44. Lo lamento tanto, papá.

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Habíapasado una semana más. Hacía unos días debían haberme quitado la férula, pero debido a la diabetes, esta estaba retrasando la curación de la fractura, por lo que debía cargar con él, una semana más y debía llevar las muletas. Necesitaría terapia y mucha, para poder caminar con normalidad. También había estado visitando a Keith. Este sonreía y se le iluminaba el rostro apenas me veía. La relación comenzaba a fluctuar entre él y su padre, y comenzaban a llevarse mejor, y aunque ambos hablábamos de cosas triviales, puesto que ambos nos negábamos a tocar el tema, sabíamos que estaba allí, como una grieta entre nosotros y que en algún momento deberíamos hacerle frente.

no iba a negarlo, las veces que lo veía, quería correr a abrazarlo y besarlo, pero me negaba a ello, aun había un camino enorme que atravesar, para volver a recuperar la confianza entre ambos y eso, él también lo sabía. Por lo que solo actuábamos como dos amigos, que se sentaban a charlar.

Hacía dos días había salido del hospital y su casa quedaba muy cerca de la nuestra por lo que se me hacía muy fácil el camino. El comenzaba a recuperar un poco la confianza en sí mismo y hoy mismo había comenzado el colegio, al que íbamos Cameron y yo. Mayor fue mi supresa al verlo en el almuerzo.

Había sufrido un traumatismo, pero nada grave, por lo que el doctor después de muchos análisis, le había dado el alta y ya su papá lo había ingresado al colegio.

Cameron no tardo en invitarlo a sentarse con nosotros, estos intentaban recuperar la amistad perdida, y no tardo en presentarle al resto de los chicos. Y las miradas mordaces no tardaron entre él y Bryce.

Tomo asiento frente a mí, me guiño un ojo y me regalo una sonrisa de medio lado. Yo infle mis mejillas e iba a decir algo, cuando una pelinegra, de falda corta tomo asiento junto a Keith y le sonrió con todos los dientes.

—Te estuve buscando —dijo con una voz demasiado chillona. Keith me miro y luego a la chica.

—¿Ah sí?

—Sí, pensé que te habías perdido —dijo y rio y fue cuando por fin nos miró a todos—. Hola, por cierto —dijo y los demás chicos le devolvieron el saludo. Yo solo fruncí el ceño.

¿Celos?

Oh vaya y yo que pensaba que te habías tomado unas vacaciones.

Estamos para joder, querida.

Mejor dicho, imposible.

Bryce hacía de todo para llamar mi atención, pero yo era incapaz de apartar mis ojos de la pelinegra, que ahora sabía se llamaba Holly y no dejaba de pegarse a Keith como una garrapata.

—Cameron... —llame. Este estaba concentrado en su teléfono y después de patearlo, él me miro— ¿podrías ir por mi comida? —dije, puesto que había estado tan entretenido en su teléfono que se le había pasado llevarla por mí. Odiaba tener que recurrir a los demás, por cosas tan triviales como esa, pero no podía llevar una bandeja con las muletas.

Él me sonrió apenado.

—Claro, pequeña. Lo había olvidado.

—No te preocupes, yo puedo ir por ella —dijo Keith levantándose rápidamente.

—Yo puedo ir... —se levantó también Bryce. Los mire a ambos desde mi altura y ambos se miraron, como si fuese una competencia.

—No se preocupen, llegue al rescate de una bella dama —dijo Lucas, tendiéndome una bandeja, con unos sándwiches, un jugo y una ensalada. Le agradecí con la mirada.

Keith le lanzo una mirada a Lucas y Bryce solo frunció el ceño.

—Gracias Lucas, te debo un montón —este me guiño un ojo.

Amanecer En ColoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora