Capitulo 47

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Había dejado de lado todo tipo de raciocinio, las ansias de su angustiado corazón actuaron como guía dejándose llevar por ese instinto que parecía conocer el camino mucho mejor que él, un camino que debía recorrer para alcanzar un objetivo tan claro que para entonces era lo único que se reproducía una y otra vez en su cabeza. 

Manjiro estaba muriendo. 

Y lo sabía porque lo sentía en lo más hondo, porque la conexión que los ataba el uno al otro era tan fuerte como la misma vida. Porque sabía perfectamente lo que ocurriría si su omega moría, porque él también lo haría, era su destino, su único final inamovible dictado por la conexión de dos almas que fueron destinadas desde el nacimiento. ¿Acaso le importaba terminar de ese modo? En absoluto. Si el amor de su vida moría él estaría más que encantado de seguir su camino, no pondría resistencia, pero lo único que necesitaba hacer antes de morir era acabar de igual modo con la vida de Haruchiyo Akashi. Tenía que hacerlo, debía hacerlo, y nadie mejor que él debía cumplir ese cometido. 

Sus pies se escurrían ligeramente al pisar los charcos de sangre bajo sus botas, el sonido húmedo del calzado al pisarlos solo era opacado por los gritos que aún continuaban en el exterior. Aunque más débiles, menos frecuentes y ya no tan abundantes. La batalla estaba terminando y Takemichi desconocía el bando victorioso. 

Y para ser sinceros, no le importaba. 

Los pasillos de palacio estaban repletos de cuerpos, de cadáveres desfigurados, de armamento dispersado por todas partes y de un ambiente frío, mortal y terrorífico. Las almas de los difuntos ya podrían estar regadas entre todas aquellas paredes y algo le decía que él estaba a punto de unirse a ellas. 

Respiraba por la nariz, concentrado en tranquilizarse a sí mismo, concentrado en no arrasar con cosas insignificantes a su alrededor. Su alfa también estaba igual de concentrado, reservando todas sus fuerzas, las pocas que le quedaban, para cuando tuviera que utilizarlas realmente. Estaba emocionado, no podría mentir. Pero también tenía miedo y ese miedo intentaba almacenarlo en lo más profundo de su corazón pues temía que pudiera enturbiar sus intenciones. Tenía miedo de no volver a ver a Mikey nunca más, tenía miedo de perecer allí y no volver a ver su precioso rostro, su amable sonrisa y su soñadora mirada. 

Ni siquiera se daba cuenta del lugar al que le estaban guiando sus pasos, era puro instinto y, a veces, ese instinto es muchísimo mejor guía que el mapa más concreto y realista del mundo. 

No tuvo que hacer frente a nadie más, todo parecía vacío allí dentro, y de pronto se vio en vuelto en la tenue iluminación de un pasillo frente a una gran puerta doble que se alzaba imponente, con detalles hermosos y tétricos al mismo tiempo.

Entrecerrada.

Su mano libre, esa que no sujetaba su espada y que se mantenía manchada de sangre seca, la sangre del amor de su vida, tomó la valentía suficiente de empujar esa puerta medio abierta para entrar. Lo sintió. Su alfa se revolvió ansioso, nervioso e impaciente, sus ansias más salvajes se apoderaron de sus deseos más nítidos. El olor a hierro estaba calado en el ambiente, quién diría que ese olor se volvería tan característico de la sangre y tan habitual para él. La noche en la que más sangre había olido era esa, con gran diferencia. Y nadie había olido algo así desde la Trágica Batalla de Tenjiku.

La Sala del Trono era inmensa. Quiso reír por la ironía de la situación y por cómo y de qué manera habían acabado en ese lugar. Apretó el agarre alrededor del mango de su espada y dio varios pasos dentro. La puerta chirrió a su espalda y se cerró de un sutil portazo. Barrió con la vista todo el espacio aunque simplemente por el mero hecho de hacerlo. Lo sentía, lo olía y lo sabía. 

La única habitación de todo el palacio de Bonten que tenía tan grandes ventanas que durante el día dejarían pasar los abundantes rayos solares pero que en ese momento era solo la luz de la luna la que se colaba entre sus vidrieras. Un precioso mármol oscuro bajo sus pies que lo guiaban hasta el centro de toda la inmensa sala de imponentes y altos techo. 

Paradise [Takemichi & Mikey]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora