Parte 32: Lucha de mutantes

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Tormenta tiró de la soga hasta que Kitty y las dos rehenes emergieron del suelo.

—Nos vieron —advirtió Kitty quitándose la soga.

—Corran al Ave Negra —les ordenó Tormenta y luego corrió hacia Cíclope y Jean, gritando: —¡Ya vienen!

Cíclope dirigió su mirada luminosa a la tapa metálica de la entrada de la guarida y la fundió con el calor de su láser, dejándola firmemente sellada. Un segundo después, la tapa voló por los aires, impulsada por el poder de Magneto.

—Mala idea —dijo Cíclope. Corrió retrocediendo y advirtiéndole a sus compañeras—: Retrocedan atacando. Tenemos que contenerlos hasta llegar al Ave Negra.

De la guarida salieron Mística, Sapo, Dientes de Sable y Magneto. Scott Summers los atacó con sus rayos de energía y Tormenta formó un techo de nubes que descargaban gruesos rayos eléctricos.

Mística, Sapo y Dientes de Sable treparon por los pilares que sostenían el techo y subieron a las vigas más altas de la fábrica, esquivando los rayos de Tormenta y los disparos de Cíclope, aunque no se atrevían a acercarse mucho por temor a ser derribados. En cambio, Magneto podía atacar a su antojo en una fábrica hecha enteramente de metal. El líder de los terroristas extendió sus manos y la fábrica se puso en movimiento. Las calderas llenas de agua se calentaron echando vapor y las líneas de producción hicieron girar sus rodillos, produciendo una sonajera infernal.

Kitty, Melissa y Anne Mary iban corriendo hacia la puerta principal cuando una enorme caldera cilíndrica se desprendió de sus soportes y cayó frente a ellas, cerrándoles el paso y vertiendo grandes cantidades de agua hirviendo. Las tres muchachas esquivaron el agua subiendo a unos bancos cercanos, mientras Kitty decía:

—No podemos atravesar el metal caliente. Tenemos que buscar otro camino.

La caldera rodó hacia ellas, obligándolas a correr hacia un costado y penetrar en una bodega abandonada. Allí encontraron una gran cantidad de fardos amontonados unos sobre otros y un estrecho pasillo que corría entre ellos, hasta llegar a la pared frontal de la fábrica, por donde podrían salir con la ayuda de Kitty. Comenzaron a correr bajo la montaña de fardos que tenía varios metros de altura y pronto estuvieron a poca distancia de la pared frontal. Mientras tanto, los X-men retrocedieron hasta quedar cercanos a la puerta de salida. Se toparon con la caldera que había detenido a las muchachas y Jean la apartó fácilmente, volviendo a ponerla en su lugar, pero entonces Magneto les aventó otra caldera, que también derramó agua hirviendo y se fue derecho hacia ellos, rodando como un rodillo.

Jean se elevó en el aire, alzando también a Tormenta y a Cíclope. La caldera pasó rodando bajo sus pies y fue a estrellarse contra el muro de la bodega, lo atravesó derrumbando los ladrillos y penetró en la bodega, tumbando la torre de fardos que estaba allí. Como una avalancha de piedras gigantes cayeron los fardos sobre las tres muchachas que corrían por el estrecho pasillo central. Melissa y Kitty se habían adelantado, porque corrían más rápido que Anne Mary. La muchacha rubia las seguía un par de metros más atrás y, cuando empezó el derrumbe, Kitty abrazó a Melissa y la salvó. Los fardos pasaron a través de ellas y las dejaron ilesas. Pero Kitty no pudo ayudar también a Anne Mary y los fardos cayeron aplastando a la muchacha rubia, que alzó las manos y gritó de terror justo antes de quedar sepultada por el derrumbe.

Al levantar a sus compañeros, Jean se distrajo tan sólo un segundo y ese momento lo aprovechó Sapo para acercarse desde arriba y atacar. Su lengua salió como un latigazo y se enroscó en el cuello de Jean, ahorcándola. La mutante pelirroja perdió el control de sus pensamientos y sus amigos cayeron al suelo, mientras ella quedaba colgada de la lengua de Sapo como de la soga de un ahorcado. Jean se llevó las manos al cuello y agitó los pies tratando de respirar. Cíclope cayó de pie y se arrodilló para disparar más certeramente. Su láser golpeó a Sapo en pleno pecho, haciéndolo caer de la viga y soltar a Jean, para luego quedar tendido en el suelo, fuera de combate.

Kitty llevó a Melissa a un lugar seguro y regresó a buscar a Anne Mary. Se sumergió en los fardos caídos como si estuviera buceando y tardó varios minutos en encontrar a la muchacha herida. Con mucho esfuerzo la sacó fuera de los fardos y la tendió en el suelo de la bodega. Anne Mary sangraba por la nariz y por los oídos, tenía el cuerpo lleno de moretones y la boca azul por los minutos que pasó sin aire, aplastada bajo los fardos. Kitty comprobó que respiraba muy débilmente y comprendió que era preciso llevarla a un médico. Con la ayuda de Melissa cargó a Anne Mary y la llevó hacia la parte frontal. Las tres juntas atravesaron la pared, quedando en terreno abierto frente al Ave Negra.

En el exterior de la fábrica, las muchachas encontraron a Wolverine, que regresaba a la nave después de haber puesto en fuga a los muchachos que lo siguieron. Rápidamente, el mutante de las grandes garras tomó a Anne Mary en sus brazos y corrió con ella hasta la compuerta del Ave Negra, donde esperaban Iceman y Rogue.

—¿Qué hay de los demás? —preguntó Wolverine al entrar seguido por Melissa y Kitty.

—Están en la fábrica —contestó Rogue—. Ustedes son los primeros en volver.

—Nos descubrieron al salir del compartimento norte —explicó Kitty—. Nosotros corrimos por una bodega y los demás se quedaron atrás.

Wolverine dejó a Anne Mary en uno de los asientos y la aseguró con el cinturón.

—Su respiración es muy débil y es posible que tenga hemorragias internas —comentó Kitty, mientras limpiaba la sangre de la boca y la nariz de Anne Mary con algodones—. Debemos llevarla a un médico ahora mismo.

—Voy por los otros —dijo Wolverine.

—No vayas —le rogó Rogue—. No puedes ponerte al alcance de Magneto.

Mientras tanto, dentro de la fábrica, Tormenta, Cíclope y Jean se reagruparon y sumaron sus poderes para dejar atrás a los terroristas. Magneto lanzó una tercera caldera que Jean interceptó y lanzó de vuelta contra Magneto. Uno de los rayos de Tormenta hirió a Mística en una pierna, dejándola temporalmente inmóvil, y Cíclope inmovilizó a Dientes de Sable con sus descargas de energía luminosa. Así pudieron atravesar la puerta principal y correr hacia el Ave Negra.

Tras ellos corrieron Mística, Dientes de Sable y Magneto, pero no pudieron alcanzarlos. Los X-men subieron al avión mientras Iceman y Rogue les informaban del estado en que había llegado Anne Mary y los otros integrantes del equipo. Cerraron la compuerta herméticamente y Tormenta tomó la dirección de la nave. El Ave Negra se puso en movimiento y ascendió hasta estar preparada para ganar velocidad. Sin embargo, avanzó apenas un par de metros y se detuvo bruscamente en el aire, como si hubiera chocado contra una pared invisible. Todo el mundo en su interior salió disparado hacia la cabina, pues sólo Wolverine, Melissa y Anne Mary tenían puestos sus cinturones de seguridad. Rogue se fracturó la muñeca y Cíclope se lastimó un pie. Tormenta perdió el conocimiento al chocar su cabeza contra el panel de control.

Antes que pudieran reaccionar, el avión retrocedió y descendió veinte metros.

—Es Magneto —advirtió Cíclope—. Nos está halando.

Frente a la puerta de la fábrica, Magneto, Mística y Dientes de Sable se reunieron bajo el Ave Negra y Magneto estiró las manos hacia el avión de los X-men. La nave retrocedió y bajó otros veinte metros, quedando cerca del suelo.

—¿Puedes neutralizarlo, Jean? —preguntó Wolverine.

—No lo creo. Necesitamos a Charles.

—Sólo inténtalo, Jean. Eres nuestra única esperanza.


Los ojos de Nightcrawler.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora