Paradise [Takemichi & Mikey]

Capitulo 23

Era como estar teniendo un estúpido déjà vu.

Escuchar el monólogo de todo lo que Haruchiyo Akashi le estaba contando no funcionó a la hora de reconectar sus chacras y calmarlos. Aún no se creía lo que habían hecho sus padres, más aún sus hermanos. Ya no solo le enfurecía el hecho de que hubieran preparado otro encuentro con ese alfa a sus espaldas sino que no le hubieran comentado nada al respecto. Como si su opinión no valiera, como si diera igual lo que él pensara, o incluso como si no tuviera sentimientos. 

Pero qué tontería era hacerse el sorprendido, ¿cierto? No es como si su vida no hubiese sido así desde un principio.

-Te noto algo tenso -eso fue lo único que consiguió sacarle de su burbuja repleta de frustración. Soltó un amplio suspiro que no pretendía ser tan evidente. 

-No, estoy bien -soltó pero con un tono de voz tan evidente que en su interior tuvo que poner los ojos en blanco hacia sí mismo. 

Takemichi caminaba tras ellos y tras él los hermanos Haitani. Aquellos dos no eran personas que le causaran demasiada confianza. Sus expresiones tan aburridas y vacías hacían de ellos unos alfas entre intrigantes y temibles. Se notaba a leguas que eran fuertes y Hanagaki no se quedaba corto. Habían crecido y aprendido juntos y todo lo que hacían lo ejecutaban en perfecta sincronía. Quizás eso era lo peor, el hecho de saber que la fuerza de dos hombres estaba fusionada de una manera única.

Mientras caminaban a través del jardín Takemichi pretendía no prestarles demasiada atención pero era capaz de sentir la filosa mirada de aquellos dos clavarse en su espalda. 

-No llevas puesto el colgante que te regalé -continuó Akashi unos segundos más tarde. Su voz se escuchó falsamente triste -, eso me decepciona.

-Bueno, no hacía demasiado conjunto con mi ropa -se excusó con incomodidad -, lo siento. 

-¿Cómo pensabas espantar a esos otros alfas sin él? -el paso que dio para acercarse a él lo había tensado aún más. Se habían detenido hacía unos segundos.

-Tampoco es que hubiera demasiado que espantar.

-Que no se acercaran no significa que no te estuvieran mirando y eso sigue sin gustarme -Manjiro frunció el ceño. Quizás fue por las repentinas feromonas de ese alfa que sintió a su alrededor o por la confianza que ese idiota se estaba tomando sobre él. 

-No deberías molestarte por eso, no somos nada -las palabras escaparon de su boca antes de que pudiera intentar frenarlas. Se golpeó a sí mismo mentalmente, siempre había sido un niño muy bocazas, hablaba demasiado en momentos en los que no debería. Y sí, ese era uno de esos momentos. 

Si se concentraba era capaz de ver una vena hinchada en su frente debido a la rabia. Y sí, Haruchiyo estaba rabioso. Nunca había podido soportar que un omega le hablara de ese modo, de hecho nunca lo hacían porque eran conscientes de que los pondría en su lugar con rapidez. Pero a pesar de ello esa circunstancia era diferente. Soltó un pesado suspiro para después mirar a su alrededor con disimulo. Manjiro podía sentir ese ambiente tan pesado a su alrededor. Finalmente sus ojos captaron a los hermanos Haitani y solo por la profundidad de su mirada supo que era como si se estuvieran comunicando tan solo con un gesto. 

-Ay, Manjiro -y cuando lo volvió a mirar a apareció de nuevo esa sonrisa tan tétrica que tan de punta le ponía los pelos -, eres tan adorable cuando intentas mostrar una autoridad que no tienes -Takemichi sintió dos presencias mucho más cerca de él y cuando se quiso dar cuenta ya tenía a los Haitani a cada uno de sus lados. 

-¿Que no tengo? -inquirió con una ceja alzada. De pronto el miedo había quedado en segundo plano. Sí, aún seguía ahí, pero la rabia era mucho mayor para ese momento -. Soy príncipe de Tenjiku, el reino que ahora mismo estás pisando con tus dos pies, el único que no tiene autoridad aquí eres tú -los ojos de Takemichi se abrieron como platos y esa fue la vez que más entendió las palabras que la familia del omega le dedicó cuando le conoció. Un bocazas. Era un auténtico bocazas.