Me levanté temprano. Cuando bajé tenía el desayuno en la mesa con una nota de Liz:
"He salido a visitar a mis padres, Luke me dijo que te esperaba en tu anterior casa. Te he dejado el desayuno hecho,
Liz"
Desayuné, me duché, me puse algo cómodo y me dirigí a casa con cuidado de no encontrarme con Calum.
Abrí la puerta y vi que, en efecto, Luke ya estaba preparando todo.
Luke: Ey, pensé que dormirías más tiempo — dijo abrazándome —
Mel: Supongo que son los nervios — sonreí - ¿Empezamos?
Subimos al cuarto donde Calum y yo dormíamos. Volver a allí solo me daba recuerdos, y eso me erizaba la piel.
Luke: Ey, ¿estás bien? Si quieres puedo hacerlo yo y..
Mel: No, no. No sería justo, y yo ya debería haberme hecho la idea de que tendría que venir aquí.
Nos pusimos manos a la obra, y entre bromas y risas, en una hora acabamos todo. Me senté en una silla que había ahí cerca, y miré cómo había quedado.
Mel: ¿Crees que le gustará?
Luke: Le va a encantar — dijo Luke mirando a la pared que quedaba frente la cama sonriente. Habíamos cogido todas las fotos de Calum y mías y las habíamos pegado en la pared de tal forma que, con los espacios libres entre las fotos, se viera un corazón. — A mí al menos me encantaría — dijo sonriéndome.
Mel: Luke...
Luke: Calla, nos merecemos un descanso, voy a prepararnos café y luego hablamos.
Reí al ver que Luke bajaba corriendo a la cocina y yo le seguí.
Luke: ¿Dos cucharadas de azúcar? — asentí — Lo suponía. No sé para qué pregunto.
Mel: Lo sé — reí. Nos sentamos y nos lo terminamos en menos de lo esperado — Espera un momento — me levanté y fui a por la bolsa que traje conmigo.
Luke: ¿Qué es eso?
Mel: Una camiseta que necesito que te pruebes.
Luke encogió sus hombros y se quitó su camiseta, a lo cual yo no pude hacer otra cosa más que tapar mi vista.
Luke: Venga ya Mel — dijo riéndose y destapando mis ojos — Eres como una niña — dijo sonriéndome.
Yo sin embargo no podía parar de mirarle. Había crecido muchísimo en tan poco tiempo... y estaba precioso.
Luke: ¿Me das la camiseta? — negé divertida — Ah, entonces quieres que coja frio. O a lo mejor quieres qué... -alzó sus cejas-
Mel: ¡Imbécil! — reímos — Y estamos en Australia, a 31 grados... frío... dudo que cojas.
Empezó a perseguirme y yo salí corriendo, a lo que solo aguanté unos 5 segundos ya que me di con la pata de la mesa en el pie y me paré por el dolor.
Luke: Eres una blanda Mel — dijo riéndose —
Mel: Estás muy cambiado...
Luke: Ya te dije ayer que sí, estoy mucho más guapo y sex...
Mel: Cierra el pico — dije soltando una risa y soltando mi pie, que ya dejaba de doler — Lo dije en serio, y ya te dije sobre qué...
Luke: Supongo que estoy consiguiendo apartarte de mi mente poco a poco. — se encogió de hombros -
Me dedicó una tímida sonrisa y yo le imité. Me alegraba poder volver a estar con Luke así de bien sin sentirme incómoda en ningún momento.
Mel: No podrías hacerme más feliz, necesitaba oír eso — le abracé y el me devolvió el abrazo —
Luke: Mel — me susurró y yo me separé para verle y escucharle mejor — Lo cierto es que estoy conociendo a alguien.
Me aparté de golpe y le sonreí.
Mel: ¡Oh dios mío Luke! Espera, ¿no se llamará Alex? — Reímos los dos juntos y Luke negaba —
Luke: Esta vez es de verdad, se llama Martha.
Mel: Bonito nombre.
Luke: Y es una bonita chica, seríais buenas amigas.
Mel: Entonces deberías presentármela — dije haciéndole pucheros —
Luke: Cuando quieras.
Me alejé y cogí la camiseta que le compré a Calum. Quería ver cómo le quedaba a Luke. No por nada en especial, solo para imaginármela en el cuerpo de Calum más tarde.
Luke: ¿Capitán América? — Asentí — Es para Cal, ¿verdad?
Asentí de nuevo y antes de que se la pusiera le volví a abrazar. Ahora que sabía de sus sentimientos, no me incomodaba hacerlo.
Luke: Hoy estás muy cariñosa, ¿no? — dijo divertido con la camiseta en las manos. Me dio un beso y empezó a recorrer mi espalda con la yema de sus dedos, lo que provocó que riera ya que él sabía que me daban demasiadas cosquillas en esa zona —
Justo en ese momento escuchamos la puerta abrirse y poco después escuchamos el sonido de algo chocar con el suelo.
Mi vista se dirigió al suelo, y vi unas zapatillas que eran inconfundibles, y al lado de estas yacían las llaves de casa.
Mierda.