Capítulo 30

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Fubuki subió a la segunda planta dirigiéndose a donde recordaba que estaban las habitaciones de los niños.

Su cuerpo moviéndose al ritmo de su memoria muscular mientras podía escuchar las ventanas de la casa romperse, la puerta caer y muchas personas comenzando a correr dentro por la sala, hacia las escaleras, hacia ella.

Fubuki supuso que Saitama de alguna forma había atraído a las personas para que lo ayudaran a detenerla.

Con sus poderes comenzó a derribar todas las puertas del pasillo para evitar perder tiempo abriéndolas una por una. Fubuki pasó corriendo mirando el interior de forma fugaz, pero todo estaba vacío, no había nadie.

"...Vayamos a casa...", recordó decir a Saitama.

Eso significaba que esa ya no era "su" casa.

Fubuki creyó que eso tenía sentido; después de su desaparición, Saitama pudo haber escondido a sus hijos en otro lugar donde pudiera mantenerlos vigilados de cerca para evitar el riesgo de perderlos a ellos también.

Pero, ¿dónde?

La madera del suelo salió volando formando un agujero y de ahí salió Saitama, al mismo tiempo, un gran número de personas salieron de las escaleras.

Fubuki se cubrió con un escudo y saltó también atravesando el techo y llegando a la azotea de la casa. Sus pies tocaron el tejado y ella comenzó a correr entre los tejados de las demás casas, volando de forma simultánea con la ayuda de sus poderes en dirección al centro de la ciudad, justo donde estaban los edificios más altos, donde ambos acostumbraban a tomar sus almuerzos juntos durante el trabajo, donde ambos solían realizar su patrullaje diario en busca de monstruos.

Saitama la seguía por detrás con rapidez, casi alcanzándola.

El cielo nublado, oscuro y con gotas de lluvia cayendo mientras ellos dos corrían entre las azoteas y se perseguían el uno al otro; ella corriendo lo más rápido que podía, él gritando su nombre.

Todo eso le trajo recuerdos a Fubuki, bellas memorias que pensó ya haber olvidado. De cuando ellos dos corrieron por esas mismas azoteas buscando llegar a casa en una noche lluviosa, el día en que ambos confesaron sus sentimientos.

Un hermoso recuerdo que ahora era manchado con su situación actual y que sería desechado para siempre una vez que salieran de ahí.

Mismas acciones, emociones contrarias.

Era como si algo se hubiera quebrado por completo dentro de ella al darse cuenta de esto.

Ella corría lo más que podía sin voltear, Saitama comenzaba a sonar preocupado.

Fubuki comenzó a sentir algo húmedo en sus mejillas. Trató de ignorarlas pero cuando su vista comenzó a volverse borrosa, ella tuvo que limpiar con enojo sus lágrimas y seguir corriendo.

Todo fue mentira, todo.

Ella ignoró el temblor de sus manos, el ardor en sus ojos, el dolor en su pecho y los gritos furiosos de Saitama y decidió comenzar a volar con la ayuda de sus poderes. Saitama podrá ser todo lo fuerte que quisiera en el mundo real, pero no había forma de que pudiera igualarse en el plano mental con un esper, mucho menos con las habilidades de un esper como Fubuki con los poderes de un esper como Tatsumaki.

En ese sentido, Fubuki podría vencerlo por el simple hecho de tener mucha más experiencia que él.

Fubuki llegó al centro y comenzó a moverse entre las azoteas de los edificios mirando a todos lados, a todo lo que pudiera. Tratando de encontrar la forma de dar con el paradero de sus hijos. Pero todo estaba muy oscuro y sin color y solitario y sucio. Saitama había descuidado la ciudad sin saberlo.

Habitaciones Cuadradas (Saibuki)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora