Cuando Clarke salió del trabajo esa noche iba distraída guardando un par de cosas en su bolso y no lo vio hasta que sintió que pisaba algo. Algo que hizo un sonido que no auguraba nada bueno. Se detuvo mientras rezaba en voz baja para que solo le hubiera parecido oír el ruido y por un segundo, al ver el celular asomando desde debajo de una de sus converse quiso gritar, pero entonces se dio cuenta que tenía su propio celular en la mano derecha y que el que acababa de pisar no era suyo.
Miró a su alrededor esperando ver al dueño del aparato apareciendo al grito de "mi celular" pero nada sucedió, la calle estaba desierta. Se agachó y recogió el celular haciendo una mueca cuando vio el daño en la pantalla, se sintió culpable por unos segundos hasta que recordó que el aparato estaba tirado a mitad de la acera para empezar y que ella no era culpable por no haberlo visto.
Clarke estaba mirando la destrozada pantalla con lástima, seguramente el arreglo de esa pantalla saldría mas caro que su propio móvil, cuando el aparato recobro a la vida y empezó a sonar a pesar del daño indicando una llamada entrante haciendo que casi lo dejara caer del susto. El celular volvió a sonar y la muchacha no lo pensó dos veces antes de atender la llamada.
-¿Hola?- respondió sin saber muy bien qué decir.
-¿Quién rayos eres tú?- preguntó una voz de mujer del otro lado.
-¿Clarke?- respondió la chica un poco amedrentada por el tono de su interlocutora.
-¿Clarke? ¿Qué Clarke? ¿Por qué tienes el teléfono de mi sobrina?- demandó la mujer.
Clarke se sintió de repente en la oficina del director teniendo que explicar algo que solo terminaría en una amonestación en el mejor de los casos, por un momento estuvo tentada a arrojar el celular y hacer de cuenta que nada había pasado pero el sentido común vino en su rescate.
-Acabo de encontrar este celular en la acera señora- dijo Clarke esperando que eso calmara las cosas.
Se hizo un momento de silencio en la línea antes de que la mujer volviera a hablar con un tono más tranquilo.
-Ya veo, ¿podrias darme una dirección para enviar a mi sobrina a recogerlo?- dijo la mujer con un tono que intentaba ser amable.
Clarke le dio la dirección un poco molesta con los malos modos de la mujer, podría al menos intentar sonar agradecida. Después de darle la dirección y quedar en que su sobrina, quién Clarke rogaba tuviera mejores modales, pasaría a recoger el celular a la mañana siguiente la mujer colgó el teléfono sin siquiera un gracias antes de que Clarke pudiera preguntar el nombre de dicha sobrina o el de la propia mujer.
-De nada por cierto- le dijo Clarke al teléfono con el ceño fruncido.
Sin más guardó el teléfono en su mochila y decidió olvidarse del asunto al menos hasta la mañana siguiente.
Clarke se levantó temprano ese viernes y se dirigió a la cocina a medio vestir para desayunar con su madre, Abby comenzaba su guardia temprano y no estaría en la casa hasta el día siguiente. Cuando entro a la cocina su madre le envió una mirada que intentaba ser de desaprobación.
-¿No se te olvida algo?- preguntó su madre cuando Clarke tomó asiento.
-Buenos días mamá- dijo la chica mas dormida que despierta.
-Buenos días cariño- dijo la mujer dulcificando su tono- pero no me referia a eso.
-Ya me lave los dientes- dijo la adolescente mientras se llevaba la taza de café a los labios.
-Tampoco me referia a eso- respondió Abby con tono paciente.
-¿Feliz cumpleaños?- dijo la adolescente confundida, estaba medio dormida y le costaba llevar el hilo de la conversación a su madre.
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Los caprichos del destino
Acak¿Cuánto tiempo necesitas para enamorarte?, ¿Un año, un mes, un dia o un segundo?, Clarke y Lexa no saben muy bien la respuesta a eso pero el destino se ocupara de juntarlas y responderles...