40. Familia.

53 10 1
                                    


Después de varios estudios, y con dos férulas, una en el brazo y otra en la rodilla, me dieron el alta. Con ayuda de Gabe y Lyssa subí al auto, para después abordar un avión, que me dejaría en mi nuevo destino. Gabe se había tenido que quedar y aunque había insistido en ir conmigo, más había insistido yo, en que debía volver con Ross y con Becca.

Lyssa me inscribió en un colegio privado y me dejo al cuidado de una señora regordeta y una enfermera. Ella se había quedado conmigo, hasta que me habían quitado la férula del brazo y podía hacer uso de unas muletas.

Llevaba poco más de dos semanas, en aquella ciudad, cuando sonó el timbre de casa y fruncí el ceño.

Nadie subía sin ser invitado o sin que me avisasen antes.

Miré por la mirilla de la puerta y maldije para mis adentros.

—Sé que estás ahí, abre.

—No quiero.

—Charlotte Callahan, abre de una vez... —puse los ojos en blanco y abrí.

—¿Qué quieres? ¿Qué haces aquí?

—Un hola ¿cómo estás? No hubiese estado mal.

—Eso entre nosotros sobra. ¿No deberías estar en el internado? —Él me inspecciono de arriba abajo.

—¿Charlotte Callahan puedes decirme que es eso que llevas?

—Los doctores le dicen muletas y férulas.

—Vaya, no me acordaba de tu sentido del humor —reí sin gracia.

—Sufrí un accidente.

—¿Cuando?

—Cuándos salí de casa —dije y él me miro esperando a que dijese algo más— ¿cómo me encontraste?

—No hay nada que no pueda hacer. Cuando hablo con Lyssa me dijo que debía darte espacio, pero ha pasado tiempo y no te habías puesto en contacto conmigo, por lo que hice mis averiguaciones ¿cómo tuviste ese accidente?

—No se conducir, Cameron.

—¿No sabes...? ¿Y aun así tomaste él...? ¿Es que acaso estás loca?

—Puede.

—Charlie... ¿Qué carajos hare contigo?

— ¿Por qué todos preguntan eso? es muy ofensivo

— ¿Por qué? tienes una férula en la rodilla y muletas, por un accidente que tú misma provocaste...

— ¿Qué haces aquí, Cameron? —dije caminando de vuelta a la cocina. Ya el horno pitaba, lo abrí y saque la bandeja de cup cake, el me miro con mala cara— no me mires así, que son de harina sin gluten y edulcorantes. Ahora dime ¿Qué haces aquí? porque si vienes a darme la tabarra, será mejor que des media vuelta

—Vine a llevarte a casa —deje lo que estaba haciendo y lo mire. Me reí como si fuese la cosa más graciosa que hubiese dicho.

—Estás loco, no volveré. —Seguí con lo mío. Quería glasear mis chucaques.

—No hablo de Madeline —dijo y deje lo que estaba haciendo para mirarlo— conmigo a casa. Con tu familia. —dijo seguro y lo mire con una ceja enarcada.

—Primero, el hecho de que se enteraran de nuestro parentesco hace apenas unos meses, no nos hace familia. Segundo, no pretendas que juguemos a la familia feliz, yo no pertenezco a ningún sitio y tercero, tú volverás al internado. No figuro en ninguna parte —dije tomando la manga pastelera— no pretendas omitamos todo lo demás.

Amanecer En ColoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora