Clarke se levantó con el ruido de la lluvia de la ducha, la luz ya entraba por la ventana y el lugar junto a ella en la cama estaba vacío. Se sentó envolviendose con la sábana mirando alrededor medio adormilada hasta que escuchó el ruido del agua cesar. Miró a la puerta del baño y un par de segundos después, vio a Lexa salir de él con el cabello húmedo y envuelta con una toalla de un blanco prístino.
"Cómo no iba a vivir hormonada" pensó la rubia sorprendida de lo maravillosa de la visión que se desplegaba frente a ella.
–Tengo que ir al taller, ni lo pienses –dijo la castaña apuntando con un peine que traía en la mano.
–¿Soy tan transparente? –preguntó divertida, no es que hubiera intentado ocultar su agrado por lo que veían sus ojos tampoco.
–Si, sobre todo cuando se trata de eso –respondió la castaña divertida.
–¿Estás muy corta de tiempo? –preguntó entonces la rubia, deshaciéndose de los últimos vestigios de sueño.
–Si, lo estoy –dijo Lexa y la voz le tembló un poco en el intento de mantener la risa a raya.
–¿Cuánto tiempo tienes para llegar al taller? –preguntó la rubia arqueando una ceja mientras miraba sus piernas.
–Estás de broma –dijo Lexa, no creyendo que la rubia le estuviera insinuando eso, no después de todas las veces que lo habían hecho la noche anterior.
–Hueles a coco –notó Clarke entonces y empezó a avanzar hacia el borde de la cama.
"¡¡Sucubus!!" Gritó una voz en la cabeza de Lexa al ver el avance de la rubia depredadora.
–En serio, tengo que ir a probar la nueva enduro –dijo la castaña retrocediendo un par de pasos y protegiéndose con el peine.
Clarke suspiro y salió de la cama juntando su ropa en el camino al baño, sin decir nada más, había insistido lo suficiente. Una cosa era el jueguito de tira y afloje, otra muy diferente estar rogando. Lo segundo no era lo suyo.
No quiso pensar en que lo primero que había recibido de Lexa, nada más despertar había sido una negativa. O que la castaña ya estaba a medio camino de salir de la casa, cuando ella se había despertado por su propia cuenta.
Se dijo sin embargo, mientras entraba a la ducha, que iba a darle a Lexa el beneficio de la duda y no suponer que esta había estado a punto de huir dejándola sola en la cama.
Abrió la llave del agua caliente para darse un baño rápido, fracasando un poco en su intento de no suponer lo peor, y se preparó mentalmente para salir de allí cuanto antes.Esa noche tenía que volver a su casa.
Estaba pensando que ya no tenía tiempo, mientras ponía shampo en la palma de su mano de manera un poco temblorosa, cuando la mampara de vidrio de la ducha se abrió dándole un susto. Un segundo después, estaba recibiendo un beso que no había visto venir.
–Buenos días, Clarke –dijo la castaña con una sonrisa cuando se separo del sentido beso de buenos días, mientras la abrazaba por la cintura pegandola a ella.
Clarke enredo sus brazos en su cuello de inmediato, sintiendose avergonzada de la forma en que su sexo habia latido en respuesta a ese movimiento de Lexa.
–Hola –dijo la rubia y no pudo evitar sonreír mordiendose el labio, estaba literalmente mojándose por un saludo de buenos días.
"No es natural que a estas alturas me siga afectando de esta forma" pensó Clarke sorprendida con su propia reacción. Jadeó cuando Lexa la apretó contra la pared de la ducha, para después colar una pierna entre las suyas. Sintio la precion contra su sexo, mientras la castaña sujetaba de las caderas y la volvia a besar. Y la caricia de su lengua, le hizo temblar el cuerpo.
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Los caprichos del destino
Acak¿Cuánto tiempo necesitas para enamorarte?, ¿Un año, un mes, un dia o un segundo?, Clarke y Lexa no saben muy bien la respuesta a eso pero el destino se ocupara de juntarlas y responderles...