24. Fiesta de Navidad.

87 8 1
                                    


—¿Lottie?

—Mmmm.

—Despierta ¿por qué aun no estás lista?

—¿Para qué? —pregunte sin abrir los ojos.

—Para la cena, ya es tarde.

—No tengo ganas —dije, puesto que gracias a la conversación con Lyssa, había surgido una nueva incógnita y eso sumado a las que ya tenía, y a lo que había sucedido en la piscina, me dejaron sin ganas de nada.

—¿Fue por lo que paso con Harry? —eso me hizo abrir los ojos y mirarla.

—¿Qué tanto sabes? —pregunte.

—No mucho. Solo escuche un poco y papá y Cameron lucían molestos —dijo.

No había hablado con los padres de Cameron. En realidad, no había hablado con nadie, solo con Keith y Lyssa, y me sentía realmente avergonzada, por todos los problemas que había traído a su casa y no sabía que habían hecho con Harry.

—No quiero bajar —dije a la pequeña.

—Pero ¿por qué? será divertido. Venga, no seas aburrida —suplico la niña. Ella iba a protestar cuando la puerta fue abierta.

—¿Quiero que me explique Charlotte Callahan, porque aún no estás lista? —dijo mi hermana entrando en la habitación, seguido de la señora Claire.

Ay madres.

Ya molestamos a Lyssa.

—Sí Charlie. Ya los invitados comenzaran a llegar —dijo la señora Claire. Ambas llevaban vestidos preciosos y tacones de infarto.

—Es que...

—Es que nada, te levantaras y te arreglaras —dijo la señora Claire, usando el mismo tono que usaba con sus hijos.

—No quiere salir de la habitación —dijo la niña con una sonrisita.

—No te preocupes cariño —dijo Lyssa a Grace— levántate en este instante y aséate. Tienes diez minutos —dijo con voz firme.

—Vamos cariño, no puedes perderte la cena —dijo la señora Claire.

—Pero...

—Ahora, Charlotte —iba a refunfuñar, pero el gesto serio de Lyssa, no me dejo más que, levantarme y caminar al baño.

Una vez lista, como por tercera vez en el día. Salí del baño.

—... entonces cuando regresemos, le pediré disculpas —concluyo la niña, de lo que sea que estuviese contándole a mi hermana y esta asentía seriamente.

Ellas me miraron. Y ¿ahora que me pondría? busque dentro de mi maleta algo que fuese decente.

—Ponte el vestido que te regalo Keith —dijo la niña y yo la mire ¿cómo sabía ella eso? Aunque bueno, la discusión por el vestido, no es que hubiese pasado desapercibida. Ella me sonrió. Y mi hermana me miro con una ceja arqueada, entonces recordé el beso y me sonrojé de pies a cabeza.

—Es que... no creo que... —balbucee sin sentido.

—Sí, Charlie póntelo —dijo Lyssa con una sonrisa y la niña aplaudió. Me dirigí al armario y cogí la bolsa, donde estaba el vestido ante la atenta mirada de mi hermana.

—Eh... iré al baño —dije y me escabullí. Mire el vestido y pase la mano por el tejido suave de la tela del vestido y un suspiro abandonó mis labios antes de pasármelo por la cabeza.

El vestido consistía en un suéter hasta las muñecas, en un rojo muy vivo y se ajustaba en la zona de arriba, con cuello de bebe, en negro, mientras que la falda, era negra, de estilo campana, que me llegaba por encima del muslo, junto con unas medias negras y unos tacones, de siete centímetros, que me hacían lucir un poco más alta. Salí del baño y pose frente a mi hermana con las manos en la espalda, ya que Grace había ido a cambiarse.

Amanecer En ColoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora