11. Gabe Ryan

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La autorización firmada, había llegado esa misma mañana. Y si se preguntaban si había sido Madeline quien la había firmado, la respuesta era, no. al parecer a Madeline, le importaba muy poco con quien pasara navidad su hija menor o en dado caso, que la pasara sola y en un internado ¿y si me dolía? como a nadie, pero estaba tan acostumbrada a los desplante de mamá, que una mas no me haría daño. Por lo que el permiso de Lyssa, me valía.

Al dirigirme a clases en compañía de Tessa, me tope con una imagen bastante desagradable, apenas pusimos un pie dentro del salón de clases, lo que hizo que mi corazón latiera herido y mis manos se formaran en puños.

Keith, estaba con Miranda, en una posición que... esta estaba casi que tumbada sobre el escritorio del profesor, comiéndole la boca a Keith. No podía dejar de mirar. No lograba entender nada ¿Qué había pasado en la noche, en la que se disculpo? no lo entendía y ya no quería entenderlo.

Ellos estaban tan ocupados en su labor, que ni siquiera habían notado nuestra presencia. Alguien me tomo del brazo, haciéndome sobresaltar y girarme, quitando así de mi vista, aquella imagen tan desagradable, que estaba haciendo sangrar mi corazón.

—Hola Charlie —saludo Sam, con una sonrisa resplandeciente.

—Sam ¿cuándo llegaste? Tessa no había mencionado nada —la aludida dejo de mirar la escena y poso sus ojos en mí y sonrió apenada.

—Lo siento se me había olvidado —negué divertida.

—Llegue anoche —su sonrisa era resplandeciente— las extrañe mucho —me guiño un ojo— ¿nada nuevo que contar? —nosotras negamos.

Los demás chicos comenzaron a entrar, por lo que me dirigí a mi mesa.

—Charlie... —dijo Keith, tomándome del brazo.

—No me toques —advertí y me solté de su agarre. Él me miro sin comprender.

—¿Se puede saber qué te pasa? —pregunto, mellando su sonrisa.

—Deberías fijarte donde pones tus manos o arman una escena. El profesor deberá desinfectar su escritorio —su rostro se deformo en una mueca.

—Yo...

—No tienes que explicarme —lo corte antes de que me dijese algo que echase mas sal a la herida.

—Charlie... —Cameron llego sonriente y paso su mirada por nuestros rostros— ¿Qué les sucede?

—Nada, le decía a Keith, que esta mañana llego mi autorización firmada —respondí con una sonrisa. Cameron, no se merecía menos.

—Eso es genial. Ya falta poco para que conozcas a mi familia. —asentí y Keith nos miro con mala cara, nos dio la espalda y se fue.

¿Y ahora el ofendido era él?

Hombres.

El profesor, entro ladrando ordenes y yo corrí a mi mesa, y en lugar de sacar mi cuaderno para tomar apuntes, saque mi libreta de dibujo y crayolas.

Había veces, en las que cuando comenzaba, no podía parar. Los diseños salían solos. Tenía diseños, para colecciones completas. Solía tener un sueño recurrente, crear mi propia marca, tener mi propio taller de alta costura y que mis diseños fuesen vistos en muchos países, pero sobre en Italia y Francia. Era soñar en grande y lo sabía y más cuando tenía una madre critica y con la que me llevaba fatal y una reputación bastante indeleble.

¿Saben que lo bueno de sentarte al fondo? que ni los profesores te notaban. Keith no dejaba de mirarnos y lo sabía no porque yo lo notara, si no porque Tessa, me decía.

Amanecer En ColoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora