Veinte

477 63 33
                                    

Howard aún evaluaba al sargento con cierto recelo de pies a cabeza, a pesar de que Barnes no quitaba esa sonrisa estúpida de su rostro. El señor Maximoff lo habría desaprobado al instante, pero él no era el señor Maximoff y tampoco podía ir contra los deseos de Wanda por muy elocuentes que esos sean. Ella lucía...feliz. No era ninguna tonta, algo bueno debió de haberle visto, es solo que a él no le agradaba para ella. Wanda era su mejor amiga, aún no se estaba acoplando a ese estilo de vida ni a la gente de Nueva York como para hacer de la nada amistades con desconocidos.

Frunció el ceño una vez más y negó, Bucky soltó un suspiro exasperado y rodó los ojos en dirección al tipo.

— ¡Oh, vamos! Estaba en peligro, la traje a casa a salvo.

—Y estamos agradecidos con su servicio, Sargento, pero me parece que ya va siendo hora de que vaya a casa. Se hace tarde. —regresó a su escritorio y se apoyó detrás de él; colocando las palmas extendidas de las manos sobre la madera y mirándolo con cierta chispa de altivez. Ahora al menos tenía el control de la situación; más no de la propia Wanda, quién en vez de hacer lo que cualquier otra muchacha de su edad y encapricharse, se acercó a él y colocó una de sus manos enguantadas sobre el hombro de Howard y sonrió de manera encantadora. Ablandándolo, por desgracia.

—Howard, por favor. Permite que al menos se quede a cenar, se lo debo. Solo...Solo imagina que no hubiera vuelto. —su semblante cambió recordando la sensación de terror que la atravesó cuando creyó que no regresaría a casa. Howard la miró, llevaba preocupación en la mirada y colocó su mano sobre la de ella para dejar una sutil caricia de sus dedos. Su corazón había dejado de latir en cuanto Barnes describió las circunstancias en las que la halló.

— ¿No crees que es mejor quedarte a descansar? Yo hablaré con él.

—No estoy cansada. — el corazón de Howard se hundió al escucharla; Wanda no desistiría de aferrarse al menos esa noche al sargento Barnes y él debería de ceder muy a su pesar. Cerró los ojos con fuerza y quitó su mano de la de ella con cierta brusquedad por la impotencia del momento.

—Bien. Puede quedarse a cenar. — gruñó entre dientes y ella en cambio, parecía una niña sonriente.

— ¡Estupendo!

—Esto es por tí, Wanda. No importa nada más, no me habría perdonado si algo te sucedía.

Wanda lo miró con gratitud y acarició su mejilla, todo aún en presencia de James que miraba de uno a otro; desconcertado.

—Te lo agradezco.

Howard se giró hacia James, juntando las manos y haciendo un ruido que sobresaltó al sargento. Bien sabía Barnes que no le agradaba y eso en parte lo ponía nervioso. No es como si conociera a la dama desde hace años como en el caso de Steve.

—Iré a avisar que preparen la cena. Con permiso...Y, señor Barnes, lo estoy vigilando.

—Créame, lo sé.

Wanda le sonrió para tranquilizarlo y le guiñó un ojo antes de salir detrás del amargado Howard Stark. Bucky se restregó la barba y cayó de golpe sobre uno de los asientos.

— ¿Tú que haces aquí?

La voz interrogante de Sharon lo hizo abrir los ojos, no sabía que se había dejado abandonar a la sensación de cansancio. La miró con la misma expresión; una ceja alzada y sonrisa ladeada con un toque de sarcasmo.

—Me invitaron a cenar.

— ¿Por qué?—se burló ella, sonriéndole algo más genuina y causando en él cierto descontento al no creerle del todo.

AMERICAN DREAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora