-Extraño a Clarke- dijo Lexa de repente llamando la atención de Chloe y Beca.
Las dos muchachas se dieron vuelta para encontrarla sosteniendo un melón en cada mano con el rostro afligido.
-¿Por qué estas sosteniendo dos melones?- preguntó Chloe extrañada.
-Estaba comparándolos- dijo la castaña.
-¿Vas a comprar uno?- preguntó Beca mirando los frutos.
-Me llevo los dos- dijo Lexa con firmeza y abrazo los melones contra su pecho.
-¿Lexa, no estarás llevando esos melones por que te recuerdan a las tetas de Clarke, no?- preguntó Chloe analizando la aferracion de Lexa a la fruta.
-Claro que no- dijo la castaña mientras le daba de apretoncitos con las manos.
La verdad es que eran demasiado duros comparados con los suaves, tibios y acariciables pechos de su tetoncita pero eran del tamaño correcto ¿Tal vez si los ponía dentro de un suéter suave? Podría funcionar para usarlos de almohada.
- Lexa, estamos en mitad de una tienda de verduras, controlate- gruño Beca por lo bajo.
-Voy a comprarlos- dijo la castaña mientras los levantaba y probaba apoyar su cabeza en ellos.
Desde que había dejado a Clarke ese último lunes de agosto las cosas se habían complicado y no había podido regresar al pueblo las últimas cuatro semanas.
El primer fin de semana Clarke prácticamente la había obligado a quedarse en Nueva York porque era la primer semana de universidad y de la escuela, debían ser responsables y asentarse en los estudios y blah, blah, blah. Lexa había accedido de mala gana reconociendo que Clarke tenía razón y que estaba siendo la responsable de las dos.
El segundo fin de semana se había combinado un viaje de tío Titus impostergable a Los Ángeles con la caída enfermo de Aden y Lexa se había quedado para cuidarlo no queriendo delegar en nadie más el cuidado de su hermano, asi que habia pasado el fin de semana con un preadolescente irritable que iba cada dos minutos al váter para vaciar el contenido de su estómago por culpa de una bacteria rara.
El tercer fin de semana Lexa caminaba por las paredes, quería volver al pueblo a toda costa y sentía que había pasado años sin Clarke pero claro tenía que desatarse un maldito temporal de lluvias y vientos que hacía peligroso ir por ruta y no le permitía usar alguno de los helicópteros de la empresa. Ella hubiera conducido hasta el pueblo bajo la lluvia pero Clarke con su dramatismo se lo había prohibido e ir en transporte público después de que la empresa recibiera un par de amenazas no era una opción de momento.
Para "mejorar" todo esa semana Clarke también contrajo varicela, Lexa no quería creer que su novia tenía mala suerte pero empezaba a considerar comprar algún amuleto o bañarle en vinagre la próxima vez que se vieran.
Hubo un brote en la escuela primaria del pueblo y seguramente Abby había actuado de portadora contagiando a Clarke, que no había sufrido la enfermedad de pequeña y claro la rubia se había negado a que Lexa la viera enferma y llena de sarpullido.
"Ya la tuve no me vas a contagiar, ire alli" habia intentado Lexa cuando Clarke la había llamado pidiéndole que no fuera.
"No, de ninguna manera dejaré que me veas asi, soy un asco" le había respondido la rubia con terquedad por el teléfono.
"No lo eres y no me importa como luzcas, solo quiero verte y abrazarte" había lloriqueado Lexa en el teléfono, ella no era de lloriquear pero de veras extrañaba como el infierno a Clarke. Nunca se había dado cuenta cuan monótona y repetitiva era su vida antes de que esa rubia se cruzara en su camino y pusiera todo patas para arriba.
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Los caprichos del destino
Random¿Cuánto tiempo necesitas para enamorarte?, ¿Un año, un mes, un dia o un segundo?, Clarke y Lexa no saben muy bien la respuesta a eso pero el destino se ocupara de juntarlas y responderles...