Capítulo 1: "La chica que se cae"

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La primera vez que Clarke Griffin vio a Alexa Wood fue en la tienda de la señora Norris durante su trabajo de verano. Estaba sobre una escalera enclenque colgando atrasueños cuando la campanilla de la tienda sonó anunciando la entrada de un nuevo cliente y fue inevitable para Clarke echar un vistazo al recién llegado.

Trabajar en la tienda de recuerdos de un pequeño pueblo tenía la ventaja de que le permitía ver caras nuevas casi todos los días, sobre todo en verano cuando los turistas plagaban las calles despertando al pequeño lugar de su letargo. Si bien los turistas podían ser una molestia con sus chillidos, ropa de colores brillantes y modales pijos eran una bocanada de aire fresco que Clarke agradeció, a medida que iba creciendo una sensación de claustrofobia había empezado a adueñarse de ella, pero suponía que a la mayoría de los jóvenes que crecían en pequeños pueblos les pasaba antes de partir a la universidad.

La persona que acababa de entrar era una chica, probablemente un par de años mas grande que ella y definitivamente una turista recién llegada. Lo maravilloso, y terrible, de crecer en un pueblecito es que todos conocen a todos, tal vez no conozcas sus nombres pero seguramente conoces el lugar donde la persona trabaja, o a alguna de sus amistades, incluso llegas a conocer rostros de cruzarlos una y otra vez aunque te tardes años en conocer el nombre. Esta chica definitivamente no era del pueblo, tenía ese aura distante que solía envolver a los extranjeros, mirando todo a su alrededor con ojos atentos pero sin terminar de conectar con el lugar, como el alumno nuevo que llega a mitad del año escolar. Y era bellísima. De vivir en el pueblo Clarke conocería su nombre, a que se dedicaba su familia y su círculo de amistades, junto con el resto de los habitantes del pueblo. Las chicas lindas nunca pasaban de desapercibidas, ni en las grandes ciudades ni en los pueblitos, porque la mayoría de las personas tendían a ser superficiales e interesarse primero por lo que era agradable a la vista.

Clarke, no solía ser muy superficial pero como cualquiera que apreciara la belleza se había quedado con un atrapasueños a medio camino de colgar en la mano y la boca ligeramente abierta mirando a la recién llegada. De haberse podido ver ella misma se hubiera reído de su propia expresión.

Estaba tan ensimismada viendo a la chica que cuando esta levanto la vista y la atrapo mirando la sorpresa la hizo soltar el atrapasueños que aterrizó a los pies de la escalera.

-¡¡Mierda!!- maldijo en voz alta ganándose la atención de otros dos clientes y una mirada acusadora de la señora Norris.

La culpable de que dejara caer el atrapasueños había sonreído de forma casi imperceptible.

Años más tarde el hecho de que lo primero que escuchará de Clarke Griffin fuera una maldición sería motivo de falso enojo de Alexa Wood, a quien por cierto no volveremos a llamar Alexa en casi toda la historia sino Lexa, pero el porqué de ambas cosas es una historia para más adelante.

Como les iba diciendo, Clarke había dejado caer el atrapasueños, maldecido en voz alta y llamando la atención de varias personas, lo que la puso nerviosa y al tratar de bajar la enclenque escalera para recuperarlo dio un paso en falso y cayó sobre su trasero llamando más la atención.

Clarke no acababa de recuperarse del dolor en el trasero, ni de la sensación de bochorno, cuando una mano blanca y esbelta se tendió ante ella. Se quedó mirando la mano unos segundos, hasta que su cerebro sumó dos más dos y comprendió que se la estaban tendiendo para ayudarle a ponerse de pie. Tomó la mano, y cuando levanto la vista para ver quién había venido en su rescate casi cayó de nuevo sobre su trasero al ver a la culpable de su caída mirándola con dos ojos increíblemente verdes cargados de diversión.

La señora Norris resoplo detrás del mostrador y no le presto más atención mientras que los otros dos clientes que habían amagado acercarse a ayudar al ver a la joven extenderle la mano a la chica en el piso prefirieron seguir en lo suyo.

La turista dio un tirón para ayudar a Clarke a ponerse de pie y el impulso del mismo las dejó solo a centímetros y se quedaron mirándose la una a la otra sin saber bien decir.

- ¿Qué hacen?- dijo una voz junto a ellas trayendolas a la realidad.

Ambas chicas dieron un paso atrás de inmediato y Clarke vio a un chico rubio de no más de unos nueve o tal vez diez años mirando de una a otra con curiosidad.

-Aden te dije que te quedaras en el auto- dijo la muchacha de ojos verdes en tono de regaño.

-Me aburría, y tú te tardas siglos cuando compras velas, me iba a crecer una barba como la de papá esperando- dijo el niño mientras se tocaba la mandíbula con horror, como si la terrible barba pudiera crecer en cualquier momento.

Clarke no pudo evitar dejar escapar una risa y eso atrajo de inmediato la atención del niño. Error, ser el centro de atención de Aden Wood era un deporte de riesgo, pero Clarke lo aprendería tarde, y sufriría demasiadas veces encontrarse en es peligrosa posición.

-¿Quién es ella? ¿Es tu nueva amiga??- preguntó el niño de inmediato a la chica que había ayudado a Clarke a ponerse de pie.

-No, ella solo acaba de caerse- dijo la chica tomando al niño por los hombros y alejándose con él, o más bien huyendo, en la dirección contraria.

-Gracias por ayudarme a ponerme de pie- atinó a decir Clarke y se sintió idiota de inmediato.

La otra muchacha le respondió con un "de nada" y una sonrisa un tanto tensa por encima del hombro mientras el niño seguía parloteando cosas a las que Clarke no le presto atención. Cuando la señora Norris se aclaró la garganta desde el mostrador, esa era su forma de decir "vuelve al trabajo", Clarke tomó el atrapasueños caído a un lado de la escalera y volvió a trepar en ella para terminar de colgar los que restaban.

Desde su posición alta podía ver toda la tienda y le fue imposible no echarle un vistazo al par con el que había tenido su pequeño intercambio. Estaban viendo velas al parecer y mientras la muchacha tomaba una de las nuevas velas perfumadas que habían entrado la semana pasada y la analizaba detenidamente el niño se dedicaba a colocar cualquier vela que estuviera a su alcance en el cesto. Clarke frunció el ceño, al parecer esos dos tenían algo para las velas en serio. Sacudió la cabeza, se reprendiendo a sí misma y luego se auto ordenó ocuparse de su trabajo y no de los fetiches extraños de los clientes de la tienda.

Clarke había terminado de colgar casi todos los atrapasueños cuando la tentación de echar un vistazo volvió a ganarle, dirigió su vista al pasillo para ver a la muchacha acomodando las velas mientras parecía regañar al niño que no le prestaba la menor atención pues estaba mirando directamente en su dirección para un segundo después levantar la mano y saludarla con un gesto tan efusivo que la descolocó, la muchacha dejó de acomodar las velas al ver el gesto del niño y dirigió su vista hacia donde este estaba saludando.

Atrapada por segunda vez.

Clarke levantó la mano y devolvió el saludo resignada, lo que solo animo al niño que la saludó con más ímpetu mientras giraba el rostro para decir algo a la muchacha que se hallaba en cuclillas a su lado con ambas manos llenas de velas y con la vista fija en Clarke. Sea lo que sea que dijera el niño hizo a la chica ponerse de pie y ordenar las velas a una velocidad endiablada para después casi correr a la caja a pagar su compra.

Clarke estaba casi desilusionada, aunque no entendía bien el porque, viendo como esos dos terminaban de hacer la compra y se dirigían a la puerta cuando el niño se dio vuelta y miró en su dirección.

-¡¡ADIÓS CHICA QUE SE CAE!!- gritó a viva voz mientras agitaba un brazo despidiéndose de ella como si estuviera a cien metros en lugar de tres.

Clarke no pudo evitar reírse al ver a "la chicas de las velas" cargándose al niño como un costal al hombro y salir corriendo de la tienda. Tampoco pudo evitar pensar que no le molestaría ver a esos dos de nuevo. Ella no lo sabía pero por suerte esa vez el destino obraría en favor y no en contra de sus deseos.

Los caprichos del destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora