capítulo 30: lucha y huida.

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POV Mel

Empecé a hacer las maletas rápidamente. Tener que volver a España en parte me aliviaba, porque necesitaba separarme de Calum. Llevábamos unos cuantos días discutiendo por cualquier gilipollez. Hace un par de días llegó a casa y empezó a quejarse de que tenía hambre y aún no tenía la comida hecha. Lo peor fue cuando bajé hasta donde él estaba gritando y me vio que estaba con la cámara.

Flashback

Mel: ¡Deberías relajarte un poco! Que yo sepa no soy tu chacha ni nada de eso, ¿no? – dije bajando las escaleras mientras miraba las fotos que estaba haciendo al paisaje. Cuando quedé frente a él, soltó una risa irónica - ¿Qué?

Calum: ¿Estabas sacando fotos? – asentí - ¿Y no había otro momento? Joder Mel, sabes que vengo molido del rodaje del videoclip, ¿y no está la puñetera comida hecha porque estás sacando fotos? –

Mel: Pues a la próxima ya sabes qué hacer – Calum me miró interrogante – te llevas un puto túper y te lo comes por el camino. – Calum rodó los ojos y se alejó a la cocina –

Calum: ¿Se puede saber por qué últimamente siempre estás sacando fotos?- dijo en un tono despectivo –

Mel: Cosas personales – dije sacando la sartén y echando dos trozos de carne en ella –

Calum: Creo que me interesa lo que hace mi novia, ¿no?

Mel: Si de verdad te interesara sabrías que es mi trabajo. Estoy trabajando para una revista, Calum. Me pagan muy poco, pero bueno, me ayuda.

Calum: ¿De verdad? ¿Y me lo dices ahora?

Mel: Estabas muy ocupado en ti y en tu trabajo, no he tenido tiempo. – dije saliendo de la cocina –

Calum: ¿Y ahora a dónde vas? ¿No piensas comer?

Mel: A la habitación, y no, no tengo hambre, y tú ya eres lo suficientemente mayorcito para saber cocinar dos trozos de carne.

Fin del flashback

Cosas como esa era lo que hacía que discutiéramos, y estaba empezando a cansarme. Hace apenas un par de semanas estábamos en una casa rural, solos, perfectamente. Pero al volver todo cambió. Calum empezó a distanciarse y cuando hablábamos acabábamos hechos una mierda. Y lo peor era que se estaba convirtiendo en rutina. Me asombraba cuando no discutíamos en más de una hora seguida, y eso no era lo normal.

Esperé sentada a que Calum llegara a casa colocando las maletas en la entrada del pasillo, preparada para la bronca que iba a echarme por irme de repente.

A las cuatro llegó, como cada día, de su trabajo tan costoso que era tener que escribir canciones y terminar de rodar un maldito videoclip.

Cuando abrió la puerta y vio las maletas, empezó a gritar mi nombre como un maldito loco.

Prohibido estar tanto tiempo sin vernos | Calum HoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora