El profesor X contestó la llamada de Jean en su pensamiento: "Voy a conectarme a Cerebro ahora mismo. Mientras tanto activa las alarmas y reúnanse en el Ave Negra".
Las alarmas de la mansión X, por lo menos las alarmas que llamaban a reunirse para una misión, no emitían sonido, sino luces. En cada habitación se encendían y se apagaban luces brillantes de distintos colores, cada una con su propio significado. De esa forma los adultos se enteraban de la llamada evitando que los alumnos despertaran y supieran que los X-men salían.
Pero primero era necesario despertar a los miembros del equipo. Jean envió un suave toque mental a cada uno y así estuvo segura de que todos verían las luces encendidas. Por último, la mutante telepática conectó las luces parpadeantes con su poder mental y corrió al hangar del Ave Negra.
Al llegar allá abrió la compuerta de la nave y subió corriendo las escaleras. Tormenta llegó cinco minutos después y se sentó en el asiento del piloto. Jean tomó el asiento del copiloto y en un par de minutos más llegó Cíclope, se acercó a Jean y la besó. Luego, el mutante de las gafas especiales se sentó cerca de su novia. Wolverine abordó la nave en último lugar, tomó asiento y preguntó impaciente:
—¿Dónde vamos?
—Al orfanato de Santa Marta —le contestó Jean—. Nightcrawler estaba allá y ahora hemos perdido contacto con él.
—Espérenme. Falto yo —dijo una vocecita muy dulce desde la puerta y Kitty Pryde entró a la nave.
—Un momento —protestó Wolverine—. ¿A dónde crees tú que vas?
—El profesor Xavier me despertó para que los acompañara —contestó la niña radiante de felicidad—. Dice que van a necesitar alguien que pueda atravesar paredes.
—No, señor. Por ningún motivo —gruñó Wolverine—. Yo no trabajo con niños. No pienso pasar toda la misión cuidando críos.
—No soy un crío y no necesito que me cuiden.
—Pasa y siéntate, cariño —invitó Tormenta amablemente—. Logan no está acostumbrado a compartir con gente de su misma edad mental.
Kitty entró y se sentó en un asiento cercano a Logan, sacándole la lengua al pasar. Mientras la niña se ponía el cinturón, el Ave Negra cerró la compuerta e inició el ascenso. Dentro de la nave se encendió una pantalla lateral y el profesor X pudo hablar con todos a la vez.
—Nightcrawler tuvo un encuentro con Magneto y al tratar de escapar sufrió un accidente que lo tiene inmovilizado —explicó el profesor.
—¿Está herido? —preguntó Jean, alarmada.
—No, se encuentra bien, pero de momento no puede teleportarse. Cuando terminen su misión principal deberán ir a buscarlo.
—No te preocupes —dijo Woverine en son de broma—. Seguramente se tropezó con su cola.
—Mientras tanto deberán terminar el trabajo que Kurt estaba realizando —dijo el profesor.
En la pantalla apareció una foto de Melissa sosteniendo a su hermanito. Xavier continuó:
—Se llama Melissa Anderson y su hermanito menor es Nicky. Su misión es rescatarla sin dejarse ver. En lo posible eviten enfrentarse con Magneto. Nos estaremos comunicando en forma mental en cuanto termine de resolver el problema de Nightcrawler.
La pantalla se apagó y el Ave Negra siguió su camino hacia la calle de Nueva York donde estaba el orfanato.
X X X
Xavier estableció contacto telepático con Nightcrawler y hablaron un rato. Cuando Anne Mary regresó al departamento, encontró al mutante azul mirando al techo, hablando de vez en cuando como si conversara con alguien.
—¿Conseguiste un teléfono? —preguntó la muchacha rubia.
—El profesor Xavier puede hablar conmigo sin necesidad de usar un teléfono —explicó Kurt alegremente, cuando Xavier dejó de hablar—. Dijo que puede liberar mi cola de la pared con la ayuda de una niña mutante que vendrá luego, pero por el momento están ocupados con un problema más urgente. Lo lamento, Anne Mary. Tendré que molestarte un tiempo más.
