Clarke estaba recostada en el pasto aburrida, su papá la había llevado a esa plaza fea sin juegos, donde solo había un pozo vacío y árboles demasiado altos que no podía trepar. No había ni siquiera otros niños para poder jugar. Le dieron ganas de llorar y empezó a patalear contra el suelo chinchuda, incluso sacudiendo sus manitos. Su papá era malo, era el papá más malo de todos los papás, ella lo iba a acusar con su mamá, y si su mamá no lo retaba ella se iba a ir a vivir solita, no sabia donde, a algún lugar lejos de papás que llevaban a sus hijas a plazas feas.
-Clarke, deja de hacer berrinche o no te comprare un helado- dijo su padre desde la banca.
Clarke se sentó en el suelo y le dio una mala mirada a su papá pero como estaba leyendo el hombre la ignoró haciéndola enojar más. Se puso de pie dispuesta a irse a vivir solita en ese momento pero se cayó de culo al suelo y le entraron ganas de llorar, se sorbió la nariz aguantando las ganas, ella no iba a llorar, solo los bebés lloraban y ella no era un bebé, ya tenia cinco añitos, era una niña grande.
-Quiero ir a casa- dijo Clarke con voz llorosa.
-Tenemos que recoger a tu madre del trabajo primero cielo, después iremos a casa y te comprare un helado- dijo su padre.
-Quiero helado ahora- dijo la niña limpiándose la cara con el puño.
-La neveria aún está cerrada bichito, ¿quieres venir asi te cargo?- preguntó su padre dejando el libro.
Clarke negó con la cabeza, su papá estaba leyendo un libro de esos aburridos y sin dibujos que leian los grandes y ella no queria interrumpirlo, su señorita de prescolar les habia dicho que estaba mal molestar a los adultos cuando leian.
-No, soy grande, solo los bebés quieren upa- dijo la niñita con orgullo.
Su papá le dijo algo más pero lo ignoró mientras miraba sus zapatillas y comenzaba a mover los pies de un lado a otro haciendo chocar sus punteras entreteniéndose con ese juego.
¡¡Era el mejor juego!!, ¡¡sus pies eran amigos y se chocaban!!, ¡¡era el juego más divertido en la historia de los juegos de los pies!!.
Dos minutos más tarde Clarke se dio cuenta que ese juego era aburrido, es más odiaba ese juego y sus pies no eran amigos y no jugaban más, sus pies estaban solitos y aburridos igual que ella. Tonta plaza, tonto papá y tontos pies que se pelearon.
Clarke miro la plaza de nuevo y entonces vio a una mujer rubia con una enorme panza sentarse en una banca cercana con una niña a su lado y se puso feliz pensando que tendría una nueva amiga para jugar. Clarke se puso de pie de inmediato pero entonces vio como la mujer sacaba un libro de su bolso y se lo daba a la niña que se sentaba en el pasto para ponerse a leer y se desinfló. La niña seguro no iba a querer jugar con ella si estaba leyendo un cuento.
-¿Alexandra?- dijo su padre de repente levantándose del asiento y caminando hasta donde estaban la mujer y la niña.
Clarke lo siguió de inmediato entusiasmada, si su papá era amigo de la mujer esa era su oportunidad de preguntarle a la niña si quería jugar. Los adultos se saludaron y su papá se sentó junto a la mujer hablando con entusiasmo.
-Clarke, ven, ella es Alexandra era amiga de mamá y de mi en la escuela- dijo el hombre presentandolas.
La mujer le sonrió a Clarke y la niña pensó que tenía una sonrisa grande como la de su profesora de preescolar y muy bonita, casi tan bonita como la de su mamá, pero la de su mamá era más linda.
-Hola Clarke, mucho gusto- dijo la mujer ofreciéndole la mano.
Clarke la tomo nerviosa y devolvió el saludo, ella solía saludar a mamá y papá con un besito, pero esta señora la saludaba como un adulto y eso la hizo sentir emocionada.
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Los caprichos del destino
De Todo¿Cuánto tiempo necesitas para enamorarte?, ¿Un año, un mes, un dia o un segundo?, Clarke y Lexa no saben muy bien la respuesta a eso pero el destino se ocupara de juntarlas y responderles...