Capitulo 3

1K 146 26
                                    

Todos y cada uno de los años que había pasado allí habían merecido la pena.

Takemichi Hanagaki no era apodado el 'alfa llorón' por nada, estaba completamente fundamentado en hechos demostrables. Es por eso que cuando lo aceptaron en la unidad de instrucción real a la escalofriante edad de nueve años, los ojos se le inundaron de lágrimas.

Cuando, debido a su inagotable esfuerzo, destacó sobre el resto de sus compañeros vertiginosamente y aquello le fue recompensado con gratificantes palabras, los ojos se le inundaron en lágrimas. Y cuando tras diez años de intenso trabajo, lucha sin descanso y pocas horas de sueño para intentar superarse a sí mismo, le dijeron que se había clasificado como uno de los cinco mejores posibles guardias reales de toda su promoción, los ojos volvieron a inundársele en lágrimas. 

Lo he conseguido, papá. Aquello es lo que repetía constantemente en su cabeza como un mantra cada vez que alcanzaba un logro. La muerte inesperada de su padre hacía dos años debido a unos ladrones que irrumpieron en su casa y lo apuñalaron por resistirse no le había desanimado, al contrario, la intensa necesidad de alcanzar su objetivo había incrementado con aquel evento. Ahora escuchaba las palabras de su padre en su cabeza repitiéndole una y otra vez que desde bebé lo había estado entrenando porque sabía que se convertiría en alguien grande. 

Y así sería. 

Si con solo ocho años fue capaz de hacer una promesa tras quedar prendado de aquellos ojos oscuros pero brillantes, con diecinueve era sin duda capaz de cualquier cosa. 

Destacó desde el principio. Era el más joven en presentarse pero nadie pudo negarse a su ingreso cuando con solo ocho años fue capaz de tumbar a cinco soldados en menos de cuarenta segundos y solo tres movimientos. Era excepcional, un prodigio si así podría llamarse. Era cuestión de tiempo que alcanzara la cima y destacara sobre el resto, todos los instructores sabían eso.

-Keisuke Baji y tú deberíais despediros de vuestros seres queridos, mañana al medio día pasará un carruaje a recogeros que os llevará directamente a palacio -eso fue lo que le dijo Yashu Moko, guardia real encargado de la unidad de entrenamiento de futuros guardias reales. El hombre, que hasta entonces se había dedicado a gritarle y a regañarle el noventa por ciento de las veces que se dirigía a él, en esta ocasión guardó respeto y con orgullo inflando su pecho se inclinó hacia el menor -. Ha sido todo un honor estar a cargo de alguien tan talentoso como tú, Hanagaki. Sé con seguridad que no defraudarás a nadie.

Él también se inclinó con agradecimiento por sus palabras y con sus ojos encharcados en lágrimas. 

-Así que ya está, lo has hecho -en ese momento se encontraba sentado con su amigo Akkun sobre un poyete de piedra en la plaza central de Tenjiku. Su amigo le sonreía con ligera tristeza y orgullo a partes iguales. Un grupo de niños jugaba con un balón improvisado a unos metros de ellos y algunos adultos regresaban a sus casas cargando bolsas de compra del mercado -, al final resultará cierto aquello sobre que lo que te propones lo acabas cumpliendo.

-Bueno, no quiero sonar engreído pero sí, supongo que sí -comentó satisfecho mientras contemplaba a los niños reír y divertirse.

-En realidad te voy a echar de menos -añadió el beta -, es decir, dudo que tú lo hagas porque bueno... te vas a vivir a palacio y serás guardia real. Menuda vida vas a tener.

-No seas estúpido -Takemichi le dio un suave puñetazo en el hombro sin la intención de dañar. Akkun soltó una exclamación -. Por supuesto que echaré de menos esto, a ti a lo mejor no tanto.

-Oye, oye, más respeto -ambos soltaron una carcajada. 

Obviamente Takemichi lo echaría de menos. Había sido su único amigo durante su infancia y a parte de él ya no le quedaba nada más en Tenjiku. Lo extrañaría, sí, pero estaba impaciente por comenzar esa nueva etapa que lo ataría a una nueva rutina probablemente para el resto de su vida.

Paradise [Takemichi & Mikey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora