LIBRO #1 de la Bilogia "SECRETOS ASESINOS"
-Eres mi esposa- él me sostuvo de la muñeca mientras caminaba hacia la puerta. -Nosotros debemos seguir juntos, lo prometiste.-
-¿Desde cuando?- me quede inmóvil -¿Desde cuando soy importante para ti? Cu...
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Kate....
Poco a poco me estaba acostumbrando a estar sola, había pasado cerca de una semana y aunque me decidí a no tener contacto con Will ni nada de mi vida de casada, no pude evitar que me llamara. Cada que bloqueaba un numero nuevo con el que me llamaba, él cambiaba a otro y seguía marcando, enviando mensajes que iban desde disculpas hasta intentos de manipulación de su parte para que regresara a su lado.
Estaba dispuesta a rehacer mi vida y para la desgracia de Will, no estaba incluido en esos planes.
Una mañana me levante temprano con ganas de ir al gimnasio, me prepare y sali temprano, pero como no le habia avisado a Jay del cambio de horario, fui sola.
Entre al lugar donde alguna vez fui y me registre, me diero las llaves de un casillero personal y un empleado del lugar me mostro las instalaciones mientras iba caminando. Antes de iniciar mi rutina tome mi móvil y le mande un mensaje a mi escolta.
"Estaré entrenando en el gimnasio de la calle 790"
Luego lo guarde en el bolso y el mismo en el casillero.
Dado que era bastante temprano, no había muchas personas, lo cual agradecí internamente. Me coloqué los audífonos y puse el tema "abcdfu- Gayle" subi a la caminadora, comenzando con un poco de cardio.
Llevaba bastante tiempo cuando sentí que alguien tocaba mi hombro. Me baje de la misma, quitándome los cascos y volteando a ver de quien se trataba. Pensé que quizás sería alguien que quería ocupar la caminadora, pero para mí desgracia era Erica.
Me sonrió de manera altanera —Hola Kate, que sorpresa.
—Si, lo dudo —rodé los ojos.
—Al parecer somos tan parecidas que venimos hasta al mismo gimnasio.
—Si al acoso se le llama así ahora, pues eso será —me encogí de hombros. —Que tengas un buen día Erica —estaba dispuesta a irme sin causar mayores problemas ya que estaba teniendo una muy buena mañana y no iba a dejar que una niña histérica me lo arruinara.
Me di media vuelta para irme cuando me tomo de la muñeca, haciendo que la viera otra vez. —Oye, te estoy hablando. No actúes con soberbia.
-No lo hice, y suéltame. Por favor-
Soltó una risilla —Se que estas enojadas porque te quite a tu hombre, pero debes dejar todo atrás. Al final, una no puede hacer nada cuando su esposo se busca algo mejor.
—O algo más fácil —murmure para mí.
—¿Qué dijiste?
—Que tienes toda la razón —le sonreí mientras me quitaba sus manos de encima —Lo bueno es que ahora está contigo y quien sabe, quizás mañana con alguien más fácil que tú —no pude evitarlo más.
