Capítulo 30: "Domingo"

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Clarke miro confundida los pequeños pies delante de ella por unos segundos hasta que se dio cuenta que eran suyos, ¿Pero cómo podían ser sus pies? Estiró las manos para tratar de atarse los cordones y las vio mucho más pequeñas y regordetas de lo que recordaban que eran. Trato de atarse los cordones pero no podía, fallaba una y otra vez, y empezaron a entrarle ganas de llorar, ella sabía atar sus cordones, no entendía porque no podía hacerlo.

-¿Quieres que lo haga por ti?- preguntó la voz de Lexa y Clarke levantó la vista para verla.

-Quero- dijo de inmediato y asustó de su pronunciación y de lo pequeña que sonaba su voz.

Lexa parecía más alta, mucho más alta de lo que nunca había sido y Clarke no entendía qué era lo que estaba pasando en ese momento. Su novia se agacho y comenzó a atarle los cordones con facilidad y Clarke se quedó mirando las manos de Lexa trabajar, parecían tan grandes comparadas con las suyas.

-Ya está- dijo Lexa sonriendo cuando termino de atarlas.

-Gacias- dijo la rubia odiando no poder hablar bien.

-Yo ahora tengo que irme, ¿Te portaras bien, Clarke?- preguntó Lexa poniéndose de pie.

-¿Dónde?- preguntó Clarke poniéndose de pie y dándose cuenta que le costaba un horror hacerlo.

Para peor cuando lo hizo era apenas un poco más alta que las rodillas de Lexa, miró alrededor confundida dándose cuenta que estaban en la plaza de los poetas y que no habia nadie mas que Lexa y ella.

-Con tu papá, me está esperando en el otro lado de la calle- dijo Lexa y señaló al hombre que estaba en la otra acera esperándola.

Clarke miró a su padre y tuvo miedo, su padre no podía estar ahi, habia muerto hacia ya diez años, Lexa no debía ir hacia donde él estaba, de ninguna manera.

-Adiós Clarke- dijo Lexa y le sonrió para darle la espalda y empezar a caminar rumbo a donde estaba su padre.

-¡¡No Lesa!!, ¡¡no!!- dijo Clarke echándose a llorar y aferrándose a la pierna de la chica.

Lexa solo seguía avanzando ignorando su pedido, a pesar de que Clarke se colgara de su pierna y lloraba a gritos. La sensación de impotencia era ahogante, no tenía fuerza para detenerla y Lexa estaba sencillamente ignorandola, avanzando tan rápido que sus pequeños brazos no pudieron seguir aferrándose a ella y Clarke término soltandola y cayendo al suelo. Cuando se levantó dando pasos torpes volvió a tropezar, mientras veía a Lexa mirar a ambos lados antes de cruzar la calle mientras su padre le hacía señas para que se apurara.

-¡¡Lesa no vaya!!, ¡¡no me deje!!- la llamó entre llantos pero fue en vano, porque la muchacha cruzó la calle sin mirar atrás.

Iba a perder a Lexa igual que a su papá, no había podido detenerla, era pequeña, impotente e inservible y eso le iba a costar a Lexa. No había podido salvar a su padre, no había podido salvar a Lexa, la historia se repetía.

-¡Amor despierta!- dijo la voz de Lexa.

Clarke abrió la boca para decirle a Lexa que no podía irse pero solo le salió un sollozo ahogado y se aferró a ella echándose a llorar con fuerza.

-Clarke, tranquila ya paso, solo fue un sueño- dijo Lexa alarmada mientras la abrazaba y le daba besos en la cabeza tratando de calmarla.

A Clarke le tomó unos minutos calmarse y darse cuenta de que todo había sido solo una pesadilla, había cerrado los brazos alrededor de Lexa como tenazas no dispuesta a dejarla ir y tuvo que aflojar el agarre al darse cuenta de que a pesar de que la castaña no dijera nada probablemente estaba cerca de fisurarle un par de costillas. Lexa solo froto su espalda y se dedicó repartir besos suaves sobre su cabello diciéndole que todo estaba bien hasta que Clarke se calmó.

Los caprichos del destino Donde viven las historias. Descúbrelo ahora