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Estaba ahí, él entró a la casa y yo estaba ahí, como una tonta a la que acaban de rechazar, pero esto era diferente, yo lo rechace a él.

Él no se merece eso, es una buena persona y es lindo conmigo y aunque lo conozco de hace poco tiempo puedo afirmar que si me gusta y mucho, quizás es eso que le llaman amor a primera vista, pero ya eso no tiene caso.

Mi celular estaba apagado d y no veía ningún taxi cerca, me limpié las lágrimas y justo cuando empecé a caminar la lluvia empezó a caer, cerré los ojos y sentí como gotas caían sobre mi, abrí los ojos y empecé a caminar.

Llevaba cinco minutos caminando, la lluvia estaba demasiado fuerte, ya se había convertido en una tormenta y por rayos que veía, era una tormenta eléctrica y para mí suerte los focos de las casas y calles se apagaron, todo quedó oscuro, seguro es por la tormenta, no podía ver casi nada, la lluvia aumentaba más, no podía ir así a mi casa.

Carajo.

Estaba toda empapada, mi celular seguro ya estaba malo, con tanta agua que le cayó, pero rápido unas luces en el camino se vieron, fruncí el ceño y ví a un auto, este venía hacia a mí, el auto venía rápido, de pronto me quedé paralizada, mi respiración empezó a fallar y mi corazón empezó a latir rápidamente, en mi mente se escuchaban los gritos de mi mamá y mi hermano.

Pero sentí un peso sobre mí, haciendo que me cayera al otro lado de la carretera, no pude ver tan bien, la lluvia, las luces, el viento, las oscuridad, todo pasó tan rápido que parecía un flasback de mi vida. El auto paso y fruncí el ceño, miré a quien estaba caído a mi lado.

Sam

Ese chico al cual había dicho que no... Ese chico me había salvado la vida, ese chico del cual ya me había gustaba tanto, al cual no dejaría ir.

Él se levantó y extendió su mano hacía mi, la tomé y me levanté.

—¿Qué te pasa?, ¿Quieres morir? —Él me salvó, le importo de verdad—. ¿Estás bien?, ¿Te hiciste daño?

Negué con la cabeza él frunció el ceño

—¿Qué pasa?, ¿Te sientes bien?

—De verdad te importo.

—Benazir me importas y mucho, ahora no quiero hablar de ese tema, lo hablaremos luego.

—Gracias Sam.

—Ahora volvamos a mi casa, vamos a pescar una neumonía.

Él se acercó a mí y me abrazó y caminamos así hacia su casa, él abrió la puerta y entramos, había algunas velas que iluminaban un poco.

—Ven, vamos a mi habitación —Temblaba del frío, sentía la opresión en mi pecho.

Subimos las escaleras y llegamos a una puerta de color café, entramos y todo estaba oscuro, el me soltó y se puso a hacer algunas cosas, rápido una pequeña lámpara de noche nos estaba iluminando.

Él me ofreció una toalla y la tomé, me seque el cabello y lo miré fijamente.

—Por hoy te quedarás aquí.

—¿Y tus papás? —Pregunté.

—No están, andan visitando a mi abuela, yo no quise ir, se fueron en la tarde.

—¿Donde dormiré? —Él me apunto hacía su cama —. ¿Y tú?

—En el cuarto de mis padres, te traeré una camisa de papá, seguro te queda mas grande que las mías.

Y salió, dejándome a mí sola ahí, el cuarto se miraba un poco gracias a la pequeña lámpara, se veía que era ordenado, quién te viera Sam.

Él entró y me ofreció una camisa color amarilla, la tomé y salió de la habitación cerrando la puerta.

Me quité mi pantalón y mi camisa, quedando en ropa interior, mi sostén estaba un poco mojado, pero no era tanto, pero mi panti, si estaba mojado, lo quité lentamente y dejé la ropa mojada en el suelo, me puse la camisa y caminé hacia la puerta, la abrí y ahí estaba Sam esperando.

Me miró fijamente y sonrió.

—Te digo algo como amigo.

—¿Qué cosa? —Sonreí.

—Te ves sensual.

Puse los ojos en blanco y el sonrió.

—Y vuelves con esa palabra —Él sonrió.

Él entró al cuarto y me senté en la cama.

—Yo llevo la ropa, quédate aquí.

Abrí los ojos como platos, el tomó las prendas y me levanté.

—No, no te preocupes, yo las llevo.

—No, tú no sabes dónde está el cuarto de lavado.

—Pero yo quiero llevarlas —Dije y sonreí preocupada

—Eres mi invitada, déjame encargarme.

Y caminó hacia la puerta y justo cuando salió vi algo caer de la ropa que llevaba, se inclinó y tomó la prenda.

Oh no.

Él frunció el ceño y me miró

—¿No estás usando ropa interior? —Sonrió y lo ví mal.

—¡Largo, largo de aquí, no te burles!

Él solo se rió entre dientes y siguió su camino.

Tonto

Me recosté en la cama y poco a poco mis ojos se iban cerrando, y lo último que vi fue oscuridad.

Deja que me vaya ✓ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora