Steve soltó otra carcajada cuando Natasha se puso a imitar a su jefe más tarde esa misma noche, aún no tenía ganas de volver, solo de quedarse despierto y observarla. Si cerraba sus ojos, aquel sueño se convertiría en una pesadilla. Nunca había tenido tanto miedo de algo tan simple, ni siquiera cuando era joven y enfermizo; era aterrador y lamentable despertar bañado en su propio sudor, con escalofríos que simulaban ser agujas atravesándole el cuerpo y sintiendo que la vida se le iba en un último suspiro. Justo ahora, ella y su hogar eran un salvavidas en todo aquel mar de desgracia; Natasha no merecía que le contara aquellos sucesos luego de la guerra. No quería apagarla.
—Entonces, como podrás notar, el tipo es un renegado. Nos tiene a Sharon y a mí, si no es fregando pisos, pues fregando las mesas. Todo por un salario que es muy apenas decente; decente para alguien como yo, por supuesto. Lo necesito.
—No lo necesitas, lo sabes. — le recordó, sin ser muy explícito, que si de él dependiera no estaría limpiando las mesas de un sucio Bar. Natasha era una dama y su madre siempre le enseñó a respetarla y a cuidar de ella. Ahora que miraba desde una perspectiva más amplia, no estaba haciendo un buen trabajo. Su amiga tan solo debía decir las palabras mágicas y se acabaría su suplicio; pero algo que en verdad admiraba de aquella mujer, era su independencia y su capacidad de soportar situaciones tan precarias e infortunadas.
—Claro que no. Tú crees que lo necesito Steve, sin embargo, debes saber que ya tengo dos empleos. Así que gano un par de dólares más que siendo camarera.— le dijo con orgullo.
—Oh...cierto—asintió pensativo, fingiendo repentina sorpresa. Lucía como alguien que acababa de recordar algo— Ya casi olvido como de pasmado me dejaste hace unas horas. Te conozco desde que somos unas crías y fuiste incapaz de siquiera insinuar que cantabas.
Ella se abanicó con su propia mano para disipar el calor en su rostro cuando la atrapó en un momento inesperado, ¿Qué podría decirle? Se suponía que no le tomaría tanta importancia porque era algo muy insignificante. Todo el mundo podía cantar. Se dio cuenta de que por cada momento en el que Steve se refería a ella con cierta sorpresa, la hacía sentir como si parte de sus vidas juntos se hubiese evaporado y simplemente no recordase nada.
—Pues, para empezar ni siquiera sabía que llegarías hoy. Estaba tan hecha a la idea de que quizá no volverías que no me puse a pensar en ese minúsculo detalle.— las palabras habían salido tan naturales que tuvo que bajar la mirada cuando los ojos azules de Steve se fueron apagando ante su confesión.
—A mí también me parece increíble estar aquí.
—Debe ser un milagro.—asintió cohibida cuando lo oyó mascullar. Su cuerpo tembló ligeramente ante la idea. ¿Cómo era que un momento se podía volver triste en calidad de segundos?
—Es todo un suplicio. Algunos solo quieren beber hasta el amanecer y olvidar por completo que estuvieron ahí. A veces es mejor morir de un disparo limpio en el cráneo, que tener que vivir recordando todo eso.
—¿Lo hubieras querido así?—lo miró con fijeza, dejando que el temor se reflejara en sus iris esmeralda. Finalmente, no quiso que se centrara en ella y su dolor momentáneo que le había traspasado el corazón como la punta afilada de una daga—.Entendería si fuera el caso. Pero, eres joven, tienes una novia que te ama; tantas posibilidades que...
—Natasha, lo hubiera querido si no tuviera nada que perder. Todo eso te vuelve loco, pero mi hogar y las personas que amo están aquí.—tomó su mano, apretándola con ligereza; manteniéndose cuerdo y tratando de disipar la melancolía que comenzaba a consumirlo.
—A lo mejor yo también me he estado volviendo loca este último mes y es por eso que presiono el tema con tanta insistencia. Lo lamento.
—No hay nada que lamentar ahora, querida.
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AMERICAN DREAM
FanfictionCuando la ley migratoria toma por sorpresa a Natasha Romanoff, todo lo que puede hacer es contar las horas antes abandonar su minúsculo apartamento, el cual ocupa con su padre enfermo. Pero antes de partir debe despedirse de la única persona que la...