32. Keichar es real.

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Al final de la tarde, cuando estaba tirada sobre mi cama y miraba el techo. Pensaba en la locura que había sido mi vida desde que entre al internado. Porque me había perdido el nacimiento de mi sobrina, pero había ganado a una familia entera y a un chico por el que estaba perdida.

Sonreí al pensar en Keith.

Ese patán que se metió en mi corazón poco a poco, con palabras susurradas y momentos robados. Que me había decepcionado y se había redimido a sí mismo.

¿Qué si quería a Keith? lo adoraba y me aterraba a partes iguales.

Mi estómago gruño y tuve que hacer acopio de mi poca fuerza de voluntad y levantarme. Me cambie por unos vaqueros ajustados, una franela cualquiera y una chaqueta de mezclilla.

Una vez llegué al comedor, fui directa a la mesa del fondo.

—¿Cómo estás? —le pregunté a Cam. Él me miro y me sonrió.

—¿Cómo estás tú? —Preguntó de vuelta. Mire a Keith que venía a paso seguro hacía nosotros robándose más de un suspiro en el camino y detrás de él Tessa. Ambos se sentaron junto a nosotros.

—Chicos, no saben cuánto lamento lo que paso y Sam está muy arrepentido...

—Debería, esa cucaracha...

—Keith... —lo corte.

—No te preocupes Tessa, fue un accidente.

—Un accidente, que pudo costarles la vida... —dijo con la voz quebrada.

—Hey estamos bien ¿verdad Cameron? —Preguntó y este que estudiaba a Tessa con la mirada me miro y sonrió.

—Claro.

—¿Lo ves? —ella me miro y Keith gruño.

—Charlie él quiere pedirte disculpas, pero le avergüenza y...

—Él no se acercará a Charlie —gruño Keith y Cameron lo miro y levanto una ceja. Le di un apuntada con el pie a Keith y este me miro con una mueca de dolor.

—Eso lo decido yo —dije.

—Esa cucaracha rastrera les dio pastel con crema de maní, aun cuando sabía que eran alérgicos, si no quiere tener problemas, será mejor que se mantenga lo más lejos posible —él miro a Tessa— no tengo nada, en contra tuya, todavía. Pero no quiero verle la cara a tu hermano —ella asintió con pesadez y la mire. Pensé que pelearía más por su hermano.

—Me hare cargo de los gastos, que pudo acarrear...

—No, no es necesario —dije y ella asintió.

—Cambiando de tema ¿cómo es eso que keichar es real? —Preguntó Cam y Keith y yo nos miramos.

—¿Qué? —pregunte con una vocecita. Como una niña que ha sido descubierta.

—¿Es que no han revisado sus teléfonos? —ambos negamos. Mire el mío. Tenía varios mensajes de WhatsApp. Eran de un grupo con él hasta keichar es real.

Ay madres.

Para mi suerte no estaba Lyssa, pero si estaba Gabe.

¿Cómo había conseguido el número de Gabe? la pregunta era ¿cómo había llegado aquella información a oídos de Grace? mire a Keith y este levanto la ceja en mi dirección.

Saqué diez dólares de mi bolsillo y se los di y él me miro con el ceño fruncido.

—Eran cien —dijo.

—Sí, pero resulta que yo no tengo un papá millonario —me miro sin dar crédito.

—No, pero tienes una hermana millonaria —dijo.

—Cóbraselos a ella —él bufo.

—Eres una tramposa —dijo con una sonrisa de medio lado y yo me encogí de hombros.

Después que Claire se fue, habíamos apostado cuanto tardaría en decirles a los demás, sobre lo que había visto. Yo había apostado una semana y Keith unas horas, pero él la conocía más, por lo que no debí apostar.

Ahí, iban mis últimos diez dólares.

Somos pobres de nuevo.

—¿Me pueden explicar? —mi teléfono sonó con una llamada éntrate.

Era Gabe.

Ay madres.

Papá Gabe nos enviara el mismo por paquetería a china.

—¿Me explicas tú, como tu hermana consiguió el número de Gabe? —pregunte asustada.

No quería contestarle a Gabe.

No le contestes, huyamos.

—Seguro lo tomo el día, que te llevaron al hospital. Él había llamado mucho —seguro habían estado hablando largo y tendido. Porque así era Gabe un niño en el cuerpo de un hombre.

Mi teléfono volvió a sonar.

Ya valimos.

—Eh ¿hola?

—Voy a tomar un avión, en este preciso momento y le pateare el culo a ese niño bonito —fue lo que me dijo y mire a los chicos.

—No es necesario...

—Tú, pequeña mentirosa, ¿por qué no me lo habías dicho?

—Yo...

—¿Sabes qué? no quiero hablar contigo. Pásame al niño bonito —dijo con voz mortalmente sería. Le tendí mi teléfono a Keith y este lo tomo tragando saliva, le sonreí dulcemente.

Cameron me miro.

—No me mires así, di lo que tengas que decir —dije y el levanto una ceja en mi dirección y Tessa nos miraba en silencio.

—No te miro de ninguna forma y lo admito, me tomo un poco por sorpresa, pero sabía que pasaría en cualquier momento.

—¿No te molesta? —Me miro confundido— por la pelea en tu casa, antes de ir a parís, no quiero que su relación se rompa por mí.

—Eso no tiene que preocuparte y si nuestra relación se rompe, no es por ti, es porque él es reverendo idiota, pero eso ya lo sabes —sonreí— Keith es importante para mí, pero tu pisas un escalón por encima de él y eso él lo sabe.

—¿Por qué? si ustedes se conocen hace mucho, han pasado muchos momentos juntos y...

—Lo sé, pero es algo que no puedo explicarte ahora. Él y yo ya conversamos al respecto. Respeto lo que ustedes decidan, mientras no salgas perjudicada y seas feliz, yo estaré bien con ello —dijo y sonreí. El me atrajo a su cuerpo.

—Gracias —dije y él me dio un beso en la frente.

—Ten —dijo Keith y me pasó el teléfono más pálido de lo normal.

—¿Qué le dijiste? —pregunte a través de la línea.

—Solo aclaré algunas cosas y presumí de otras —fruncí el ceño.

—Gabe...

—No me vas a reñir, adiós —chillo y me colgó. Mire mi teléfono.

Ahora sí, todos se habían vuelto locos.

—¿Qué te dijo? —le pregunte a Keith y este negó con la cabeza, mire a Cameron y este me guiño un ojo, mire a Tessa y esta solo sonrió a medias.

Si, definitivamente todos se habían vuelto locos.

Después que Keith fuese por nuestra comida, y me obligase a comer una ensalada, nos dirigimos a clases. Nos tocaba ética y odiaba esa clase y a su profesora, por lo que me senté al fondo para no prestarle atención a nadie más, perdiéndome entre mi cuaderno de dibujo y mis crayolas.

Había notado a Tessa, más tensa de lo normal y Sam a pesar que lo había visto, no había mostrado interés en acercarse y tampoco en saludar.

...

Amanecer En ColoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora