Treinta

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La madrugada pasó lenta, Sharon descansaba su cabeza contra el marco apolillado de la ventana mientras observaba a James sentado con una expresión seria; de ceño fruncido, las manos apoyadas bajo la barbilla, labios tensos, encorvado hacia adelante, ojos grises perdidos en el suelo amaderado y desgastado.

—Debería ser sencillo...No lo entiendo.—ella dijo, moviendo la cabeza en negación para reiterar su posición frente a él.

James suspiró. A lo mejor ella estaba cansada de darle vueltas una y otra vez al mismo tema; sin embargo, aunque así fuera, Sharon prefería dejarlo desahogarse.

—Tal vez me generé a mí mismo demasiada expectativa. Tal vez ella no sienta lo mismo por mí. En la boda parecía tan distante, como si se tratara de alguien más.

—No parece una mujer caprichosa. Al contrario, tiene la apariencia de alguien enamorado por primera vez.

Sharon lo buscó y le sostuvo la mirada por unos segundos; pasó de confundido a destrozado. Ver como el reflejo de las lágrimas surcó sus ojos la partió. Tomó una honda respiración y se acercó a él en el sofá, colocando una mano sobre su hombro.

—Quizá...Puede que ella esté enamorada, pero no de mí, Sharon. —Bucky tenía la inseguridad en la punta de la lengua, quería hacérselo saber y aun así todo parecía un producto de su mente engañosa.

Ella rió sin comprender.

—Eso sería un poco ilógico, ¿No lo crees? Está saliendo contigo, te permite cortejarla, comienzas a conocer parte de su mundo; extraño sería el hecho de que tardaras más tiempo en presentársela a tu madre formalmente. Bucky...No cabías en la ilusión desde que ella aceptó salir contigo.

—¿Y si solo era eso? ¿Una ilusión?¿Qué pasa si ya no estoy tan seguro como antes?

Ella se retiró, tomando distancia y dejando que su mano cayera del hombro de James.

—¿Por qué no lo estarías..?

—Porque una relación implica honestidad. Y ninguno está siendo honesto con el otro; ella con sus sentimientos y yo con mi pasado. ¿Qué si nos equivocamos? Wanda no estaría segura de querer pasar el resto de su vida con alguien que apenas tiene control de sí mismo. De hecho, dudo que lo acepte.

—Estás exagerando, ella es, precisamente, el tipo de mujer que no dudaría un segundo en quedarse a tu lado.

—Ella está enamorada de un personaje, Sharon. Es más fácil fingir ante la gente, ¿Pero qué pasará cuando ya no pueda soportarlo?

Sharon frunció el ceño al momento en que el semblante de James se oscureció y las sombras bajo sus ojos grises se volvieron más prominentes.

—Hablas como si ocurriera lo peor. No eres un monstruo, James, jamás le harías daño.

—Quizá no de forma intencional—él tomó la taza de café que reposaba sobre la mesa de noche y su mano derecha comenzó a temblar con brusquedad. Sharon quedó atónita ante el movimiento involuntario—¿Lo ves? Ni siquiera lo fuerzo. No puedo controlarlo. A veces suelo despertar en la noche y tomo el arma bajo mi almohada pensando si debería disparar a alguien inexistente o a mí mismo. ¿Qué sucede si el pánico se hace presente y ella está junto a mí?

—No pasará—lo tomó de los hombros con firmeza —. Necesitas confiar más en ti mismo. Tal vez no has querido decirme todo lo que sucedió cuando fueron prisioneros de guerra, pero puedes tener la seguridad de que entiendo lo doloroso que puede significarte recordar. Cada persona tiene una lucha interna, Barnes, lo importante es saber asumirla. Si no puedes solo, bien...Estaré aquí si necesitas desahogarte. Pero no la dejes ir, no me digas que vas a rendirte.

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