerdo cuando la vi hacer su gran entrada en Las Vegas, y Dios, es sumamente sensual, fuerte, atractiva, y dueña de muchísimas bragas mojadas. Apreté mis puños.
El humo artificial, las luces marrones junto a las luces doradas, el original soundtrack de la serie Vikingos, su equipo escoltándola al ring, y la coreografía donde la dejan caminar sola hacia él, con la cabeza agachada, sin dejarme ver esos preciosos ojos, y su bata negra con letras vikingas.
Joder. La manera en la que se subió al cuadrilátero sin usar las manos, y doble joder por como se subió en las cuerdas con suma agilidad sin usar algún tipo de ayuda mas que sus poderosos músculos inferiores.
Mierda. La misteriosa pose, y cuando reveló su cincelado rostro tan inmaculado como aquella altanería con la que se paseó delante su contrincante. Sus hoyuelos. Sus ojos verdes. Su fina mandíbula. Su exquisita V en los oblicuos…
-Kylie, ¿Te sientes bien?... -escuché- Estas roja, y Remmy, no deja de mirarte con preocupación -río bajito, Ariana-.
Me sonrojé por la mirada que me dedicaba mi jadeante boxeadora, y asentí. Que el medico haya dicho, frente a ella, que existen posibilidades de abortar, la hizo estar paranoica. Me trajo en brazos…
-¿Estas bien? -se arrodilló delante de mí-.
Las sudadas hebras azabaches caían sobre la mayor parte de su rostro húmedo, mientras, con su inestable respiración, postraba sus rodillas postradas en el suelo, delante de mí. Sus preciosas esmeraldas reflejaban una autentica preocupación, su ceño ligeramente fruncido me hizo sonreír.
-No se que te hace reír mientras, estoy que me golpeo el pecho para calmarme -suelta un gruñido gutural-.
-Te amo -pronuncié con lentitud, sin apartar mi mirada de la suya-.
Mas que un sonrojo producido por la fuerte actividad física, la sangre subió, aun mas, a sus mejillas con mis palabras. Tomé su rostro entre mis manos, y sonreí enamorada al tener sus preciosas pestañas acariciando ligeramente mi rostro.
-No es necesario que hagas esto -dejé de sonreír, y aguanté el llanto-.
Estas hormonas, y ella negándose a dejar ese absurdo trato con el enemigo, me hizo soltar el llanto que se aprensó contra mi garganta. Sin importarme que esté sudada, me dejé abrazar con fuerza, sollozando con tanta fuerza que la hizo alertarse. Rodeó con mas fuerza, sus brazos alrededor de mi cintura, sin presionar mi vientre, y me oculté entre sus abultados músculos.
-No llores, por favor -rogó-.
Ella siempre lo supo, y, aun así, arriesgándolo todo, apostando su carrera, y legado, lo está dejando por mí, y eso me hacía sentir mal. Años de encima del ring, construyendo su nombre, para dejarlo en manos de su mayor enemigo, solo por mí.
-Shhh, calma, pequeña princesa -acarició mi espalda-.
-No lo dejes por mí, te lo ruego -le pedí entre lágrimas- No lo arriesgues por mi -sollocé con más fuerza-.
-Calma, te estás haciendo daño, le haces daño a nuestro frijol -rogó dolida-.
Nuestro frijol. Me pedí a mi misma el dejar de llorar; sin embargo, no podía. Comenzaba a sentir culpa de lo que pudiese pasar el día del enfrentamiento, y no solo perdería sus cinturones, sus títulos, sino que también perderá credibilidad ante las autoridades del boxeo legal, por pelear de forma ilegal, y todo por recuperar a una niña, que tristemente, no es su hija.
Deseaba haberla conocido antes, y que mi hija sea su hija.
-Nos iremos a casa -dice en mi oído- Iremos a casa, pequeña -se alejó para tomar mi mano-.
Anthony, con molestia, quiso meterse en el camino, y solo un empujón, ella lo alejó de nosotras, haciéndolo rebotar contra uno de los sacos. Es fuerte mi amor. Tomó sus cosas junto a las mías, en un solo brazo, y el otro lo envolvió en mi cintura, con su gran mano en mi vientre, guiándome a la salida, tan dulcemente protectora.
Al llegar a casa, mi casa, dejó todo en el suelo de la entrada, y de un movimiento, como es normal en nuestra relación, me cargó, comenzando a subir las escaleras. Me acurruqué contra su pecho cuando nos metió en la cama, y suspiré.
-No voy a dejar que te quiten lo que te pertenece -murmuró con dulzura-.
-No puedes dejar que te arrebaten lo que te pertenece -imité su tono de voz-.
-Hay una enorme diferencia entre nuestras situaciones… -hizo una pequeña pausa- Si yo pierdo mis títulos, a ellos lo podré recuperar cuando me levanten las sanciones, pero si tu pierdes a tu hija, no la podrás recuperar nunca, además… -se colocó, un poco, encima de mi- Una madre no puede ser separada de su hijo, y un hijo no puede ser separado de su madre, esa es la ley de la vida -me besó-.
Sus palabras, una vez mas, me hicieron llorar con un sentimiento de cuidado, y protección. Y es que, Remmy, a pesar de no encontrarse en sus cabales en muchas de las ocasiones, me transmitía esa seguridad que esperé sentir de mis anteriores parejas incluido el padre de mi hija.
-No lo dejes por mi -lloré entre sus brazos-.
-Lo dejaré por todo el amor que siento por ti, por Stormi, y por ese frijol que se está formando en tu vientre, no me importa -besó mis ojos-.
Besaba mis hinchados ojos, y saboreaba, con gusto, las lagrimas que empañaban mi rostro. Sonreí por primera vez en horas. Se estaba dedicando a besar mi dolor, y curarlo con sus labios. La amaba. No tengo palabras para describirlo o agradecerle. Solo debo entregarme a ella.
ESTÁS LEYENDO
LOVE ME HARDER
FanfictionDime algo que necesito saber Luego toma mi aliento y nunca lo dejes ir Si tan sólo me dejaras invadir tu espacio Tomaré el placer, lo tomaré con el dolor.