Parte 16: Boa, el mutante del tiempo

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Wolverine pensó lo mismo que Jean y sintió una compasión inmensa por Melissa. Su gesto ceñudo se suavizó y dijo amablemente, con tono franco y decidido:

—No te preocupes más, Melissa. Nosotros nos encargaremos de cuidar a tu hermano a partir de ahora.

La niña se recostó en el asiento sintiendo un gran alivio. Cerró los ojos y pareció dormir.

—Una noble decisión —aprobó el viejo Boa—. Sin embargo, será más difícil de lo que parece. Tarde o temprano, Nicky pedirá algo que no puedan darle y entonces no habrá forma de detener su berrinche. La única manera de neutralizar su poder es llevarlo con el profesor Xavier. Solamente él sabrá cómo controlarlo.

Y el viejo hombre de color desapareció tan rápidamente como había venido, dejando pasmados a todos en el interior del Ave Negra.

—¡Un bebé con poderes de clase Omega! —exclamó Cíclope tras un prolongado silbido de admiración—. Este niño llegará a ser el mutante más poderoso del mundo.

—Eso si no destruye todo el planeta en su próximo berrinche —agregó Wolverine, enfadado—. Mientras más pronto lo pongamos en manos de Xavier, más seguros estaremos.

—Y hacia allá vamos ahora mismo —contestó Tormenta—. Voy a volar directo a la mansión X, aunque nos siga toda la fuerza aérea del país.

XXX

Para cuando Charles Xavier por fin terminó de hablar con el presidente, con dos de sus generales y con unos cuantos asesores de seguridad que también quisieron interrogarlo, ya había pasado el momento crítico y los X-men volaban de regreso a la mansión X, trayendo a Melissa y a Nicky a bordo del Ave Negra.

El moderno jet de la organización X aterrizó cinco minutos más tarde en el hangar oculto y sus pasajeros fueron a reunirse con el profesor Xavier. Wolverine todavía llevaba en brazos al pequeño Nicky y Melissa pensó que lo mejor sería mantenerse cerca de su hermano. Sin embargo, Kitty Pryde la tomó de la mano y la invitó a conocer su dormitorio.

—Vamos, Melissa —la animó—. Podemos compartir la habitación. Pasaremos un tiempo juntas ahora que ya no tienes que preocuparte por Nicky.

Las niñas subieron alegremente las escaleras hacia el segundo piso, mientras los demás bajaban por el ascensor hacia el subterráneo. En el salón Cerebro, el profesor Xavier giró su silla de ruedas para recibir a Jean, Tormenta, Cíclope y Wolverine. La puerta se abrió deslizándose a un costado y el profesor pudo ver al pequeño Nicky en brazos de Wolverine. El hermoso niño negro sonreía alegremente y agitaba sus manitos, lleno de contento. Xavier se echó a reír y se reprochó a sí mismo diciendo:

—Debí haberlo adivinado.

—No tiene gracia, Charles —dijo Wolverine—. Este niño es un mutante de clase Omega. Tiene sus poderes completamente desarrollados, pero no puede controlarlos. Si no neutralizamos su energía mutante ahora, es capaz de destruirnos a todos.

Y el profesor Xavier, en lugar de mostrarse preocupado o sorprendido, respondió tranquilamente:

—Lo sé.

Alzó una mano y se concentró en hacer levitar a Nicky. Lo mantuvo flotando frente a su silla de ruedas y el pequeño niño negro lanzó un agudo grito de contento. Xavier extendió su mano hacia él y dejó que Nicky tomara su dedo índice, mientras decía:

—Yo también me alegro de verte, viejo Boa. La última vez que nos encontraros tú tenías casi doscientos años de edad...Veo que el tiempo te está volviendo cada vez más joven... y más poderoso.

Por toda respuesta, Nicky trató de chupar el dedo de Xavier y el profesor continuó hablando como si contestara a una pregunta:

—Por supuesto que sí, amigo. Tendrás tu dinosaurio de plástico si te portas bien. ¿Fuiste tú quien llenó de dinosaurios nuestra ciudad? Si hubiera sabido que todavía estás vivo, lo habría comprendido antes. Te creí muerto hace mucho tiempo, amigo. ¿Por qué no venías?

Tomó a Nicky en sus brazos y lo llevó a quedarse profundamente dormido, sosteniéndolo en su regazo mientras terminaba de hablar con el equipo.

—¿Conoces al niño? —preguntó Tormenta pasmada.

—Conozco uno de sus extremos, aunque nunca había tenido la oportunidad de hablar con el extremo opuesto —contestó Xavier—. El viejo Boa es un mutante muy, muy largo, formado por una fila de personas que tienen el mismo cerebro y el mismo poder. Cada persona es un año más vieja que la persona anterior y van desde este pequeño niño hasta un hombre anciano que siempre está al principio de la fila.

—Vimos a un anciano que apareció en el Ave Negra —dijo Cíclope.

—Ese debe ser el abuelo Boa —confirmó Xavier—. También existe un joven Boa y un niño Boa... o varios. Son doscientas personas en total y se mantienen unidas por una cinta de energía luminosa, así que el mutante llamado Boa parece una gigantesca serpiente de luz, con muchas personas dentro. Pero nosotros no podemos verlo, porque Boa vive en la cuarta dimensión, la dimensión del tiempo. Sólo muy pocas veces el extremo anciano de esa fila entra en la tercera dimensión. Ahora, sin embargo, sucedió lo contrario: tenemos con nosotros al extremo bebé, es decir, la versión más joven de Boa. Y supongo que el viejo Boa estará tratando de sacar de aquí a este pequeño travieso. Pero cada vez que el extremo anciano se junta con el extremo bebé, el cuerpo de Boa forma un círculo, y en ese caso sus poderes se multiplican... y se descontrolan.

—Espera un momento —protestó Wolverine—. No te estoy entendiendo bien. ¿Quieres decir que Nicky y el viejo del avión son la misma persona? Eso no es posible. Nicky tiene apenas ocho meses.

—Algún día llegará a tener doscientos años y ese día se convertirá en el abuelo Boa. Pero en la cuarta dimensión no existen los años y el abuelo Boa comenzó a existir en el mismo momento en que Nicky nació. Esa es la única explicación que puedo darte por el momento. Debemos dejar el problema de Nicky a un lado, hasta que el viejo Boa decida aparecer otra vez. Mientras tanto necesito que todos juntos discutamos el problema de Nightcrawler.

Jean presintió que algo no estaba bien cuando escuchó a Xavier cambiar bruscamente de tema. El profesor les había dicho que Kurt sólo estaba inmovilizado, pero algo en el tono de Xavier hizo que Jean presintiera problemas. Era obvio que Charles se disponía a revelarles un asunto delicado, pues había esperado hasta poder tratarlo personalmente. ¿Qué podía ser tan grave como para que el profesor X necesitara discutirlo con todo el equipo?


Los ojos de Nightcrawler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora