Clarke la beso y Lexa sintió que algo en su cabeza hacía una pequeña explosión, dejando de funcionar. Casi como un foco de luz cuando se quemaba, con ese ruidito de una burbuja explotando.
Cuando su cerebro volvió a funcionar y asimiló lo que estaba pasando, dejó escapar un pequeño jadeó de sorpresa. La lengua de la rubia aprovechó ese momento para invadir dulce su boca, mientras hundía una mano en su pelo. Después esa mano tiró suavemente de la parte de atrás de su cabello, para hacerla levantar el rostro y tener un mejor acceso. Todo esto mientras se acomodaba en su regazo sin romper el beso.
"Clarke" se oyó decir a sí misma, cuando sus bocas se separaron por primera vez, y sin mediar una fracción de segundo volvieron a encontrarse.
Coló las manos debajo del vestido de la rubia, percibiendo como la piel de esta se erizaba bajo su toque, y su propia piel se erizo en respuesta. Recordaba esa sensación casi eléctrica, era como si su cuerpo tuviera una conciencia propia, como si cada centímetro de su piel dijera: Conozco esta boca, conozco esta piel, conozco a esta persona... Esta persona, es mi persona.
Ese pensamiento fue él que la hizo reaccionar, apartó a Clarke de ella, como si se estuviera sacando un animal salvaje de encima y se alejó de cuanto pudo trastabillando.
-¿Lexa? -preguntó la rubia mirándola confundida desde el piso, la reacción de la castaña la acababa de descolocar totalmente.
Habían estado besándose, y la única forma en que Clarke podría describir como se había sentido era "intoxicante". Había perdido los papeles en un chasquido de dedos, y habría jurado que Lexa estaba en la misma página de ella, pero por lo visto no era así.
-Será mejor que te vayas -dijo entonces Lexa y se pasó una mano por el cabello de forma nerviosa.
-¿Qué? -atinó a preguntar la rubia, entrando en pánico, la castaña había respondido de forma entusiasta a sus besos; había colado las manos debajo de su ropa hacía solo unos segundos atrás.
No entendía como podía pasar de un extremo al otro tan rápido.
-Lo siento, no puedo hacer esto, puedo llevarte a casa de Raven o pedir un taxi -dijo sin hacer contacto visual con ella.
Clarke se levantó del suelo de forma lenta, mientras su cabeza corría a una velocidad vertiginosa, tratando de analizar qué hacer en esa situación. Todavía podía sentir el sabor de Lexa en sus labios y el fantasma del calor de su cuerpo, pegado al suyo.
-¿Qué es lo que no puedes hacer? -preguntó, acercándose a ella de forma cautelosa. Algo le decía que si salía de allí, Lexa ya nunca más la dejaría volver a acercarse tanto.
-No te acerques- dijo la castaña, empezando a enojarse mientras retrocedía.
-Lexa, no entiendo que pasa -trato la de decir la rubia, dando un paso hacia ella, se sentía perdida, Lexa se veía como un animal atrapado y a la defensiva de repente.
-No puedo dejarte entrar en mi vida de nuevo, ya me rompiste una vez, no vas a hacerlo dos -dijo entonces la castaña dejando escapar todo el dolor que tenía atascado.
No se había permitido nunca sentirlo del todo, ni enojarse con Clarke. Siempre había tratando de racionalizar las cosas y seguir adelante, sin rencores ni enojos. Había guardado todo en algún lugar muy profundo, y ahora, la puerta que la contenía, parecía haberse abierto.
Clarke solo avanzó más hacía ella, ya no era una sospecha, sino una certeza: cada acercamiento de Lexa no era en realidad un acercamiento sino un flaqueo; ese pendular de la castaña, ese acercarse y luego alejarla era algo que no controlaba. La otra certeza, era que si permitía a Lexa desconectarse de todo aquello que estaba sintiendo, pondría una distancia definitiva entre ellas y volvería a perderla.
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Los caprichos del destino
Random¿Cuánto tiempo necesitas para enamorarte?, ¿Un año, un mes, un dia o un segundo?, Clarke y Lexa no saben muy bien la respuesta a eso pero el destino se ocupara de juntarlas y responderles...