Parte 26: El rapto de Anne Mary

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Mientras corría hacia el hangar del Ave Negra, Jean puso a funcionar todas las alarmas luminosas de la casa. Cinco minutos más tarde, el moderno jet de la organización X estaba en camino, llevando a Tormenta, Cíclope y Logan, junto con la misma Jean.

Nightcrawler cubrió la distancia que lo separaba de la casa de Anne Mary en cuatro minutos exactos, y apareció repentinamente en la sala del departamento, donde pudo ver lo que ya temía: otro mutante igual a él se encontraba delante de su novia y tiraba de la mano de Anne Mary, al mismo tiempo que le hablaba con una voz idéntica a la de Kurt, tratando de hacer que la muchacha lo siguiera fuera del departamento.

—¡Aléjate de él! —le advirtió Nightcrawler a su novia en el mismo momento en que apareció frente a ellos.

Pero Mística era demasiado rápida y no les dio tiempo de reaccionar. Pasó su brazo sobre el cuello de Anne Mary, la inmovilizó con una fuerza sobrehumana y la abrazó por la espalda, utilizándola como escudo. Luego cambió de forma, derritiéndose como si su cuerpo estuviera hecho de cera, y se convirtió en una bella mujer azul con cabello rojo.

—Mística... —advirtió Nightcrawler con voz serena, pero con un brillo asesino en sus ojos amarillos—. Si le haces daño, te mato. Lo juro ante Dios. No podrás salir de aquí con vida si te atreves a lastimar a Anne Mary.

Fue la primera vez que Anne Mary pudo ver a Nightcrawler decidido a matar y se sintió aterrada. El hombre que siempre había parecido un tierno cachorrito, ahora parecía un animal carnívoro a punto de saltar. Pero Mística no quedó impresionada. Lanzó una risa aguda y se burló de las amenazas de Kurt:

—Miren al hombre de Dios repartiendo muerte y guerra contra su propia especie. Tu Dios de amor y paz te hizo mutante para que engendraras una nueva raza... y tú te revelas buscando la imperfección de las hembras humanas

—Tu problema es conmigo, Mística, no con ella. Anne Mary no puede dañarte. Déjala ir. Si quieres pelear conmigo, puedes hacerlo ahora.

—Ella servirá para convencerte de hacer lo correcto —contestó la mutante metamorfa, retrocediendo lentamente hacia la ventana de la sala sin dejar de llevar a la muchacha rubia pegada a su cuerpo, como rehén y como escudo—. Mientras Magneto la tenga cerca, tú te volverás mucho más razonable. Deberás regresar a donde perteneces. Deberás unirte a los rebeldes que luchan por la libertad de los mutantes.

Nightcrawler hacía hablar a Mística esperando encontrar la manera de arrebatarle a Anne Mary. Sabía que, si se atrevía a aproximarse, Mística le partiría el cuello a la muchacha con un movimiento tan veloz que ni siquiera lo vería. Nightcrawler tenía que inventar un truco que le permitiera poner a Anne Mary a salvo, pero no pudo pensarlo más porque una viscosa lengua de varios metros de largo salió de lo alto como un latigazo y se enredó en su cuello, impidiéndole respirar. Nightcrawler miró hacia arriba y vio a Sapo, adherido al techo y con la boca abierta para extender su mortífera lengua.

Mientras el mutante azul forcejeaba con Sapo, Mística tapó la boca y la nariz de Anne Mary, hasta que la muchacha rubia se desmayó por falta de aire. Mística la cargó como si fuera una pluma y la llevó a la puerta del departamento. Nightcrawler quedó atrás, inmovilizado por Sapo y desesperado al ver que la mutante metamorfa se llevaba a Anne Mary.

Kurt tiró de la lengua de Sapo y se teleportó al centro de la habitación. Su teleportación incluyó también a Sapo, que desapareció del techo y apareció en el suelo, pero no soltó la presa y tiró de Nightcrawler, haciéndolo caer. Kurt volvió a teleportarse, esta vez al techo. Apareció colgado del cielo raso y Sapo, con su larga lengua, apareció otra vez en el suelo. Desde lo alto Kurt se lanzó sobre Sapo y lo aplastó, aprovechó ese momento para desenrollar la lengua de su cuello y teleportarse cerca de Mística.

La mutante metamorfa había abierto la puerta del departamento y salido al pasillo del edificio. Allí había adoptado la forma del conserje y cargaba a Anne Mary como si fuera una inquilina que necesitaba ayuda. Si algún vecino la veía no sospecharía que Anne Mary estaba siendo secuestrada. Sapo salió del departamento dando grandes saltos y volvió a tirar su lengua contra el mutante azul. Kurt se vio obligado a teleportarse a distintos lugares esquivando la lengua y, en el momento en que Mística tomó el ascensor, el mutante azul quedó bruscamente detenido, con la lengua enredada en sus pies. Nightcrawler se teleportó al vestíbulo del edificio junto con su atacante y logró llegar antes que Mística, pero seguía sin poder moverse con libertad.

El Ave Negra aterrizó verticalmente sobre la azotea del edificio de Anne Mary. Los X-men salieron al exterior y Jean Green emprendió el vuelo junto con Tormenta. Flotando a baja altura, la mutante pelirroja se concentró en captar la mente de Nightcrawler y dijo:

—En el vestíbulo. Están en el vestíbulo.

Cíclope y Wolverine corrieron a las escaleras, mientras Tormenta y Jean bajaban volando y llegaban más pronto, a tiempo para ver a Mística salir del edificio y abordar un automóvil verde que la esperaba en la acera y que partió a toda velocidad cuando Mística cerró la puerta.

—Yo lo seguiré —gritó Tormenta, lanzándose en persecución del automóvil.

Jean entró en el vestíbulo y llegó justo en el momento en que Cíclope lanzaba uno de sus rayos luminosos sobre la lengua de Sapo. El mutante terrorista saltó hacia atrás, dejando libre por fin a Kurt Wagner.

Nightcrawler corrió hasta la calle y Jean lo siguió diciendo:

—Subieron a un automóvil verde. Tormenta los sigue. Te llevaré hasta allá.

Y levantó a Nightcrawler por los aires, guiándolo hacia el lugar donde percibía a Tormenta. La mutante de clima volaba sobre el automóvil que llevaba a los terroristas, aunque no se atrevía a detenerlo bruscamente por temor a provocar un accidente. Dentro del automóvil había tres personas: Mística, Anne Mary y Jerry: un mutante joven, casi un niño, que ni siquiera tenía licencia para conducir y sin embargo le habían dado el encargo de manejar el vehículo en donde iban a huir. Jerry había sido reclutado recientemente por los activistas de Magneto y aquella era su primera misión. Estaba excesivamente nervioso y lo único que deseaba era que todo eso terminara pronto. Mística vio a los X-men volar tras ellos y gritó:

—¡Muy bien, Jerry! ¡Ahora haz lo tuyo y sácanos de aquí!

—No puedo hacerlo mientras estoy conduciendo —dijo el muchacho aterrado—. Todavía no controlo mi poder.

—¡Si no nos desapareces ahora te mataré! ¡Hazlo, Jerry! ¡Ahora!

El pequeño coche verde corría por una amplia avenida, sorteando otros automóviles como si estuviera dirigido por un loco. Al ver llegar a Kurt, Tormenta explicó angustiada:

—No me atrevo a tocarlo ni a detenerlo por temor a que choquen con otro coche.

Entonces el automóvil desapareció y no quedó ningún rastro de los que iban dentro.

Los ojos de Nightcrawler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora