Capítulo 1

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- Créditos de imagen de portada: https://www.pixiv.net/en/artworks/89548195 

Esta es una historia que terminé de escribir y publiqué hace poco más de un año. La pasé a borrador y finalmente (luego de editarla un poco, dividir los capítulos largos en varios más cortos y darle una releída) la vuelvo a publicar. Se podría decir que esta es "la versión final" aunque no lo parezca jeje. 

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"Un humano sin ilusiones.

Tensión deprimente en

una cara triste.

¿A eso hemos llegado?"



Eran cuatro paredes con un techo y un suelo. Era una habitación con forma de un cubo perfecto, blanco, pulcro. Saitama sabía que ahí lo estaba todo, incluso si no podía ver nada.

No tenía ni idea de cómo llegó ahí, no tenía noción del tiempo tampoco. Pudieron haber pasado años pero para él habrían sido simples minutos.

Saitama volvió a pasearse por la habitación, ¿ya lo había hecho antes? Él no podía recordarlo.

Intentó entonces buscar a alguien, algo, cualquier cosa en cualquier rincón que pudiera darle una pista de qué hacía ahí o qué debía hacer; pero no hubo nada. Nada.

Pasó de nuevo un tiempo. Realmente no se sentía preocupado ni perdido, era como si ya hubiera estado toda su vida ahí dentro de ese cubo blanco. Aun así, era suficiente, no podía quedarse encerrado ahí toda la eternidad, necesitaba salir. ¿Para qué? Quién sabe, era simplemente un sentimiento ajeno e indescifrable que le advertía sobre algo por conseguir, algo por recordar, algún lado a dónde volver.

—Suficiente —, se dijo Saitama. Intentó acercarse a una de las paredes, pero éstas retrocedieron a su paso, intentó hacerlo de nuevo y no hubo cambio. Saitama estaba en el centro de esas paredes.

—Entonces será por el techo, —pero el fenómeno se repitió.

Una y otra vez, las paredes blancas y el techo repelían su cuerpo y se alejaban justo a la misma distancia en la que él se acercaba. Dos polos iguales. Saitama no lo entendía, no quería entender, no podía.

Intentó hacerlo más veloz, con más fuerza, pero esas malditas paredes le demostraron que podían igualarlo a la perfección y alejarse en seguida. Estiraba su mano, alzaba la punta de los dedos de sus pies, sacaba la lengua; pero la pared era intocable, inalcanzable e incomparable.

El piso...

Saitama bajó su mirada e intentó enterrarse en el suelo, fue ahí cuando fue capaz de percatarse que nunca había tocado tal cosa como el piso, no estaba pisando nada, estaba flotando. Flotando en medio de seis paredes, dentro de un cubo blanco. Una habitación de paredes cuadradas.

Él era un hombre de poca paciencia y naturalmente debería sentirse enfadado y totalmente desesperado, pero no había nada de eso. Sólo aburrimiento.

Saitama lo intentó una vez más: dar un puñetazo al aire. El golpe de distancia debería destruir algo.

Pese a su esfuerzo, una y otra, de forma simple y sería, no hubo respuesta. No sabía si había perdido su fuerza ahí dentro o si simplemente las paredes podían con él.

No había nada más que hacer, así que Saitama decidió que satisfacer su curiosidad indagando entre las paredes era lo mejor. Eran demasiado blancas, no había reflejo en ellas. No había sonido, era una apacibilidad que colmaba el ambiente y todo en el interior de Saitama. Hacía mucho que no se sentía de esa forma, era como estar en un sueño o recién despertar de uno.

Habitaciones cuadradas (Saibuki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora