-11-

25 5 39
                                    



Me encantaría que hoy me tocará ir a clases, para divagar mi mente, pero por que a una persona se le ocurrió que existieran los sábados y domingos, aquí estoy.

No podía ni hablar, mi llamar, ni ver a Sam no solo por lo del beso, si no porque cuando lo hizo, salí corriendo sin dar ninguna explicación.

¿Por qué hizo eso?, bueno yo lo hice primero, pero dijo que solo éramos amigos y si fingimos algo será frente a Dulce.

¿Qué pensará sobre mí?

Estaba solo viendo la pantalla, ya que ni prestaba atención a lo que era el programa, solo a mis pensamientos.

Me sentía tan estúpida y confundida, ¿Acaso siento algo por él?, es muy rápido para eso y no puedo sentir nada por él, ya basta con pensar eso.

—¿Bena?

Parpadeé confundida y miré a Dulce.

—¿Mju?

—¿Le dirás a tu padre?, Sobre ese chico.

—¿No le has dicho tú? —Ella puso mala cara.

—Yo creo que tiene que saber, después lo verá aquí y tendrá muchas preguntas sobre él —Por momentos quiero que ella no existiera, era tan irritante.

—Tendrá preguntas si tú le dices cosas malas sobre él.

—Solo digo, pero me alegra.

—¿Qué te alegra Dulce? —Fruncí el ceño.

—Que estás olvidando a esa mujer y a ese hermano tuyo, ah y tú ex-novio.

—Yo no los he olvidado.

—¿Y ese chico?, ¿No es tú novio?

—Él... —Suspiré—. Es mi novio, pero nunca los he olvidado, ni los olvidaré.

—Tienes que.

Respiré profundo y me levanté de el sofá, caminé hacia la puerta de la entrada, la abrí y salí, la cerré con fuerza.

—¡Maldita sea! —Grité.

Suspiré y miré a la vecina la loca de los gatos.

Debería dejar de decirle así.

Buenos días.

Ella me miró con el ceño fruncido.

—¿Todo bien Bena?

—Sí, todo bien.

Ella siguió con su caminó y suspiré.

¡Maldita sea!

Tomé mí teléfono de mí bolsillo, y busqué en mis contactos.

Sonó varias veces, y contestó.

—¿Hola?, ¿Bena?

—Necesito hablar con usted.

Él tenía un horario ocupado, pero aquí estaba yo.

No podía molestar así a mi psicólogo, pero ya estaba harta de Dulce, ¿Por qué señor?, ¿Por qué ella?, al menos esta vez no aventé algo o me puse a llorar.

—¿Bena?

—¿Mju?

—Estas enojada con Dulce y eso es normal.

—¿Normal?

—Sí, si no te trata con respeto, es normal que te enojes —No solo me enojaba, me ponía tan furiosa que sentía que podía destruirla en cualquier momento.

Deja que me vaya ✓ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora