LIBRO #1 de la Bilogia "SECRETOS ASESINOS"
-Eres mi esposa- él me sostuvo de la muñeca mientras caminaba hacia la puerta. -Nosotros debemos seguir juntos, lo prometiste.-
-¿Desde cuando?- me quede inmóvil -¿Desde cuando soy importante para ti? Cu...
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Kate...
Bajamos de la limusina y él se pegó a mi como una asquerosa mosca a la miel, quise zafarme quitando su mano de mi cintura pero apretó el agarre sonriendo ante las cámaras que disparaban los flashes. —No hagas esto aquí.
—No me toques— murmure con una sonrisa posando.
—Kate.
—Will no quiero hablar contigo.
Al entrar al evento, no me importó empujarlo un poco, él quiso acercarse de nuevo pero mi guardaespaldas apareció haciendo que diera un paso atrás —¿Está bien señorita?
—Claro, ¿puedes quedarte aquí?
—Como usted ordene.
—Recuerda lo que tienes que hacer.
—No lo olvidaría jamás— me sonrió yéndose hacia un costado.
Will me tomo de la mano y comenzó a caminar conmigo entre las personas, sin decir ni una palabra, pero podía notar como la vena de su cuello palpitaba al ver mi rebeldía.
Como lo había predicho, la amante de mi esposo se encontraba en la cena. Ella llevaba un vestido coral el cual se destacaba entre las demás, anteriormente quizás me habría importado, pero en ese momento solo era una insignificante gota en un vaso que estaba derramado hacía mucho.
—Creo que tienes la mano de la persona equivocada— reí viéndola y su cara de disgusto al encontrarme con "su hombre".
—No se que dices —ignoró mis palabras, él caminaba saludando a todos, su mano sostenía la mía con fuerza, como si evitara que me marchara, pero ni las cadenas más fuertes lograrían eso.En esa jodida fiesta, tuve el desagrado de encontrarme con su madre, quien siempre me había mirado con desagrado.
—Hola mi niño.—ella acomodó la corbata de su hijo.
—Mamá— beso la mejilla de la mujer.
—¿No vas a saludarme? Kate— me observo con una sonrisa de lado.
—¿Debería?
—Como la esposa de mi hijo, debes saludar a tu familia.
—Oh— le sonreí —entonces debería ir por la persona correcta, no por mi.
La vi fruncir el ceño, pero no pude seguir hablando. Will se encargó de sacarme de allí antes de que su madre se enterara de que habíamos terminado, cosa a la que no le encontré sentido ya que seguro se podría feliz de que le hubiera devuelto a su pequeño.
Continuamos caminando hasta que me vi envuelta entre un grupo de sus amigos. Entre ellos aquel hombre serio y misterioso con el que siempre me sentí un poco incomoda.
Sebastián Egorov, el Boss y amigo de mi ex me tuvo todo el tiempo sus ojos clavados en mi.
