Capitulo 37

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No era la primera vez que cruzaba las puertas de ese monumental y tétrico palacio.

No obstante, esperaba que fuese la última. 

A pesar de ello, sintió el mismo escalofrío que la primera vez, padeciendo el mismo malestar en el estómago al cruzar una de las principales y amplias puertas del mismo. Había veces en las que pensaba que el palacio de Bonten era algo más grande que el de Tenjiku, o por lo menos así lo parecía al ingresar a él. Quizás el suyo, su casa, tenía mucha más decoración delicada, armoniosa y colorida que llenaba el espacio a pesar de ser grande. Los ventanales que cruzaban cada pared e incluso, a veces, cada techo permitían el ingreso de la luz solar, esa que iluminaba cada esquina con colores llenos de vida, pintando los frescos de las paredes y techos con rayos dorados excepcionales. 

Por otro lado, el de Bonten estaba desprovisto de abundante decoración. 

Los pasillos, anchos y largos, a penas poseían algo de mobiliario escaso que, en la mayoría de las ocasiones, era de piedra o mármol oscuro. Las ventanas no eran muchas y las pocas que había eran pequeñas, haciendo obligatorio el uso de velas y candelabros por los pasillos y cada estancia. Y lo más siniestro de todo era la cantidad de pinturas y retratos que llenaban las paredes de posibles antepasados del Akashi. 

Todos tan serios, tan violentos a simple vista... Manjiro miró todos y cada uno de los retratos pero en su interior agradeció no haber tenido que conocer a esas personas. 

-Procura que mi omega esté listo para la cena de bienvenida -Haruchiyo le hablaba a Kakucho mientras caminaban. Takemichi apretó los puños con tanta fuerza que los nudillos se le pusieron blancos. 

Justo ahí se dio cuenta al cien por ciento de lo difícil que sería mantener bajo control a sus instintos más salvajes. 

Kakucho solo asintió y cuando llegaron al cruce con otros dos pasillos este se giró hacia los invitados de Tenjiku. Tras ellos también caminaban algunos soldados de Bonten, entre ellos Mochi que no había apartado la mirada afilada hacia Takemichi ni un solo instante. 

-Acompáñeme, Majestad -con un gesto de la mano Kakucho hizo que Mikey diera un paso hacia él, sin embargo, antes de que pudiera acercarse del todo Akashi se interpuso entre ellos dos. Alzó un brazo y acarició con suma gentileza su mejilla. Sus ojos ardían en algo desconocido para él pero que se acercaba al deseo y la lujuria. Tan desagradable que tuvo que forzarse como nunca para no vomitarle en los zapatos.

-He ordenado que preparen para ti un traje precioso -comentó en voz baja. Siguió acariciando su mejilla. A Manjiro ya le dolían las tripas -. Es a medida, o eso hemos intentado, seguramente te quede hermoso. 

-Gracias -mostró una temblorosa sonrisa, no por miedo sino por desagrado, sin embargo o Haruchiyo no lo notó o decidió pasarlo por alto. 

-No te preocupes, hoy será algo privado. Solos tú y yo.

-Qué emoción. Estoy impaciente.

-No sabes lo que me alegra que tu postura haya cambiado respecto a mi -esta vez su mano tomó la del menor y la acarició mientras que su mirada se desviaba un segundo hacia Takemichi. Una expresión extraña, difícil de comprender, pero que sin lugar a dudas podría ocultar un sinfín de significados que no les gustaría descubrir. Al volver a mirar al omega llevó sus labios a la mano que le había hecho elevar, poniendo un suave beso en su dorso. 

Manjiro no quiso decir nada en esta ocasión, no sabría tampoco cómo añadir algo que terminara de convencer de sus falsas intenciones al más alto. Así que calló, y eso Harichuyo no pareció verlo demasiado mal. 

-Te esperaré con ansias.

Esas palabras acarrearon un sentimiento desagradable en el menor. Por suerte, ser acompañado por Kakucho le hacía sentir ligeramente más seguro en ese sitio. Por algún motivo el alfa le hacía sentir más o menos bien, dentro de las desagradables circunstancias. Al menos aparentaba algo más de cordura y piedad que el resto de alfas en ese reino. 

Paradise [Takemichi & Mikey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora