Parte 4: El accidente en la carretera

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Los autobuses de la Escuela de Talentos del profesor Xavier avanzaban por una carretera llena de vehículos cuando los alcanzó el terremoto. A tal distancia la magnitud del sismo fue mucho menor que en el centro de Nueva York, pero bastó para desestabilizar a todos los ocupantes de la carretera.

Cíclope, que iba al final de la fila de autobuses, pudo sentir la vibración de la tierra y las ruedas del autobús patinando sobre el cemento. El autobús que iba al frente, conducido por Coloso, se salió de la carretera y rodó por la suave pendiente que había a un costado. El autobús conducido por Wolverine giró y se detuvo, quedando atravesado en medio de la vía. Cíclope trató de frenar también y la máquina no respondió: seguía avanzando ya que el oscilar del suelo impedía que las ruedas se agarraran al pavimento.

De pronto pareció que los ocupantes del autobús estaban sobre una barca en un mar agitado. Los niños y las niñas gritaban haciendo un gran escándalo. Cíclope giró bruscamente e impactó de costado al otro autobús. Y en ese momento se les vino encima un camión grande con acoplado.

El impacto dejó el autobús donde iba Nightcrawler aplastado entre dos vehículos. Para cuando se recuperaron del golpe, el terremoto había pasado, pero quedaban sus consecuencias. El camión que los había chocado estaba perdiendo gasolina y era necesario alejarse lo más rápido posible.

Los niños que ocupaban el autobús de Wolverine podían usar la puerta y bajaron a toda velocidad. Corrieron hacia las lomas cercanas para ponerse a salvo. El otro autobús, en cambio, estaba hecho sándwich y tenía la puerta bloqueada. Los niños gritaban golpeando las ventanas. Wolverine saltó sobre el motor y con sus garras apartó los restos del parabrisas.

—¡Salgan por aquí! ¡De uno en uno! —gritó extendiendo los brazos para recibir al primero.

—No hay tiempo —dijo Cíclope—. Apártate, voy a abrir una salida.

Y levantó la mano para retirar los lentes oscuros que cubrían sus ojos, pero

Wolverine lo detuvo:

—¡No! Corres el riesgo de incendiar la gasolina.

—Lo mejor es salir todos juntos —dijo Nightcrawler. Tomó la mano del pequeño David y gritó—: ¡Tómense de las manos! ¡Todos! Que no quede nadie suelto.

Rápidamente se hizo una trenza de niños unidos por las manos. Al tomar su lugar, Cíclope preguntó preocupado:

—¿Crees que podrás trasladar a tantas personas?

—No tenemos más remedio que intentarlo.

Kurt miró por la ventanilla, buscando una colina cercana donde aparecer. Antes de teletransportarse a cualquier sitio, el mutante azul debía asegurarse de llegar a un lugar despejado, libre de objetos sólidos. Allí había una colina casi pelada, sin árboles ni rocas, que era ideal para llevar a todos esos niños.

—¿Preparados? —preguntó Kurt—. Que nadie suelte la mano de su compañero. ¡Ahora!

¡BAMF! El chasquido que siempre se escuchaba en sus teleportaciones fue más fuerte esta vez y el autobús quedó lleno de un humo negro y espeso. Todo el grupo de niños desapareció y fue a aparecer sobre la colina que Kurt había elegido.

Fue una tremenda hazaña y Cíclope saltó alzando el puño en un gesto de triunfo. Se sabía que Nightcrawler podía llevar objetos y pasajeros en sus teleportaciones, siempre que los sujetara con fuerza. Pero nunca había llevado tantas personas a la vez. Eso era un récord.

Wolverine se encargó de rescatar al chofer del camión, que estaba inconsciente. Lo sacó justo antes de que la máquina estallara en una poderosa bola de fuego. Lo único que quedó del camión y de los dos autobuses fueron fierros retorcidos y quemados.

Al mismo tiempo, el resto de los X-men ayudaban a otros vehículos accidentados. Finalmente reunieron a todos los niños en una colina y comenzaron a buscar la manera de volver a casa.

Les quedaban tres autobuses en buen estado, aunque tuvieron que sacar el vehículo que conducía Coloso de un profundo arrollo en el que fue a caer. Se hizo necesario apretujar a los niños en los asientos y sólo así pudieron cargarlos a todos, aunque viajaban un poco incómodos.

El profesor Xavier se comunicó con Jean Green de manera telepática y estuvo de acuerdo en traer a los niños de vuelta, ya que no sabían qué más podía pasar. Lo único que estaba claro era que había un nuevo mutante en la ciudad y tenía un poder que parecía infinito.

XXX

A primeras horas de la tarde, los niños estuvieron de regreso en la escuela de talentos. Se veían desilusionados, pero estaban a salvo y retomando sus rutinas. El profesor Xavier convocó a una pequeña reunión con los miembros del equipo principal de los X-men.

—Están transmitiendo la noticia en todos los canales —dijo Charles Xavier, indicando la pantalla del televisor—-. Una fisura volcánica acaba de abrirse en el estado de Nueva York y las autoridades temen que crezca hasta formar un cono. Pero las mediciones de Cerebro indican que la energía mutante que originó la grieta ya no se encuentra ahí. El volcán que apareció por la mañana está inactivo por la tarde.

—Un mutante con semejante poder debe ser fácil de detectar —opinó Jean Green.

—Cerebro no ha sido capaz de encontrarlo. Ni el menor rastro. Es como si nunca hubiera estado ahí.

—¿No tienes ninguna pista? —preguntó Wolverine.

—El único mutante reportado en las cercanías es una niña de doce años llamada Melissa. Vive en el orfanato de Santa Marta y la superiora del convento, la madre Encarnación, nos ha pedido que la traigamos aquí.

—Una niña de esa edad no podría tener tanto poder —dijo Cíclope con total seguridad.

—Sería algo nunca visto y en este caso, además, es imposible —confirmó Xavier—. Melissa no es mutante. Cerebro la analizó y no encontró presencia del gen mutante en ella. Lo curioso es que la niña estaba presente en el parque cuando apareció el volcán. Después del terremoto, la madre Encarnación me volvió a llamar y me contó todo lo que pasó en la mañana. Ella lo supo gracias a las religiosas que regresaron del parque hablando sobre una gran grieta y ríos de lava.

—Tal vez sea otra persona del orfanato —propuso Nightcrawler—. Quizás una de las monjas.

—No, no hay mutantes en el orfanato. La persona que hizo esto apareció un momento y luego desapareció. Eso parece formar parte de su poder, ya que comenzó a manifestarse haciendo aparecer y desaparecer objetos.

—¿Un volcán puede considerarse como un objeto? —preguntó Tormenta con incredulidad.

—Tal vez. Todo depende del poder que tenga este nuevo mutante. Sólo sabemos una cosa de él: parece seguir a Melissa y parece reaccionar cuando la niña es agredida.

—¿Entonces la vamos a traer a la mansión X? —preguntó Jean.

—Eso depende de Kurt.

Nightcrawler se sobresaltó al escuchar su nombre y miró al profesor con un gesto de interrogación.

—La madre Encarnación ha pedido que una persona católica se haga cargo de los niños —explicó Charles—. Le hablé de ti y espera conocerte. Te recibirá esta noche a las 11. Llamó para decir que te estará esperando a pesar de lo que ha pasado. En realidad, te espera con más interés debido a lo que ha pasado. Ella cree que Melissa necesita nuestra ayuda.

—Se va a espantar con sólo verme —se quejó Kurt.

—Le hablé de tu aspecto y no le importó.

—Eso sería una novedad —dijo Kurt sin estar muy convencido—. Haré lo que pueda. ¿Cómo llegaré hasta allá?

—Jean te llevará en el Ave Negra. El terremoto dejó muchas calles intransitables y la manera más rápida de llegar será por aire.

Kurt estuvo de acuerdo y todo quedó arreglado para la entrevista de esa noche.

Los ojos de Nightcrawler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora