Parte 18: El rescate de Kurt

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A las tres de la mañana la ciudad había recuperado la calma. El ejército seguía acordonando el área, pero al menos los aviones habían dejado de patrullar.

Envuelta en nubes, el Ave Negra aterrizó sobre el edificio de Anne Mary Jones y los X-men descendieron sin hacer ruido. Parados frente al portón cerrado que comunicaba la azotea con las escaleras interiores, Kitty metió la mano en la cerradura. Sus dedos atravesaron el metal sin problema alguno y pudieron mover el mecanismo de seguridad tan fácilmente como la misma llave. Los X-men bajaron por las escaleras hasta el cuarto piso y Jean Green tocó la puerta del departamento que buscaban. Después de mucho insistir una voz femenina (la misma voz que Jean había escuchado en el teléfono) preguntó asustada:

—¿Quién es?

—Somos de la organización X —dijo Jean—. Buscamos a Kurt Wagner.

La puerta se abrió solamente un poco, sujeta por una cadena de seguridad, y Anne Mary Jones miró con desconfianza a los recién llegados.

—¿Tú eres la persona que contestó el teléfono? —preguntó para ganar tiempo.

Pero Wolverine no permitió que Jean contestara. Se acercó a ella y exigió:

—Abre la puerta. Tenemos que llevarnos a Wagner ahora mismo. La ciudad está llena de militares y no tenemos tiempo para esperar.

Anne Mary lo miró furiosa y respondió fríamente:

—Voy a decirle a Kurt que ustedes están aquí. Si él los acepta, los dejaré entrar.

Y cerró la puerta frente a Wolverine, dejándolos a todos en el pasillo.

—¡Logan, no la asustes! —protestó Jean en un susurro airado.

—Descuida —se burló Wolverine—: si no se asustó con Kurt no se asusta con nada. Y no me voy a quedar esperando hasta que decidan dejarnos entrar. Alguien podría ver el Ave Negra en la azotea.

—En eso tienes razón —admitió Tormenta—. No tenemos mucho tiempo.

—Kitty —exigió Wolverine—, entra por la pared y ábrenos la puerta... o la voy a tirar yo mismo.

Kitty atravesó la pared y abrió la puerta del departamento.

—¡Kurt! —llamó Wolverine impaciente—. Vinimos a buscarte. ¿En dónde estás?

—Estoy acá —respondió con calma la voz de Nightcrawler desde el dormitorio—. No puedo salir a recibirlos, así es que ustedes tienen que venir

Wolverine atravesó la sala, caminó por el pasillo y entró en el dormitorio. Todos lo siguieron apresurados, temerosos de que Logan pudiera causar problemas. Sólo Jean se preocupó de encender las luces y cerrar la puerta del departamento con su poder mental, mientras caminaba detrás de Wolverine.

Al entrar en la habitación vieron a Nightcrawler parado junto a la pared, sin abrigo ni sombrero, y con la punta de su cola pegada al muro, tal como el profesor Xavier les había dicho. Detrás de Kurt se escondía Anne Mary y miraba a los recién llegados con temor y rabia.

—No hay problema, Anne Mary —dijo Kurt para tranquilizarla—. Ellos son mis amigos.

—Pero ellos no son mutantes —protestó la muchacha recelosa—. No se parecen a ti.

—Lo siento —se disculpó Kurt—. Olvidé decirte que los mutantes azules somos muy escasos. Mis amigos también son mutantes, aunque sus mutaciones son diferentes a las mías.

Wolverine se sintió molesto. Caminó directo hacia la muchacha y levantó el puño, hizo saltar las grandes garras de adamanto y preguntó desafiante:

—¿Qué te parece ahora, niña? ¿Ya me veo tan mutante como Kurt?

—¡No! —replicó Anne Mary, indignada—. Sigues siendo grosero y descortés. No te pareces en nada a Kurt.

Y se abrazó a Nightcrawler como queriendo protegerlo. Jean Green no pudo evitar percibir los pensamientos de la muchacha otra vez, pues Anne Mary sentía con tanta intensidad que su mente parecía estar gritando. Aquella mujer estaba perdidamente enamorada de Kurt y jamás lo traicionaría. No habría poder en el mundo capaz de obligarla a hacer o decir algo que dañara a Kurt. Ningún entrenamiento podía conseguir una fidelidad como esa. Los secretos de la organización X estaban más seguros con Anne Mary que con cualquiera de los X-men. Y Jean Green se sintió aliviada, pues comprendió que ya no haría falta borrar los recuerdos de Anne Mary.

Kurt sonrió burlándose de Logan y explicó:

—Por fortuna los mutantes como Wolverine también son muy escasos. Los demás sí saben comportarse bien.

—No creo que estas personas sean tus amigos —insistió Anne Mary.

—Tienes razón, no lo somos —gruñó Wolverine, enfadado—. Solamente formamos parte del mismo equipo y él está rompiendo todas las normas de seguridad de la organización X.

—¿A qué te refieres? —preguntó Kurt desconcertado.

—Xavier te lo explicará cuando lo veas —dijo Wolverine. Y luego exigió—: Vamos, Kitty. Sácalo de allí y volvamos al jet.

Kitty Pryde se adelantó y tomó las manos de Nightcrawler, guiándolo lejos de la pared hasta dejarlo libre. El mutante azul le dio las gracias a la chiquilla con un beso juguetón en la frente y luego caminó por la habitación como si no pudiera creer que ya podía moverse.

Wolverine puso su pesada mano sobre el hombro de Nightcrawler y le exigió enfadado:

—Perfecto. Ahora salgamos de aquí sin perder más tiempo.

Kurt no se movió y reaccionó poniéndose alerta, con todo el cuerpo tenso y preparado para atacar. Con voz firme y amenazante, advirtió:

—¡Suéltame!

Lamentablemente, Wolverine no supo entender que en esta oportunidad estaba jugando con fuego. La mayor parte del tiempo, Nightcrawler era pacífico y amable, el tipo de persona que prefiere evitar los problemas cediendo a las exigencias de los demás. Pero ahora Kurt estaba repleto de una energía nueva. Su gran amor estaba a su lado y el mutante azul ya no era el mismo. Ahora podía y quería enfrentarse a Wolverine, así que su forma de reaccionar fue una sorpresa para todos.

Los ojos de Nightcrawler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora