Capítulo 49: "El desarme"

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Clarke giró sobre sí misma para quedar de frente Lexa y la miró estupefacta, parpadeo como si eso fuese a ayudarle a procesar lo que acababa de escuchar.

–¿Y? ¿Qué me dices Clarke?–preguntó Lexa– ¿Lo intentamos de nuevo?

Clarke asintió de forma energética.

–Sí –dijo con voz ahogada y sintió como las  lágrimas se querían hacer un inoportuno apto de aparición.

No supo en qué momento fue que estas se desbordaron, pero realmente escuchar esa pregunta de labios de Lexa había sido una sorpresa inesperada. Una gran sorpresa, como un regalo que ya no esperabas recibir pero que habías deseado demasiado.

–¿Sí?– preguntó Lexa abrazando más fuerte contra a la rubia contra sí.

-Si, intentemoslo de nuevo –dijo Clarke, escondiendo la cabeza debajo del cuello de la castaña.

Lexa pensó, que después de decir eso sentiría miedo, o tal vez un poco de ansiedad, pero ninguna de esas emociones se presentaron. Por el contrario, sintió una calma enorme, que parecía haberse extendido a todo su ser.

–Pero tienes que lavar los platos y arreglar la rejilla de la ducha, en serio, quiero poder darme un baño decente contigo–bromeó Lexa para hacerla reír, sentía la humedad de lo que seguro serían lágrimas contra su cuello.

"Respira Woods, no llores, una de las dos tiene que ser la fuerte" se dijo a sí misma Lexa, se sentía muy cerca del estado emocional de la rubia.

Clarke bufo contra su cuello después del comentario de los platos y la rejilla, cómo si realmente le molestara esa petición. Sin embargo, no se atrevió a decir nada, porque estaba segura de que si lo hacía le iba a flaquear la voz.

–Pero vamos despacio ¿si? no quiero que nos lastimemos– pidió la castaña con un dejo inseguro en su voz.

–Iremos al ritmo que tú quieras–respondió Clarke sin ninguna clase de reparo.

–No, no estoy yo sola en esto– le señalo la castaña y le levantó el rostro para que la mirara– tenemos que encontrar un punto que nos funcione bien a las dos.

–¿Entonces eres mi novia?– preguntó Clarke y Lexa sintió que le iba a dar un paro cardíaco del susto.

La rubia vio la palidez de la castaña y enseguida empezó a negar con la cabeza avergonzada de la pregunta, hablando de no ir rápido.

–Lo siento, no debí preguntar eso ¡Dios es ilógico pensar eso! Lo siento, lo siento, lo siento. No sé por que entro en modo lesbiana contigo por mi ya nos estariamos yendo a vivir juntas y adoptando un gato y no se por que estoy diciendo esto en voz alta Lexa por favor haz que me calle…

La castaña la beso entonces pero tuvo que separarse del beso a causa de la risa que le entró de los nervios, de la que la rubia se contagió. Por suerte eso las relajo y acabaron abrazadas soltando risitas.

–¿Un gato?– preguntó la castaña un poco burlona y se ganó un golpecito en el brazo– ¡Hey! Es solo que te creía una persona más de perros.

–Olvida que dije eso– pidió la rubia escondiendo la cabeza contra su cuello.

–Tengo que admitir que mi yo de diecinueve años estaría muy feliz con tu yo adulta, su Clarke era bastante parca con todos estos temas– dijo la castaña riendo. 

–¿Qué sería intentarlo?– preguntó entonces Clarke con un hilito de voz, contra su pecho.

–Bueno, tendríamos que decidirlo entre ambas… ¿Vernos regularmente te parece bien?– preguntó la castaña un poco nerviosa.

Los caprichos del destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora