—¿Cómo van las vacaciones por París? —preguntó Bryce.
Llevábamos poco más de media hora hablando vía Skype, desde que había partido de la casa de los McCallister se había comunicado conmigo para invitarme a salir, pero se había topado con la sorpresa de que ya no estaba. Desde entonces hemos mantenido conversaciones triviales.
—Han sido las mejores de mi vida —dije.
Son las únicas que has tenido.
Eso no es cierto.
Menciona alguna.
Cuando íbamos a casa de los abuelos de Lyssa.
Fueron pocas.
—Oye ¿para qué son esos globos? —pregunte.
Tenía un montón de globos a su alrededor.
—Son para el cumpleaños de Bri.
—¿Siguen en Londres?
—Si, por alguna extraña razón, Bri quiso celebrarlos aquí —y puso los ojos en blanco.
—¿Esa extraña razón es Cameron? —chasqueo la lengua.
—Lo he visto rondando mucho por aquí... —él iba a añadir algo mas, pero una voz llamando su nombre, lo hizo girar y gruñir— debo irme, Bri ha estado dando lata y quiere que la ayude.
—Hablamos luego —dije y colgué la videollamada.
No iba a negar que extrañaba a los chicos y a Grace, con sus ocurrencias. Pero tampoco iba a negar que estas vacaciones me habían gustado mucho.
Mire a mi alrededor. Mi hermana había salido, según ella hacer unas cosas y a mí no había quedado más que quedarme sola.
Había pasado toda la noche dibujando, y si se lo preguntaban, si, había estado usando su tableta de dibujo. Apenas y la encendí, la pantalla se había iluminado con un enorme pitufina, que solo hizo que me saltaran las lágrimas. Por lo que ahora estaba tomando un descanso y el sueño aun no me vencía dado a la gran cantidad de cafeína que había tomado.
Mire el brillante cielo azul y solo mirarlo me hizo sonreír. Me recordaban a los bonitos ojos de Keith. No podía evitar que el pulso se me acelerara al pensar en él y tampoco podía evitar extrañarlo. Todo me recordaba a él, incluso todo lo que había hecho la noche anterior, era en tonalidades de azul, que se asemejaban a sus ojos, pero sin dar con el azul adecuado, mientras escuchaba a los Beatles, que a mí no me gustaban, pero que a él, le encantaban.
El timbre del teléfono me hizo pisar tierra nuevamente
—Vaya ¿Qué tiene que hacer una para obtener su atención? ya hasta pensé que me habías olvidado —dije, apenas su imagen ilumino mi teléfono. Tenía las mejillas rojas, el cabello revuelto y pegado a su frente y la respiración acelerada— ¿Qué se supone hacías? ¿Huías de un apocalipsis zombi?
—Eres una exagerada hablamos ayer y no, huyo de algo mucho peor —dijo aun intentando recomponerse— del cachorro de Grace —solté una carcajada y él me miro mal.
—¿Cómo es que esa cosita bonita y llena de pelo, es la causante de que estés así?
—Esa cosita bonita y peluda, me ha perseguido por todo el vecindario. Quiere asesinarme.
—Eres un exagerado ¿por qué te ha perseguido, el cachorro?
—Grace se molestó conmigo y le pareció divertido mandar a su cachorro a perseguirme, lo que no sabía era que había metido galletas en mis bolsillos. Ha estado entrenándolo, por lo que aquí, las consecuencias —volví a reír.
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Amanecer En Colores
Teen FictionUna chica, dos chicos y un internado, son la ecuación perfecta para un sin fin de problemas. Dos chicos, que se niegan a quererse. Charlie, intenta evitarlo. Keith, intenta evitarlo. ¿Y qué pasa cuando la una gota de lluvia colisiona con un rayo de...