Capitulo 17

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La frialdad y sequedad que estaban tan presentes en el palacio de Bonten le causaban escalofríos.

El silencio que reinó el lugar durante los primeros tres minutos que tardaron en recorrer uno de los pasillos interiores hasta llegar a una amplia terraza a gran altura tan solo hacía resonar aún más los pasos sobre la oscura piedra bajo sus pies. La completa oscuridad ya cubría el cielo nocturno sobre sus cabezas y tan solo podían apreciarse unas pocas estrellas debido a la intensidad con la que la luna brillaba esa noche.

Haruchiyo le había dirigido hacia una de sus más grandes terrazas, lo suficientemente cerca como para no desperdiciar tiempo en ir allí pero lo suficientemente lejos como para que la familia Kokonoi u otros no los interrumpieran.

Después de dejarlos en manos de Kakucho -porque prefería su serenidad a la locura de los Haitani- para que les hiciera una visita superficial y les explicara un poco más sobre su reino, tomó el tiempo del pequeño omega que le había llamado tanto la atención y con Takemichi Hanagaki a sus espaldas, ambos empezaron a alejarse de la sala donde habían tenido aquella cena tan incómoda e inesperada.

-Espero que te agraden las vistas, no puedo tomarme la libertad de llevarte a mi lugar favorito y perder gran parte de nuestro preciado y limitado tiempo -Takemichi permaneció un par de pasos por detrás de ellos contemplando la espalda del monarca con absoluto desagrado. Haruchiyo era capaz de sentir esa mirada filosa tras él pero no había nada que le preocupara menos que un estúpido alfa sin títulos honoríficos ni importancia en la escala de la realeza, podría deshacerse de él con tan solo un chasquido de dedos -, pero tendremos tiempo de sobra para mostrártelo en el futuro.

-Sí... son bonitas -Mikey forzó una sonrisa e intentó mantener la vista al frente para no tener que observar aquellos penetrantes ojos verdes que no le quitaban la mirada de encima. Se sentía terriblemente tenso aunque le proporcionaba infinita seguridad que su alfa estuviera allí con ellos.

-Quiero que me hables de ti, Manjiro -continuó Haruchiyo con sutileza. Él no solía hacer eso, si le gustaba un omega simplemente ordenaba que lo llevaran a sus aposentos para follárselo hasta que se quedara sin cuerdas vocales, quisiera la criatura o no, pero sabía que con Manjiro debía ser distinto. Él no era un omega normal y corriente, de la calle y sin familia o amigos que se preocuparan estúpidamente por él -. Sobre lo que te gusta, lo que no te gusta, y todo lo que quieras añadir.

-Bueno... -lo pensó durante un rato. Bien podría extenderse con ese tema los quince minutos que debía estar a su lado, así evitaba que le ofreciera inútiles cortejos -. Me gusta pintar -ah, muy bien Manjiro, qué bien te extiendes en el tiempo.

Haruchiyo sonrió con fascinación.

-Eso es muy entretenido, a los omegas suelen gustarles los temas artísticos -añadió muy para el disgusto de Mikey quien no pudo evitar fruncir el ceño -. Bueno, si fuésemos amigos yo podría conseguirte las pinturas de mayor calidad que existen, pinturas hechas de productos naturales, estoy seguro de que te gustarían.

-Mis padres ya me dan lo mejor que hay y de todas formas tampoco exigiría tanto, con poco se puede hacer mucho.

-Eres muy humilde, pequeño, pero por tu posición no es necesario que lo seas, pudiendo tenerlo todo -el alfa apoyó un codo sobre el barandal inclinándose un poco hacia el menor. Takemichi se tensó entonces, sabiendo que no llegaría a tocarlo porque estaba prohibido y bien sabía eso el Akashi, pero no era su instinto de protección lo que se estaba adueñando de sus emociones sino su instinto de pertenencia. ¿Qué hacía ese estúpido alfa acercándose tanto a su omega? De haber sido cualquier otra persona ya lo habría agarrado de los pelos para partirle la cara a golpes.

Paradise [Takemichi & Mikey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora