7. Soy miope.

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El uber me dejo en el internado.

Me sentía tan mal y no solo en el sentido emocional. Apenas salí del ascensor, el pasillo hacía mi habitación se veía interminable. No era consciente de nada, solo del hecho que arrastraba mis pies al igual que mi corazón. La luz del pasillo, era tenue, suponía que por la hora e iba tan distraída que no note, que había alguien sentado en la puerta de mi habitación.

—Te estaba esperando —eso fue todo lo que necesite, para que una lágrima se deslizara por mi mejilla. Cameron no tardo en abrazarme, por lo que me permití llorar sobre su pecho. Él olía a casa. Era una sensación tan extraña, pero tan placentera. Nunca me había sentido así, en mi propia casa.

—No sé qué pasa, pero todo estará bien. Ya lo veras.

—Nada estará bien —dije. Porque así era. Nunca lo estuvo y nunca lo estaría.

—¿Quieres contarme? —pregunto con cautela y asentí—. me cuentas adentro —abrí la puerta de mi habitación y él me siguió, encendí la luz y tome asiento al borde de la cama. Cameron estaba frente a mí.

Cameron me transmitía tanta confianza que me resultaba extraño. Solía desconfiar de todos, pero con él era distinto. Era una sensación tan... extraña, como si nos conociésemos de toda la vida, como si fuese Gabe.

Y ante todo pronóstico, se lo conté.

—Lamento decirte esto, pero tu mamá es muy injusta ¿cómo va a dejarte aquí para navidad? —el se había sentado de cuclillas delante de mí, para estar a mi alturas. Miro tras mi espalda y de repente sonrió— aunque... podrías venir conmigo a mi casa y pasar navidad con mi familia —lo mire. Sus ojos eran tan esmeraldas, como los míos.

—No ¿cómo crees? no voy a incomodar a tu familia —me mire las manos, él las tomo entre las suyas— no quiero que sientas lastima por mi —era lo último que quería, de mi nuevo amigo.

—No es lástima, Charlie. Solo me incomoda la idea que te quedes aquí sola y no incomodaras a nadie, a mi mamá le encantaras.

—No lo sé, Cameron.

—Lo digo en serio, Charlie.

—Cameron, aun si dijera que sí. No puedo salir del internado sin autorización —él lo pensó.

—Ya veremos cómo lo resolvemos, por lo pronto di que sí. —una sonrisa, iluminaba su rostro.

—¿Por qué haces esto?

—Porque cuando te conocí, te dije que en mi, tenías un amigo y no mentía. —sonreí y asentí. El se levanto— será mejor que me vaya. Muero de sueño —bostezo. Se coloco a mi altura, me dio un beso en la frente— descansa —asentí y el abandono la habitación.

Me tire sobre la cama y mire el techo.

¿Sería buena idea aceptar?

Con esa incógnita, me quede dormida.

...

—Charlie —gritaron, mientras aporreaban mi puerta, una y otra vez.

—Caray —me levante deprisa y restregándome los ojos— ¿Qué pasa Tessa? —pregunte bostezando.

Si nos viera Madeline.

—¿No iras a clases? es tarde —abrí los ojos desmesuradamente. Mierda. Mire el reloj.

Me había quedado dormida.

Como siempre.

Tú cállate.

Amanecer En ColoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora