Steve no entendía como terminó una noche caminando a solas con María Hill. Solo sabía que estaba con las manos en los bolsillos, mirando la luna mientras reía sin escucharla realmente. Pero estaba con ella y no con su esposa.
Natasha había huido de él como la peste la última noche que se vieron juntos en el jardín y, sería honesto, él también de ella.
El pensamiento lo hizo sonreír inconsciente, una sonrisa irónica porque nunca estaría lo suficientemente lejos de ella y, ¿La había atado a él para evitarla sin más?
María lo observó con intriga, eventualmente volvió a reír creyendo que el gesto iba dirigido a lo que estaba diciendo, pero Steve tenía la voz de Natasha en la cabeza dándole vueltas, dispersando los susurros que le decían que se había convertido en alguien indigno de ella, dispersando la voz de María, el sonido del viento rozando sus orejas y direccionando su cabello.
-¡Ajá! Te pillé-lo apuntó María con ojos entrecerrados y un tono acusador que bailaba entre el orgullo y el fastidio-. No me está escuchando, señor Rogers.
Steve no pudo evitar observar su anillo un segundo, como la banda brillaba bajo la luz de la luna. Su expresión se tornó melancólica por un instante.
-Claro que lo hago. Disculpe si le di esa impresión.
-Entonces repítame lo último que he dicho si estaba tan atento.- María sonrió cruzada de brazos con suficiencia.
-Fue...Eh...Sobre su atuendo esta mañana.
-¡Claro que no, Steve!- se burló, soltando una carcajada que lo contagió y avergonzó a partes iguales.
-Lo lamento. Es que mi mente ha estado...lejos de la realidad estos días y no he querido centrarme en nada más que mi trabajo con tu padre.
-Demasiado, diría yo. ¿Problemas en el paraíso?-aleteó sus largas pestañas, oscuras y espesas hacia él. María tenía unos ojos realmente encantadores.
Steve detuvo su paso y la apreció durante un segundo, su rostro resplandecía con ese rubor que aflora luego de beber más de la cuenta; pero María no iba mareada por el alcohol, sino por el aire de libertad. Lo veía en sus pupilas dilatadas.
-Solo algunos.
-¿Fue tan malo?- la vio fruncir el ceño con preocupación y negó.
-Solo culpa mía, ha pasado una semana de eso.
-¿Sabes? No siempre deberías culparte por todo lo malo que sucede a tu alrededor. Lo aprendí a la fuerza...Pero, es verdad.
-¿A qué te refieres?-se preocupó él.
-Nada, olvídalo. Cosas a las que papá llamaría "de niña caprichosa".
-No creo que seas caprichosa, en absoluto.
-No me conoce lo suficiente, señor Rogers.
-¿Insinúa que debería conocerla más?
-Ya somos amigos, ¿No, Steve?
Él asintió.
-Bien, es momento de halagar mi atuendo ahora. No he escuchado una sola palabra al respecto desde que salimos de la oficina de papá.
Steve notó el vestido formal de cortes rectos de color azul oscuro, los zapatos de tacón y el ligero maquillaje. María era una mujer hermosa, pero no entendía cómo podría alguien como ella-con su carácter y encanto- seguir sola. Eso era lo que estaba a punto de decir, hasta que un sonido familiar atravesó sus oídos transportándolo al infierno de meses atrás.
La lluvia se desató sobre sus cabezas con un estruendo y luego el cuerpo de un hombre tambaleándose apareció frente a ellos hasta desplomarse sobre el suelo. María soltó un grito de horror.

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AMERICAN DREAM
FanfictionCuando la ley migratoria toma por sorpresa a Natasha Romanoff, todo lo que puede hacer es contar las horas antes abandonar su minúsculo apartamento, el cual ocupa con su padre enfermo. Pero antes de partir debe despedirse de la única persona que la...