43. Soy un holograma.

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El resto de la semana no había sido mejor. Keith intentaba llegar a mí de todas las formas posibles, claro que nunca directamente. Pero hacía que mi corazón se acelerara y latiera con renovada esperanza, cuando no era así.

No quería saber de él, quería poder odiarlo y que en algún momento dejase de doler. Confiaba en que en algún momento su nombre dejaría de causar estragos en mí y que solo sería un susurro de un mal recuerdo.

Pero sabía que no sería así. Keith se había impregnado en cada partícula y célula de mí ser. Se había apoderado de mi corazón y no había quien lo sacara, ni siquiera en los intentos de Bryce por hacerme reír dejaba de pensar en él y todo empeoraba cuando llegaba a casa con la ilusión de encontrar algo que viniese de él y querer botarlo, porque a mí no había quien me entendiese.

Estaba poniendo todo su esfuerzo en doblegarme y yo estaba poniendo el mío en odiarlo, pero de nada me servía.

Y el destino me lo demostró, esa misma mañana.

Cameron y yo tomamos asiento en la mesa regular, ambos comíamos amenamente escuchando las tonterías de los chicos, cuando su celular timbro. Él lo miro con el ceño fruncido y contesto.

Su semblante cambio, todo el color se había drenado de su rostro y juro pude ver sus ojos cristalizarse. El me miro de soslayo y un mal presentimiento se instaló en mi estómago.

—Sí, ya voy para allá —dijo con la voz ronca— Charlie, enviare a alguien a buscarte —dijo apresuradamente.

—¿Qué? —pregunte confundida y él era incapaz de mirarme, se levantó y camino a paso rápido a la salida. Yo tome mis muletas a trompicones e intente alcanzarlo.

Maldita sea la hora, en la que me había lastimado, pues la muleta me hacía imposible el correr y aun me faltaban dos días, para que me quitaran la maldita férula.

—Cameron —grité aun intentando alcanzarlo, pero él no se detuvo— Camer... —mi grito fue interrumpido, cuando tropecé con mi propio pie y casi caí al suelo. Por suerte Cameron había llegado a tiempo— ¿Qué ocurre?

—No...

—Cam, dime que ocurre de una vez. No puedes decirme que le dirás a alguien que venga por mí y me quede tranquila ¿Le sucedió algo a mi hermana? —Él negó incapaz de mirarme a los ojos— ¿Y entonces? —pregunte. El pareció debatirse entre sí decírmelo o no y después de una dura lucha interna el suspiro.

—Es Keith —dijo y sentí la sangre abandonar mi cuerpo. Mi cabeza comenzó a dar vueltas incapaces de procesar lo que había dicho.

—¿Qué sucedió con él? —susurre.

—Su papá me llamo, tuvo un accidente, está en el hospital... —deje de escuchar. Todo se escuchaba en la lejanía.

Me enfoque de nuevo y mire a Cameron.

—Pero ¿cómo? él estaba en el internado y... —Cameron negó con vehemencia.

—Le pidió a su papá que lo sacara una semana después que nosotros nos fuimos —dijo y el pitido tras mis oídos me hizo marear y él me sostuvo.

—Pero...

—Charlie, no tenemos tiempo. Te lo cuento en el camino —dijo y asentí.

Sabía que estaba nervioso, era su mejor amigo, antes de yo llegar a su vida. Ellos ya estaban en la vida del otro y me sentía tan culpable.

En tiempo records habíamos salido del colegio y habíamos subido al auto.

—Sé que tienes muchas preguntas. Keith salió una semana después de nosotros. He hablado con el unas pocas veces y...

Amanecer En ColoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora