Siete

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Steve no lo pensó dos veces cuando tuvo que pagarle al doctor Wilkes para que la estancia de Iván durase un poco más, y luego dejó a Peggy acongojada en medio de la sala de espera para correr tras la rubia luego de unos minutos. Pidió un taxi sin quedarse con el cambio y cuando ella llegó, él ya estaba en la puerta. Natasha levantó su mirada, triste y despacio la cual a Steve le partió el corazón por verla destrozada tal como él lo estaba, pero no lo dejaba entre ver.

El borde de los ojos verdes estaba enrojecido al igual que sus mejillas y la punta de su nariz, lucía desvalida, temblorosa y harta. Entendía el sentimiento, el estar a punto de perder a alguien. Le había sucedido tantas veces que no podía solo no identificarse; pero le había ocultado la verdad, ¿Por qué?; ¿Es que pensaba irse y no decirle?

-Ahora no, Steve, por favor.

-¿Entonces cuándo?, ¿Cuándo estés a punto de irte?-frunció el entrecejo y sentía como un sollozo se quedaba atrapado en su garganta-, sabías que esto pasaría y no me lo advertiste. Y aún si lo hubieras hecho...Jamás estaría preparado.

-Yo iba a decírtelo.

-¿Y cuándo?

Ella no soportaba ver su desasosiego, tenía que voltear su rostro para no presenciar como él se descomponía aun tratando de no reflejarlo. Steve siempre quería ser tan fuerte por todos, envuelto en esa...piel de héroe, que nadie notaba al chico frágil que escondía, solo al capitán que aprendió a ser, al soldado recto e inquebrantable.

Sacó la llave del bolsillo de su falda y abrió la puerta, esperaba que él no la siguiera; pero ambos sabían que no la dejaría ir tan fácil.

La encaró en la sala de estar, cuando ella, desarmada, por fin dejó que su espalda reposara contra la pared. Casi a oscuras si no era por la lámpara que aún llevaba una vela dentro; consumiéndose.

-Steve, lo siento.

-No te disculpes. No te disculpes porque no ibas a hacerlo antes. Solo ibas a desaparecer y esperar a que yo me olvidara de todo como si fuera un amnésico.

-¡Tienes que superarlo! No viviré por siempre, en algún momento, me quede aquí o no, cualquier cosa pudo pasar; un accidente, tu trabajo, una enfermedad, ¡No sé! Tantos escenarios en los que no estoy junto a ti, y si eso pasara solo nos quedaría aceptar.

-¿¡Por qué debes de ser tan negativa!? ¿¡Por qué nunca esperas ayuda de nadie, ni siquiera la mía!?

-¡Porque tienes una vida!-le gritó con desesperación, intentando hacerlo entender-. Tú tienes a alguien, tienes un lugar, tienes...podrías tener una familia. Nadie te juzga, solo vas por ahí sin miedo.

Él rió con sarcasmo, agudizando su mirada, volviendo su expresión dura. Con aquella barba, la ropa desprolija y tan sofocado como estaba, Natasha pensó que lo había dañado más de lo que pensó.

-¿Crees que sería feliz sabiendo que dos de las personas más importantes en mi vida ya no están conmigo?

-Solo es un recuerdo, estás acostumbrado a mí y a papá, tal como lo estás de Bucky; si él se fuera, si Peggy se fuera estarías igual.

-Me sorprende la capacidad que tienes de cerrarte ante la gente, ante mí, que soy tu jodido amigo. ¿Que pasó con hablarlo todo? ¿¡Eh!? Toda mi vida está a tu lado, Natasha. Y sabes perfectamente que nada de lo que has dicho es lo que en verdad siento, solo pones palabras en mi boca para convencerte a ti misma; pero la realidad es que no tengo un lugar, no tengo esa vida de la que hablas, ¡Trato de mantenerme a raya porque me juzgan todo el tiempo!, ¡Ya ni siquiera sé a quién tengo a mi lado, estoy siempre alerta!

AMERICAN DREAMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora