No era su tarea, pero Kazutora lo había mandado a despertar a Manjiro.
No supo el motivo y ni siquiera quiso preguntarlo, en realidad no le parecía una mala idea, todo lo que fuera pasar un ratito más a solas con su omega le hacía muy feliz. La tarde anterior se había quedado mucho más tranquilo después de sincerarse con Mikey. Y sí, era algo triste también porque la situación no les dejaba ser felices juntos, pero conocer que el sentimiento era recíproco le llenaba de felicidad.
Cuando abrió la puerta de la habitación del menor lo hizo lentamente para no molestarlo. El cuarto estaba oscuro por las cortinas echadas al fondo y el aroma de su omega era tan intenso y estaba tan concentrado en esas cuatro paredes que su alfa jadeó de gusto en su interior. Olfateó el ambiente contento mientras cerraba la puerta a sus espaldas y poco a poco se acercaba a la inmensa ventana que ocupaba casi toda la pared del fondo.
Abrir las cortinas y permitir que los rayos del sol ingresaran con agresividad en la habitación no fueron suficientes para despertar al menor. La bolita cubierta de mantas sobre la cama no se movió ni un ápice, ni siquiera se veía que hubiese algo bajo ella, Manjiro parecía estar tapado hasta la cabeza.
Sonrió, ojalá pudiera dejarle durmiendo todo el día. En ningún sitio estaría tan seguro y tan tranquilo como en sus sueños.
Antes de acercarse a la cama algo llamó su atención y ni siquiera supo el motivo.
Era el lienzo sobre el que Mikey solía pintar sus cuadros que, por lo general, solían ser hermosos paisajes. De pronto le entró la curiosidad por ver qué era en lo que estaba trabajando esta vez. Le encantaba contemplarlo pintar y ver el resultado final, el chico tenía talento y siempre hacía cosas preciosas.
Apartó con cuidado la tela que cubría el lienzo y entonces sus ojos se abrieron con sorpresa al contemplarse a sí mismo sobre el papel. Estaba terminado y podría decirse que era una pintura que medía hasta el más mínimo detalle. Era él, de perfil y apoyado casualmente en el barandal de una amplia terraza, con los rayos anaranjados de la puesta de sol iluminando lo que se veía de su rostro.
Entonces sus mejillas se encendieron por el descubrimiento y volvió a sonreír. Cubrió de nuevo el lienzo y lentamente se acercó a la cama.
Si ya las tenía antes, ahora tenía muchísimas más ganas de comérselo a besos.
Con cuidado apartó las mantas solo un poco para poder ver su rostro.
-Manjiro -susurró y el menor no se movió. Sus párpados estaban cerrados, su boquita ligeramente abierta y un hilito de baba escurriendo hasta la almohada. Adorable, pensó -. Bebé... -volvió a susurrar y con su índice acarició el labio inferior con suavidad. Esta vez Mikey se revolvió en sus sueños tan solo para suspirar, estirarse un poco y continuar profundamente dormido. Takemichi tuvo que soltar un risita -. Pues sí que tienes el sueño profundo -se hizo un hueco sobre la cama y se tumbó a su lado, rodeando el pequeño cuerpo del omega con sus brazos y pegando la nariz en su cabello para impregnarse aún más de su delicioso aroma.
Mikey pareció sentirlo pues inmediatamente soltó un gemido de gusto y abrazó a Takemichi con fuerza, pegando la cabeza en su pecho y aplastándolo bajo sus brazos. Takemichi se quejó un poco, pues sí que tenía fuerza para ser un omega tan diminuto.
-Michi -murmuró Mikey abriendo un único ojo y mirándolo con una media sonrisa en sus labios. Takemichi soltó una pequeña carcajada al verlo.
-Menuda cara -se mofó y Mikey rio también.
-La luz me molesta -su voz era ronca por haberse despertado hacía solo unos segundos. Se revolvió un poco para poder alcanzar con su mano su rostro y restregarse los ojitos con los puños. Bostezó y tardó unos segundos en procesar toda la información; en descubrir qué día era, cuál era su nombre y cuál era su motivo en la vida. Al reunir todo lo necesario dejó de mirar a su alrededor para observar a Takemichi que no parecía haberle quitado el ojo en ningún momento -, ¿qué haces aquí? -preguntó con curiosidad.
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Paradise [Takemichi & Mikey]
Fanfic❝No existe nada en este universo, ni siquiera el reino más idílico de todos, que pueda compararse a lo que siento cuando estoy contigo. Eso sí que puede ser considerado un paraíso❞ «AU Omegaverse»