—No es molestia —contestó la muchacha, mostrando una bolsa grande de papel que había traído—. Pensé que mientras tanto podríamos comer algo y traje hamburguesas. ¿Te gustan?
Kurt era loco por las hamburguesas y aceptó encantado. Anne Mary puso un mantel en el suelo y distribuyó todo como si fueran a hacer una comida en el campo. Kurt se sentó en el suelo y Anne Mary se sentó a su lado. Comieron y hablaron alegremente. Sin embargo, el profesor Xavier no los había dejado solos, como Kurt creía, sino que permaneció con la mente concentrada en aquella habitación, pues había detectado un nuevo problema: Kurt Wagner había olvidado todas las precauciones y estaba hablando con Anne Mary sin ocultarle nada. Le contó algunas de las aventuras que había tenido al ingresar a los X-men, describió el Ave Negra, la mansión X y los equipos de entrenamiento. Sin darse cuenta estaba convirtiendo a su nueva amiga en un peligro para la organización X.
Xavier trató de detenerlo enviándole un mensaje mental, pero la mente del mutante azul estaba cerrada a toda interferencia externa. Como toda persona enamorada, Kurt estaba embobado. Solamente tenía ojos para Anne Mary y su único deseo era impresionarla contándole algunas cosas asombrosas.
X X X
En el orfanato de Santa Marta, Magneto seguía desordenando las habitaciones y provocando el caos. Los chiquillos y las religiosas salían corriendo a la calle y Magneto los miraba con atención. Todavía no había visto ninguna niña de doce años con un bebé en los brazos, por lo que estaba seguro de que Melissa continuaba dentro del orfanato.
La policía había llegado y, tras iluminarlo con sus reflectores, había procedido a disparar contra el agitador. Magneto sólo había levantado las manos y las balas habían caído inofensivamente al suelo. Dos equipos de televisión se presentaron y comenzaron a grabarlo todo. Entonces el cielo se cubrió de nubes y Magneto reconoció los poderes de Tormenta, comprendiendo que los X-men habían llegado.
El Ave Negra descendió protegida por un manto de niebla para que la televisión no pudiera captarla. Se posó sobre la azotea del edificio del frente y abrió la compuerta. Los X-men salieron del avión y se reunieron al costado del edificio que miraba hacia el orfanato. Pero en ese momento sucedió algo inesperado, que dejó a todo el mundo asombrado.
Dentro del orfanato, en el entretecho del edificio, la madre Encarnación, Melissa y Nicky seguían escondidos tras las cajas y el pequeño Nicky estaba llorando a pleno pulmón. La madre Encarnación había sacado su rosario y rezaba con los ojos cerrados. La niña caminó hasta la religiosa, tiró de la manga de su hábito y dijo:
—Madre Encarnación, por favor. Nicky quiere su dinosaurio de plástico. Lo dejé abajo. Tengo que ir por él.
—¿Estás loca, niña? No podemos salir de aquí hasta que ese delincuente se vaya ¿No escuchas cómo gritan los otros niños?
—Madre superiora, por favor —gimió la niña—. Tenemos que darle sus juguetes a Nicky. Sucederá algo muy malo si Nicky no tiene su dinosaurio.
Y en ese momento Melissa fue interrumpida por el potente rugido de una bestia gigantesca. El edificio se sacudió con fuerza y volvió a sonar el rugido de la bestia con tanta intensidad que quebró los cristales de las ventanas en diez manzanas a la redonda.
—¿Qué hiciste ahora, Melissa? ¿Qué es ese ruido?
—Nada —contestó la niña, desesperada—. Yo no hice nada, de verdad. Lo juro.
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Los ojos de Nightcrawler.
FanfictionNightcrawler se ve obligado a enfrentarse con Magneto y está a punto de perder la vida, pero inesperadamente encuentra una amiga que lo ayuda y que no le teme, es más, lo considera hermoso a pesar de su piel azul y de todas sus mutaciones. En menos...